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Parana » Informe Digital
Fecha: 25/09/2025 15:40
Más de 400 avestruces de la granja Universal Ostrich Farms, en Canadá, serán sacrificadas por orden de las autoridades ante el temor de un posible brote de gripe aviar H5N1. La medida desató un intenso debate en la pequeña localidad de Edgewood, provincia de British Columbia —donde está la granja—, así como en redes sociales y en ámbitos políticos. Según reportó The Guardian, 69 aves de la granja han muerto por una enfermedad que se cree similar a la gripe. Si bien la orden de sacrificio buscaba frenar una posible expansión del virus, el caso tomó una dimensión nacional e internacional. El detonante fue la orden, emitida en mayo, por la Agencia Canadiense de Inspección de Alimentos de sacrificar la totalidad de las aves de Universal Ostrich Farms. Las autoridades de Edgewood justificaron la medida al considerar que la presencia de gripe aviar representaba una amenaza no solo para otras especies avícolas, sino también para la industria y, potencialmente, para los seres humanos. La política —definida como de “stamping out”— responde a recomendaciones internacionales para frenar la propagación de la gripe aviar, como lo establece la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, tanto los propietarios de la granja como los manifestantes sostuvieron que desde el 15 de enero de 2025 no se ha reportado ninguna muerte nueva en el rebaño. Alegaron que la mayoría de las aves sobrevivientes aparentan estar sanas o recuperadas, por lo que el grupo habría desarrollado al menos una inmunidad parcial contra el H5N1. La decisión de sacrificar a las avestruces provocó una ola de protestas. Frente a la granja se congregaron defensores de los derechos animales, habitantes locales y seguidores del movimiento antivacunas, que documentaron la situación mediante transmisiones en vivo. Varias figuras estadounidenses de peso expresaron su rechazo: entre ellas, el conservador Chris Sanders, quien se ofreció para trasladar las aves a sus ranchos en Oklahoma, Texas y South Dakota. Por su parte, Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud de Estados Unidos, y Mehmet Oz, médico y entonces director de los Centros para Medicaid y Medicare, propusieron trasladar las aves al rancho de Oz en Florida y solicitaron formalmente que se detenga el sacrificio. The Guardian también señaló que el magnate John Catsimatidis presionó al gobierno canadiense para revertir la orden. La situación se complicó aún más cuando Karen Espersen, copropietaria de la granja, y su hija Katie Pasitney fueron arrestadas por la policía federal canadiense (RCMP) bajo el cargo de obstrucción a los inspectores de alimentos. La RCMP levantó entonces una barrera de tres metros de altura con balas de heno para asegurar el área y prohibió el acceso a cualquier persona, mientras que la custodia de la granja pasó a la Agencia de Inspección de Alimentos. Esa misma noche, algunas de las balas de heno ardieron, aunque el fuego fue sofocado rápidamente. Andrew Fenton, bioeticista de la Universidad Dalhousie, observó que “existe una sensación, en parte del discurso, de que ‘el gobierno es el villano’ y de que se trata de un individuo enfrentando a un sistema corrupto. Estas polarizaciones no son útiles y conducen a una oposición tóxica a esfuerzos que persiguen el bien común”. Fenton advirtió que este tipo de retórica, similar a la surgida durante la pandemia, podría derivar en una crisis de confianza en las agencias de salud pública. Al mismo tiempo, consideró razonable el pedido de los productores para repetir las pruebas, dada la aparente mejoría del rebaño. “Repetir los análisis sería una buena medida para la agencia de inspección de alimentos, pues no podemos permitirnos que se deteriore la confianza en los organismos públicos que gestionan la salud. Necesitamos respetar su labor, ya que abordan inquietudes de salud pública serias y reales”, detalló en declaraciones a The Guardian. Una sentencia del Tribunal Federal de Canadá en mayo respaldó el proceder de los inspectores, considerando la orden de sacrificio como parte de su mandato para reducir riesgos sanitarios. El tribunal concluyó que mantener vivos a los avestruces podría facilitar la propagación de la gripe aviar a otros animales, a la industria avícola o incluso a seres humanos. La Corte Suprema de Canadá concedió una suspensión temporal de la orden mientras resuelve si acepta el caso, lo que ha dado un giro inesperado al desenlace y mantiene aún en vilo el destino de las aves.
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