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Parana » Informe Digital
Fecha: 25/09/2025 15:50
Victoria Villarruel aprovechó la ausencia de Javier Milei —que sigue con su gira por Estados Unidos— para mostrarse con una agenda propia. Visitó el Campus de Pilar de la Universidad del Salvador (USAL), donde brindó una charla a estudiantes de diversas carreras y compartió su experiencia en la política. También recorrió la Facultad de Veterinaria y el departamento de Robótica, y cerró la jornada con un encuentro protocolar con las autoridades. Fue una actividad pensada para reforzar su perfil institucional y acercarse al ámbito académico, con un gesto claro hacia los jóvenes. Pero, más allá de la recorrida, la escena remite a un fenómeno ya instalado en la política argentina: la moda de las fotos con perros. Mauricio Macri lo ejerció con Balcarce, un can rescatado de un refugio en Castelar que incluso llegó a posar en el sillón de Rivadavia. Alberto Fernández tuvo a Dylan, el collie protagonista de numerosas fotos y posteos —y hasta de un Instagram propio—, donde en los últimos tiempos también aparece Lennon, otro perro que adoptó. Y Javier Milei creó, incluso tras su muerte, una cuenta para Conan, su mastín inglés, al que mandó clonar en Estados Unidos y del que hoy existen varias réplicas. Conan llegó a aparecer en Neura, en el programa “El troncal de las mascotas”, junto a su hermana Karina y uno de los clones, donde anunciaron una donación a refugios de animales. Queda claro que las mascotas dejaron de ser un accesorio privado y pasaron a convertirse en una herramienta de comunicación política. No fue casual que Macri, Fernández y Milei recurrieran a ellas: en la era de las redes sociales, una foto con un perro transmite más cercanía que un acto en cadena nacional. El “perro presidencial” se transformó en un símbolo de época, capaz de suavizar la imagen de un líder, humanizarlo y generar empatía en segundos. En el caso de Villarruel, la diferencia no es menor. Su figura suele asociarse a un perfil más severo, vinculado a los militares y a posturas duras en materia de seguridad y memoria. Por eso, una foto con un perro puede funcionar como un recurso de contraste: mostrar un costado más cercano y humano frente a una imagen pública marcada por la rigidez. Galería de imágenes En esta Nota
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