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  • Una banda de luto, una casa embrujada y letras confesionales: así nació el álbum consagratorio de los Red Hot Chili Peppers

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 24/09/2025 07:49

    Uno de los temás más difundidos de Blood Sugar Sex Magik, que a su vez fue premiado por un Grammy como mejor canción de hard rock. Todos creían que la casa estaba embrujada. No era un estudio reluciente de Los Ángeles, lleno de botoneras de colores y micrófonos. Era una mansión en Laurel Canyon, con paredes que crujían, “fantasmas” que gemían en los pasillos y un aire denso, cargado de sexo y locura. Allí, en 1991, cuatro músicos con problemas de adicciones y golpeados por una tragedia —Anthony Kiedis (voz), Flea (bajo), John Frusciante (guitarra) y Chad Smith (batería)— se encerraron con el productor Rick Rubin y salieron con un disco debajo del brazo que los salvó y al mismo tiempo les abrió las puertas del Olimpo del rock. El 24 de septiembre de 1991, el mismo día que Nevermind, de Nirvana explotaba en las disquerías, los Red Hot Chili Peppers lanzaban Blood Sugar Sex Magik, un cóctel de funk, dolor y lujuria que convirtió a una banda de culto de Los Ángeles en un fenómeno mundial. Así lo evidencian los números: el álbum alcanzó el puesto número tres en el Billboard 200 y superó 15 millones de copias vendidas a escala global, con más de siete millones en Estados Unidos. Ese impacto comercial estuvo acompañado por el reconocimiento de la crítica, la obtención de un Grammy por la mejor canción de hard rock con “Give It Away” y la consolidación del grupo como una de las bandas más influyentes de la década. La muerte del guitarrista original El camino hacia esa consagración internacional estuvo marcado por una tragedia. La muerte de Hillel Slovak, guitarrista original y amigo de la infancia de los fundadores, por una sobredosis de heroína a finales de los años ochenta, significó mucho más que una pérdida en lo emocional. Los Red Hot Chilli Peppers se vieron obligados a replantear su rumbo. El baterista Jack Irons optó por renunciar a la banda, y su espacio dio lugar a la llegada de John Frusciante y Chad Smith. Esta renovación en la formación dio paso a una reorganización de la energía creativa y sentó la base para la maduración sonora experimentada en el siguiente trabajo de estudio. Kiedis y Frusciante durante la grabación de Blood Sugar Sex Magik Simultáneamente, los Red Hot Chili Peppers enfrentaron un escenario complejo en lo que respecta a sus contratos discográficos. Tras finalizar su relación con EMI, el grupo había iniciado negociaciones con Sony BMG/Epic para editar el que sería su quinto álbum. Aunque ambas partes llegaron a un preacuerdo, la intervención de Mo Ostin de Warner Bros., quien felicitó personalmente a Anthony Kiedis por el contrato con la competencia. Ese gesto inusual llevó al vocalista a pensar acerca del tipo de entorno con el que deseaba vincularse. Así lo expresó en una entrevista: “La persona más genial y más auténtica que conocimos durante todas las negociaciones acababa de llamarme personalmente para animarme a hacer una exitosa grabación para una compañía rival. Ese era el tipo de individuo para el que quería estar trabajando”. De manera que esa percepción pesó más que la lógica del mercado, lo que derivó en la ruptura del acuerdo con Sony y la posterior firma con Warner Bros., decisión determinante para el futuro próximo del grupo. Red Hot Chili Peppers - Under The Bridge Hasta ese momento, era imposible para la banda prever que la gloria estaba ahí, tan cerca. Al final de los ochentas, los Chili Peppers eran una banda de “culto” cuya originalidad y potencia sobre el escenario les había permitido tener seguidores, pero no trascender el círculo alternativo. El álbum Mother’s Milk —editado en 1989—, marcó una mejora sustancial en la visibilidad mediática gracias al sencillo “Higher Ground” y a una presencia creciente en la MTV, pero incluso su mayor éxito comercial hasta ese momento solo llevó al grupo al puesto 52 en el ranking estadounidense. Los excesos de los músicos y la muerte trágica del guitarrista, no tenían el mejor pronóstico para los miembros de la banda, en serios problemas con el consumo de drogas duras. Probablemente, ese golpe fue lo que obligó a la banda a buscar una reconfiguración fundamental para entender el efecto sísmico que produciría Blood Sugar Sex Magik. Si hasta 1991 los Red Hot Chili Peppers se movían en los márgenes de la industria, la salida del nuevo álbum les permitió ingresar súbitamente en el centro de la escena internacional. La grabación del álbum se hizo en una mansión, en la que estuvieron trabajando dos meses La firma con Warner Bros. abrió el camino para un cambio artístico de gran escala, que tendría como figura fundamental al productor Rick Rubin. A pesar de la trayectoria ya consolidada de este último en la industria musical —con antecedentes junto a artistas tan diversos como Slayer, Danzig, Run DMC, Public Enemy y Beastie Boys—, los Red Hot Chili Peppers dudaron al principio sobre si esa alianza sería la adecuada. Para la grabación de Blood Sugar Sex Magik, Rubin propuso abandonar los entornos clásicos de estudio y mudarse a su propia residencia, una mansión mediterránea de diez habitaciones ubicada en Laurel Canyon, Los Ángeles, que habría sido una propiedad del mago y escapista Houdini. Construida en 1918, esta mansión fue fuente inagotable de leyendas sobre presencias sobrenaturales. La experiencia de grabar en aquel espacio resultó tan poco ortodoxa como fructífera. Mientras Kiedis, Flea y John Frusciante se instalaron y convivieron durante dos meses de sesiones intensas, el baterista Chad Smith optó por regresar cada noche a su hogar, reacio a permanecer en una propiedad con fama de embrujada. Iba y volvía a diario con su moto. Como cuenta Kiedis en sus memorias Scar Tissue, la historia de un supuesto asesinato ocurrido allí en los años treinta pesó decisivamente en la decisión de Smith. En cambio, Frusciante disfrutaba de la casa y los ruidos “sexuales” que aseguraba escuchar. “Definitivamente hay fantasmas en esta casa”, le dijo a la revista Interview. “Una de las habitaciones tiene un aire muy espiritual y sexual, y un día oí cómo tenían sexo con una mujer. No me había masturbado en todo el tiempo que estuvimos aquí, porque estaba muy concentrado en la música, pero luego dormí en esa habitación y no pude resistir la tentación de masturbarme”. Canción de los Red Hot Chilli Peppers que dio el nombre a su álbum lanzado un 24 de septiembre de 1991 Tanto Kiedis como Frusciante se dejaron influir y hasta inspirar por el ambiente místico y erótico que decían percibir. El clima de aislamiento favoreció la concentración y, a la vez, dotó al disco de un carácter introspectivo y experimental, alejándolo de la frialdad y la técnica excesiva que el grupo asociaba a los grandes estudios comerciales. Esta convivencia marcó un salto indiscutible en la maduración musical y personal de los Red Hot Chili Peppers, quienes, bajo la guía respetuosa de Rubin, encontraron el equilibrio entre libertad creativa y disciplina de producción. Los resultados de esta inmersión residencial y experimental no tardaron en manifestarse en el sonido cálido, casi visceral, del álbum. Rubin permitió al grupo una inusual libertad compositiva y alentó la experimentación técnica, como la instalación de una consola de 24 pistas en un entorno doméstico sin insonorización, pese a las advertencias de técnicos y productores. “Teníamos a todos estos expertos en baterías allí arriba diciendo: ‘Nunca obtendrás un buen sonido de batería aquí’”, dijo Kiedis a la revista RAW en 1991. “Pero estaban completamente equivocados”. La atmósfera y proceso creativo de aquellos meses en la mansión quedó registrada en el documental en blanco y negro, llamado Funky Monks. Fragmento del video que registró los meses de grabación y producción de Blood Sugar Sex Magik en una "mansión embrujada" Respecto al último trabajo, Mother’s Milk bajaron la intensidad metálica y dejaron que John Frusciante desplegara un fraseo más melódico, con riffs limpios y espacio para la voz de Kiedis. Las canciones más emblemáticas del disco son autorreferenciales de la banda. “Give It Away”, el primer sencillo y uno de los himnos del álbum, surgió de una reflexión inspirada por la artista Nina Hagen, quien le había transmitido a Anthony Kiedis la importancia de regalar, de desprenderse de lo material para generar buena energía y mantener la vida en movimiento. El mismo tema incluye además un homenaje a River Phoenix, joven actor amigo de Kiedis, a quien se dedica un verso explícito en la letra: “Hay un río, nacido para dar, mantenerte caliente, no te dejará temblar / Su corazón nunca se marchitará, vamos todos, es hora de entregar”. “Under the Bridge” fue originalmente un poema personal de Kiedis, motivado por su decisión de apartarse de las drogas y el sentimiento de soledad creciente. El vocalista no tenía intención de compartir ese texto al resto de la agrupación, hasta que Rick Rubin lo descubrió y lo alentó a convertirlo en canción. Solo después de escuchar la interpretación, el resto del grupo comprendió el potencial emocional de aquella pieza que terminaría convirtiéndose en uno de los mayores éxitos globales de los Red Hot Chili Peppers. Anthony Kiedis en el videoclip Under the Bridge Kiedis también encontró inspiración en la abrupta ruptura que tuvo su breve relación con la cantante Sinéad O’Connor (1966-2023), durante su estancia en Estados Unidos. Ella le puso fin a la relación con un lapidario mensaje en el contestador automático: “Escuchame, Anthony, soy Sinéad. Me voy mañana de Los Ángeles y no quiero que me llames ni vengas antes de que me vaya. Adiós’”. Todo comenzó tras coincidir en un festival en Europa en 1989, donde Kiedis le dejó una carta jugada: “Por miedo a no volver a verla nunca más, volví corriendo al camarín y le escribí una carta bastante significativa, haciéndole saber que sentía algo por ella”. Pero no tuvo éxito. Se reencontraron cuando ella se instaló en Los Ángeles. “Fue verla y derretirme”, escribió Kiedis para resumir el encuentro. “Me habría casado con ella en el momento. Entablamos una conversación, y le recordé que ya nos habíamos conocido en el festival y que le había dado una nota. A pesar de que ella le respondió que la tenía guardada en un cajón de su cocina, iniciaron una relación cercana, con besos, pero sin intimidad sexual. Chad Smith y Flea en el documental Funky Monks Kiedis afirmó que durante este tiempo compartieron salidas y él le escribía poemas que le mandaba por fax. El corte inesperado por el contestador llevó al cantante componer el tema “I could have lied” junto a Frusciante, durante toda una noche en la que se sintió destrozado, para luego dejar un casete en el buzón de la casa de la irlandesa y no tener más noticias de ella. Un encierro fructífero El proceso creativo funcionó y superó las expectativas iniciales: la banda compuso y registró 25 o 27 canciones, según distintas fuentes, aunque solo 17 integraron la edición final. Originalmente, Rick Rubin aspiraba a publicar un disco doble, pero la discográfica disuadió la idea, por temor a que el alto precio afectara las ventas. Varios de los descartes —como “Sikamikanico”, “Soul to Squeeze” o una versión de “Search and Destroy”— verían la luz en bandas sonoras y ediciones posteriores, reflejando el momento de fertilidad sin precedentes atravesado por el grupo. La prensa internacional celebró la explosión rítmica y contenido profundo de sus letras, y los especialistas terminaron por instalar Blood Sugar Sex Magik como pieza clave del resurgimiento alternativo de los años noventa. Listas frecuentes incluyen a Blood Sugar Sex Magik entre los 500 mejores álbumes de todos los tiempos. Portada del álbum Blood Sugar Sex Magik El arte de la portada estuvo a cargo del cineasta Gus Van Sant, mientras que la célebre “ilustración de la lengua” se atribuye a Hanky Panky (Henk Schiffmacher), referente del tatuaje. La portada muestra los rostros de los cuatro miembros dispuestos alrededor de una rosa central, a la que convergen enredaderas espinosas en blanco y negro que emergen de sus bocas abiertas, escena que evoca la tensión entre belleza y peligro. El libreto profundiza en esa estética de la honestidad y la pertenencia, con la letra manuscrita por Kiedis en blanco sobre fondo negro y un collage de los tatuajes de la banda: rostros de líderes tribales, animales, criaturas marinas, símbolos y frases. Fotografías individuales y grupales completan el conjunto, reforzando el vínculo entre lo personal y lo colectivo detrás de la obra. El éxito global vino con una presión brutal. Flea recordó giras extenuantes, casi sin descanso y con peleas cada vez más frecuentes. El desenlace más dramático lo protagonizó John Frusciante, quien, abrumado por el estrés y las discusiones con Kiedis, decidió abandonar el grupo en pleno tour japonés, en mayo de 1992. Durante los años fuera del grupo, Frusciante batalló contra la depresión y las adicciones, continuó proyectos en solitario y llegó a perder contacto con la banda, a la que regresó en 1998. En tanto, la vacante de la guitarra fue ocupada por distintos músicos, entre ellos Arik Marshall, Jesse Tobias y Dave Navarro. Red Hot Chili Peppers se presenta durante el concierto benéfico de FireAid para los esfuerzos de socorro por los incendios forestales de Los Ángeles, en Inglewood, California, EE. UU., el 30 de enero de 2025. REUTERS/Daniel Cole El álbum Blood Sugar Sex Magik no solo redefinió la música de los Red Hot Chili Peppers, sino que también marcó una época en la cultura visual y sonora de los noventa, de forma muy original. Después llegaron muchos álbumes igual o más exitosos del grupo de Los Ángeles, como Californication, que fue su “segunda vida” con el regreso de Frusciante, un sonido más melódico y accesible, y un éxito comercial aún mayor. Pero este fue, en particular, un álbum bisagra que marcó un año increíble en la década de los 90, y su sonido sigue vigente. Californication vendió más, pero muchos críticos y fans siguen considerando a Blood Sugar Sex Magik como el disco más influyente y arriesgado de la banda.

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