27/09/2025 17:59
27/09/2025 17:58
27/09/2025 17:58
27/09/2025 17:58
27/09/2025 17:57
27/09/2025 17:57
27/09/2025 17:57
27/09/2025 17:57
27/09/2025 17:55
27/09/2025 17:54
Gualeguaychu » Reporte2820
Fecha: 27/09/2025 16:27
En la Escuela de Educación Integral N°2 “Francisco Rizzuto”, ubicada en Rivadavia 831, el aprendizaje se vive de una manera distinta: con las manos en la masa, el hierro, la madera o el cemento, y con el corazón puesto en cada producto que sale de sus talleres. Allí, cada día se construye mucho más que objetos. Se construyen oportunidades, se fortalecen habilidades sociales y se abre un puente hacia la comunidad. En la Educación Integral N°2 “Francisco Rizzuto” está disponible la escolaridad con alfabetización y, en paralelo, la modalidad de talleres. Actualmente, funcionan los talleres de gastronomía, construcción, herrería y carpintería, cada uno con su docente a cargo y con un grupo de alumnos que aprenden no solo un oficio, sino también la importancia del trabajo en equipo y del esfuerzo compartido. “En gastronomía elaboramos distintos productos que ofrecemos los viernes, de 10 a 12, en la escuela o a través de redes sociales. Tratamos de poner precios accesibles, porque lo que recaudamos se reinvierte en el taller: compramos materiales y elementos de seguridad para que los chicos puedan seguir aprendiendo”, explica Sandra, docente del área. En tanto, la otra docente es Mónica que mientras muestra con orgullo los frascos de salsa para pizza, que se venden a $3.000, y la criolla, a $2.000, invita a probarlos porque están entre los pedidos más populares de los habituales clientes. La producción se convierte en un círculo virtuoso: las ventas permiten sostener los talleres y, al mismo tiempo, la comunidad accede a productos de calidad a precios cuidados. “Es una retroalimentación necesaria en tiempos de crisis económica: se ayuda a la escuela y también a las familias”, agrega Mónica a R2820. Los pasillos de la Rizzuto respiran creatividad. En el taller de artesanías y manualidades, los alumnos diseñan objetos útiles para el hogar: porta rollos y botellas, llaveros, recipientes, cuadros pintados y piezas en cerámica. En carpintería, sorprenden las repisas y las mesas de recibidor, más allá hay macetas de cemento y hasta parrillas y cestos de hierro de excelente calidad. “Los chicos se entusiasman cuando ven que lo que hacen tiene utilidad real y que alguien se lo lleva a su casa”, cuenta Mónica, otra de las docentes. Cada estudiante encuentra su lugar y su pasión. Soledad se inclina por la construcción, Candela eligió la herrería, y Valentina y Kiara se entusiasman con las tablas, bandejas y mesas que producen en carpintería. Sus sonrisas en los videos de promoción dicen más que mil palabras. El propósito va más allá de aprender un oficio. “Queremos que los alumnos adquieran también habilidades sociales, que puedan salir a la comunidad con confianza. Es importante que sepan que lo que hacen vale, que tiene sentido y que puede ser reconocido por otros”, remarcan las docentes. La Escuela Rizzuto abre así un espacio donde se integran educación, creatividad y solidaridad. Cada objeto que sale de sus talleres no solo es el fruto de un aprendizaje, sino también un mensaje de inclusión y de esperanza compartida.
Ver noticia original