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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 26/09/2025 04:47
UNAJE impulsa un modelo federal y sostenible con 500 jóvenes empresarios en 15 provincias (Foto: Shutterstock) La dinámica de este 2025 incluye una serie de elecciones que están generando vaivenes tanto en los actores políticos como en los mercados. Desde los ecosistemas empresariales e industriales jóvenes nos toca la prudencia. No es la primera vez ni será la última que un proceso electoral arroje un resultado sorpresivo o que afecta a un partido o movimiento en particular. Independientemente de una elección, el cambio más urgente es cultural y nos compete a todos los protagonistas, tanto del sector público como privado. En la Argentina, ser empresario significa tomar decisiones en un contexto lleno de incertidumbre: la inestabilidad macroeconómica, la inflación persistente, la dificultad para acceder a crédito o importar insumos y los cambios permanentes de reglas de juego son obstáculos que conocemos. Ante esto, el cambio cultural debería sentar la premisa de no paralizarse ni quedarse en los reclamos, sino que ser resiliente y ver las oportunidades. Un primer paso en ese sentido es impulsar un desarrollo compartido, federal y sostenible que cambie de raíz la forma en la que entendemos el rol del empresario. Esta renovación es -lisa y llanamente- quebrar viejas prácticas. Durante mucho tiempo primó una perspectiva enfocada exclusivamente en la defensa de intereses particulares y con una mirada de corto plazo. Esa es probablemente una de las causas del estancamiento de nuestra economía. La nueva generación no debe buscar solamente que sus compañías crezcan: tiene que generar valor y desarrollo para la Argentina a través de una perspectiva integral, conectándose con la comunidad y con el mundo. En limpio: hacer empresa en nuestro país debe implicar pagar impuestos, crear empleo de calidad, innovar, y al mismo tiempo ocuparse de la sustentabilidad ambiental y social. En segundo lugar, forjar lazos con empresas de mercados extranjeros más competitivos es una práctica fundamental. Si forjamos vínculos y copiamos buenas prácticas de aquellos pioneros que lideran podemos incluso evitar los errores que cometieron y construir formatos superadores y que compitan a nivel mundial. En esta línea, la Unión Argentina de Jóvenes Empresarios es un modelo evolutivo hacia la construcción de un círculo virtuoso. UNAJE cuenta con 500 empresarios menores de 45 años, que generan 32.000 empleos directos y una facturación consolidada superior a 4.000 millones de dólares anuales. Más allá de la cifra, lo central es que trabaja con dueños y dueñas de empresas en 15 provincias y más del 75% de los empresarios están fuera del AMBA: desde Metán, en Salta, hasta Comodoro Rivadavia, en Chubut. Ese arraigo federal es respuesta a otra traba histórica: el centralismo que durante décadas limitó el desarrollo argentino. También impulsa a que las empresas inviertan en producción local, desarrollo de capacidades, plantas de reciclaje, energías renovables y en el recurso más valioso que tienen las empresas: los equipos. Un ejemplo concreto de las organizaciones como motor de impacto positivo en su comunidad y en el país. Recientemente, en la 8.ª edición del Foro Iberoamericano de Jóvenes Empresarios que organizamos desde UNAJE, en Buenos Aires, con la asistencia de más de 700 empresarios de la región, reafirmamos la propuesta de un modelo de empresa más abierto, diverso y comprometido con el desarrollo colectivo del país. Desde otra perspectiva, estos espacios son importantes para llevar adelante conversaciones y reclamos relevantes para el ecosistema, pero sin perder el eje de la responsabilidad que cada empresa tiene para desarrollar un país mejor para todos. Entonces ¿qué necesitamos para que este potencial se multiplique? Si bien la presión impositiva es un tema importante, no podemos reducir el diagnóstico a este punto. La solución requiere reglas claras y estables, simplificación burocrática, acceso al financiamiento y políticas activas de formación en oficios y economía del conocimiento. Sin talento no hay competitividad, y sin competitividad no hay futuro. Volvemos a lo mismo: el Estado debe promover pero las empresas no podemos quedarnos atrás y tenemos la responsabilidad de actuar, estableciendo sinergias para crear oportunidades reales para el desarrollo de más empresas y empleos de calidad. Necesitamos que los empresarios se involucren en estos temas. Tenemos que proponer soluciones y hacernos cargo del rol que queremos tener. Hay una realidad dual que es alarmante y nos aleja de los países vecinos: Argentina tiene apenas unas 14 empresas por cada mil habitantes, frente a las 25 de Brasil o más de 30 en México y Chile. Esa brecha explica mucho de nuestro atraso, pero hay otro dato que deja ver una luz de esperanza; el Reporte Global de Contratación 2024 confirmó que los contratos con argentinos para trabajar de forma remota en el extranjero crecieron en un 54%. Así, los trabajadores del país se ubicaron entre los de Estados Unidos, Filipinas, India y Gran Bretaña, como los más solicitados por empresas del exterior. Hay más de una razón que explica la tendencia, pero una fundamental es el talento. Entonces, ¿cómo hacer para que ese talento se traduzca en más y mejores empresas que generen más desarrollo por y para nuestro país? La respuesta está en las redes colectivas, el empresariado consciente y responsable y la articulación transparente entre el ámbito público y el privado. Nos puede servir como premisa para que el foco del debate no se pierda y asumirnos, todos, como responsables del futuro del país. Es ahora. Tenemos con qué.
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