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  • "Tango secreto al filo de la navaja". Los espías rusos contaron su historia en la Argentina en un especial de TV afín al Kremlin

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 23/09/2025 18:28

    Los espías rusos que vivieron en el barrio porteño de Belgrano entre 2009 y 2022 ya se reintegraron al Servicio de Espionaje para el Exterior ruso (SVR). Desde Moscú se abocan a entrenar a las siguientes generaciones de agentes que se desplegarán alrededor del mundo, según confirmaron ellos mismos en un especial que protagonizaron para NTV, un canal privado de televisión de ese país afín al Kremlin. “Seguiremos ayudando”, confirmó la espía Anya Dultseva, quien se movió por toda la Argentina como María Rosa Mayer Muños. “Ayudaremos a la próxima generación de espías, a la que seguirá a nosotros, para que sea aún más fuerte, aún más profesional, aún más exitosa”, sostuvo, declaración que apoyó su pareja, Artem Dultsev, el espía que accedió a la ciudadanía y el pasaporte argentinos como Ludwig Gisch. Titulado “Tango secreto al filo de la navaja”, el especial del programa “Nuevas sensaciones rusas” de la NTV se difundió por toda Rusia semanas atrás, pero no trascendió más allá de las fronteras. ¿Por qué? Porque los motores de búsqueda de Google y otras plataformas de búsqueda online no lo propalaron, dadas las restricciones imperantes desde que comenzó la invasión de Ucrania en febrero de 2022. De claro tinte laudatorio, el especial televisivo contó con el beneplácito del Kremlin, al punto que incluyó la participación del titular del SVR, Serguéi Narishkin. Su presencia refleja el presente de los Dultsev, que a su vez colmaron de elogios y palabras de agradecimiento a sus superiores y al presidente Vladimir Putin por cómo procedieron desde que fueron detenidos en Eslovenia, en diciembre de 2022. A lo largo de los 47 minutos, sin contar los cortes publicitarios, el especial abordó la historia oficial de los dos agentes del SVR y de sus hijos. Aportó detalles sobre su formación en Rusia y sus misiones en la Argentina, Eslovenia y otros países, cómo entablaron vínculos de interés y algunas peculiaridades de su vida como “durmientes” o “exploradores”. “Hola, me llamo Ludwig Gisch”, comenzó él. “Hola, ¿qué tal? Me llamo María Mayer”, continuó ella, mientras sonreían para las cámaras, con una particularidad: ambos pronunciaron la “ll” como una “y”, con tonada y cadencia porteñas. Espías rusos en Argentina: la leyenda continúa Los Dultsev relataron, a continuación, que el desafío inicial tras completar los entrenamientos consistió en convertirse en argentinos. “Lo primero que tuve que hacer fue conseguir los documentos”, dijo él. “Eso lo hice bastante rápido”, completó, con una sonrisa, aunque no entró en detalles. Es decir, calló cómo y quiénes lo ayudaron a obtener la ciudadanía por opción gracias a su falsa madre, Helga Tatschke, una niña argentina que en realidad murió en 1947, a los cuatro años. Anya, en tanto, arribó a Buenos Aires como una supuesta mexicana nacida en Grecia, lo que también era mentira, pero accedió a la ciudadanía argentina sin tropiezos gracias a “una combinación documental”, dijo, que tampoco detalló. Apenas aludió a que contó con “documentos operativos” y luego sonrió, en una de las pocas ocasiones que lo hizo ante las cámaras. “Debemos estar siempre a la vanguardia”, se ufanó. Aunque subtitulado “Es hora de contarlo todo”, el especial de la televisión rusa omitió varios ejes que podrían haber expuesto los “trucos” de sus agentes. Por ejemplo, cómo sortearon los controles migratorios y de contrainteligencia en la Argentina y otros países de América del Sur y de la Unión Europea, mientras las imágenes combinaban secuencias del Obelisco, la Torre de los Ingleses, la Plaza de Mayo, la Plaza del Congreso, la 9 de Julio, la Catedral Metropolitana y la calle Florida, entre otras locaciones porteñas. “Según la leyenda, nos conocimos en la Argentina”, añadió Dultsev, lo que en realidad significó otro ladrillo en la fachada que buscaban construir, al igual que su casamiento porteño de 2015. ¿Por qué? Porque en realidad se habían casado en Rusia, en 2004, tras conocerse en un programa de contraterrorismo en San Petersburgo. El especial, de todos modos, sí aportó novedades. Además de confirmar el nuevo rol de los Dultsev en el SVR –al que ellos aludieron como “Centro” repetidas veces-, reveló que la pareja también estuvo en El Calafate, provincia de Santa Cruz, y mostró imágenes suyas en el glaciar Perito Moreno, sonriendo junto a sus hijos, Sophie y Daniel. Hasta ahora, los investigadores habían seguido sus rastros en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, Entre Ríos, Misiones, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Río Negro. Nacidos en el Hospital Italiano de Buenos Aires en 2013 y 2015, los chicos también aparecieron frente a las cámaras e incluso respondieron en ruso algunas preguntas del entrevistador, que le preguntó a Anya sobre cómo fue parir en el extranjero –“tenía miedo del parto, estaba preocupada sobre cómo nacería mi hija, si todo saldría bien, pero el parto pasó exitosamente”, dijo-, pero tampoco ahondó si la espía recibió apoyo médico privado o vinculado a Rusia antes o después de cada parto, como sospechan los investigadores. Algo similar ocurrió al abordar el viaje familiar al Mundial de 2018. “Fuimos convocados por ‘Centro’, a modo de vacaciones”, dijo ella. “Resultó bueno para los niños, pero también nos permitió solucionar asuntos, y tener una reunión de gestión”, completó él. Luego, ambos confirmaron que aprovecharon para que sus padres conocieran a sus hijos, aunque sin blanquear el vínculo que los unía. “Nuestros padres tuvieron que aprender un poco de español”, detalló ella, aunque el “especial” obvió el dato que salió a la luz semanas atrás. ¿Cuál? Que durante ese viaje habrían cometido un error que terminaría por exponerlos años después ante el servicio de inteligencia esloveno (SOVA). ¿Cómo? En vez de entrar con sus pasaportes argentinos, Artem y Anya habrían ingresado a Rusia con pasaportes diplomáticos rusos. Gran parte del especial giró alrededor de los hijos de la pareja, argentinos nativos –y, por tanto, con documentos de identidad y derecho a pasaportes argentinos hasta su muerte-, aunque los Dultsev los definieron como “rusos”. “Elegimos esta profesión también por nuestros hijos. Porque queremos que nuestros hijos tengan un futuro brillante en Rusia. Para que Rusia exista. Queremos que nuestro país sea poderoso. Un gran país. Un país soberano”, remarcó ella, que sólo en un momento pareció cerca de quebrarse ante las cámaras. No fue cuando relató la estadía de 19 meses de sus hijos por un orfanato esloveno, sino cuando rememoró que un emisario de Moscú le informó, en la navidad de 2023, que Putin le había concedido la Medalla al Valor. ¿Qué hizo ella? Tomó un block de notas del emisario, contó, y escribió tres palabras: “Sirvo a Rusia”. Durante el “especial”, sin embargo, Anya evitó ahondar en el plan que tenían para sus hijos que delineó en la entrevista que meses antes concedió al periódico Rossíiskaya Gazeta, también oficialista. “Pensé que los niños continuarían con nuestra profesión”, confesó entonces, con la ventaja de que sus hijos ya no tendrían que montar una fachada o “leyenda” para esconder su origen ruso y trabajar como espías “ilegales” –“conserva” o “exploradores”, en la jerga– porque ellos sí son argentinos nativos. De todos modos, si ambos espías callaron al respecto, el periodista del canal NTV se encargó de abordarlo con Sophie (hoy de apenas 12 años) y Daniel (10 años recién cumplidos). -¿Qué quieren ser cuando sean grandes? Los dos respondieron al unísono, ante la mirada de su madre: -Exploradores.

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