24/09/2025 03:13
24/09/2025 03:13
24/09/2025 03:13
24/09/2025 03:13
24/09/2025 03:12
24/09/2025 03:12
24/09/2025 03:12
24/09/2025 03:12
24/09/2025 03:12
24/09/2025 03:12
» Diario Cordoba
Fecha: 24/09/2025 01:28
Los siglos perpetuaron a Carlos III como el mejor alcalde de Madrid, pero a su siniestra emerge la figura de Tierno Galván. La frescura del viejo profesor simbolizó la comunión de la Transición con la Movida. Tierno se fotografió junto a la areola del pezón descubierto de Susana Estrada y pregonó el colocarse y al loro a los manolos y a las modistillas madrileñas, sin perder un ápice de su erudición. Con todo el desparpajo del mundo, conversó en latín con Juan Pablo II, envidia sana de poseer ese C1 de la lengua de Cicerón. Los que estudiamos Derecho nos quedamos con esquirlas de aquella primera lengua universal. El ‘in dubio’ y sus dos bifurcaciones se presentan como axiomas esenciales para los juristas, la balanza que decanta la carga de la prueba: el ‘in dubio pro reo’ como piedra angular de un sistema garantista que también pivota en la presunción de inocencia del acusado; y el ‘in dubio por laboro’, acaso el jalón más importante de la normativa laboral y las relaciones paccionadas entre el empresario y el trabajador. Pero estamos en unos tiempos en los que nos merendamos el latín y laminamos los sistemas garantistas. Aquí no desaparecen los dinosaurios del Jurásico. Si es por eras, viviríamos en el ‘Bulásico’, la proliferación de los bulos como una epidemia universal que adormece la conciencia crítica. Sorprendentemente, el Elíseo ha pasado al contraataque. Emmanuel Macron y su esposa Brigitte han presentado una demanda por difamación frente a la ‘influencer’ estadounidense Candace Owens, que sostiene que la primera dama francesa nació hombre. Acaso Brigitte ha aceptado la humillante profanación de su intimidad por las razones de Estado, igual que la Corte rodeaba el tálamo de los herederos de Versalles en su noche de bodas, como testigos que confirmaban la consumación del matrimonio. O simplemente se agarran a los rescoldos de la declaración de los derechos del hombre, apelando a la dignidad de las personas. Es jartible esa manía de la ultraderecha de socavar la cúpula del poder a base de toquetear sus genitales -Michelle Obama prácticamente era un camionero-. Y Begoña Gómez puede tener asuntos pendientes con la justicia, pero sobra endosarle en el cuello la nuez de Adán. Se trata de extender el terraplanismo a los lechos de las máximas autoridades del Estado para carcomer la acción de gobierno con paranoias sexuales, como si no hubiera caminos menos torticeros para articular la oposición. Es esa cizaña enfermiza que se ampara en una moralidad fundamentalista para derivar otras perversiones. Es esa insaciable cacería a la diversidad la que reduce las distancias entre esos espurios defensores de la familia y los talibanes. Si articula una acción de gobierno honesta, eficaz, conciliadora y transparente, prefiero a una Priscila reina del desierto -o primera ministra- antes que a un santo varón, con una esposa de porcelana, que trinque, polarice o desgobierne; aunque ya sabemos que no existen las aleaciones puras, y menos en este país. Lamentablemente, parece que estamos condenados a morar durante mucho tiempo en este parque ‘bulásico’. *Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientales. Escritor
Ver noticia original