Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Capitalismo nacional: el rumbo de Trump

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 22/09/2025 06:48

    Trump, declarado defensor de la libertad económica, está cuestionando en la práctica los fundamentos de la ideología liberal El Capitalismo Nacional es una doctrina socioeconómica flexible, alejada de los extremos ideológicos (liberalismo o estatismo), que se circunscribe a la época en la que le toca desenvolverse. Tanto China, como Rusia, India, Turquía, y otras potencias intermedias se manejan con dichos conceptos doctrinarios. Propone la defensa de los Intereses Nacionales y del Bien Común, entendido como el desarrollo económico y humano armónico de toda la comunidad, en el marco de las circunstancias en que se desenvuelve la realidad geopolítica y en el contexto de la cultura y la historia de cada pueblo. Independiente de su proclama nacionalista MAGA (Make America Great Again), y de su extraña forma de gestionar la política exterior, Trump, declarado defensor de la libertad económica, está cuestionando en la práctica los fundamentos de la ideología liberal, base de la libertad absoluta del mercado: ha fijado aranceles superproteccionistas, controla ciertos precios y ha comprado, con dinero del Estado, acciones de empresas privadas para darles impulso. Una contradicción latente, que está en pleno desarrollo, se da también en su relación con las grandes empresas high tech, propulsores de la superIA, controladas por Elon Musk, Altman, Zuckerberg, Pichai y otros, representantes de poderosas élites ultralibertarias, defensoras de la desaparición de cualquier tipo de control estatal, inclusive de cualquier Estado. El gobierno estadounidense compró el 10 % de INTEL (fabricante de chips) pagando 8.900 millones de dólares. En estudio está la compra de acciones de Lockheed Martin, una corporación industrial militar, dedicada principalmente a los contratos militares del Pentágono. Recientemente pagó 400 millones de dólares para adquirir una participación del 15 % en MP Materials, un productor de tierras raras, mientras simultáneamente le otorgó a MP Materials un precio mínimo garantizado durante la próxima década para la compra de sus productos, neodimio-praseodimio, a un precio superior al del mercado, mientras esa empresa cortaba las relaciones con los chinos. Esa decisión cuadriplicó el valor de las acciones de MP Materials, creando una relación precio-ventas mucho mayor que incluso la de Apple o Nvidia. Otros empresarios de sectores estratégicos, como el director de Ramaco Resources, rival de MP Materials, estarían presionando para obtener apoyos similares, un modelo público-privado, no ya de obra pública, sino de producción de productos industriales claves. EEUU ya había mostrado ansiedad con las tierras raras, mientras discutía aranceles con China, que domina la producción mundial de los imanes necesarios para muchos procesos civiles y militares clave, y controla más del 55% de la minería y el 70% del procesamiento global de tierras raras. Crear nuevas cadenas de abastecimiento es una tarea larga y compleja porque, en este caso, el problema clave es el procesamiento, ecológicamente problemático, y no la provisión del mineral en bruto. Salvo un milagro de crear rápidamente un nuevo proceso innovativo, se requerirá la colaboración con Australia, Canadá y países africanos; países que Trump ha irritado con sus aranceles. Se observa un cambio de rumbo desde un capitalismo muy liberal hacia políticas capitalistas con mayor injerencia estatal, a semejanza de lo que desde hace décadas efectúan China, Rusia y otras potencias intermedias. Pareciera que la competencia geopolítica está llevando a EEUU a ser pragmáticamente estratégico y menos ideológico. Si Beijing subsidia su industria de tierras raras, impone controles a las exportaciones y baja los precios para ganar cuota de mercado, EEUU no podría competir con las reglas del libre mercado. Este concepto bien podría expandirse a otros rubros, o bien ser utilizados por otros países para defender a sus industrias, como así lo está haciendo EEUU y muchos países. La entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC) hace 20 años hizo creer a Occidente que China iniciaba una liberalización de su economía. Ahora parece que EEUU está adoptando el modelo chino con características norteamericanas, ya descripto en mi anterior artículo: https://www.infobae.com/opinion/2025/04/06/el-modelo-chino-arribo-a-washington/ Como Trump tiene una mentalidad pragmática y comercial, tal vez quiera aplicar estos nuevos conceptos a otras áreas no tan geopolíticas o estratégicas. Por ejemplo, para impulsarlas, ha regulado el mercado de las criptomonedas, pese a cierto conflicto de intereses; también despidió a la responsable de las estadísticas laborales por publicar datos de empleo que consideró errados. Pero lo más importante ha sido cortar la libertad absoluta y la independencia de la Reserva Federal: ha hecho cesar a la gobernadora Lisa Cook, y ha intentado destituir a su presidente, Jerome Powell, por resistirse a modificar la política monetaria, bajando la tasa de referencia (intereses), tema que parece haber logrado en estos días. Son cambios significativos con ciertos paralelismos a gobiernos más autoritarios o de países emergentes. EEUU siempre que ha intervenido para apoyar sus intereses estratégicos, ya sea mediante préstamos públicos a otros países (Plan Marshall), desgravaciones fiscales e inversiones, lo ha hecho por motivos excepcionales, como la II GM o la pandemia. Se deduce que Trump aprecia que la presente situación es muy crítica y trascendental. Tal vez eso explique el cambio de nombre impuesto al Departamento de Defensa (Pentágono), reestableciendo su antiguo nombre, anterior a la Guerra Fría: Departamento de Guerra. Ante tales circunstancias, se escucha el fuerte silencio de Wall Street, centro del liberalismo financiero, lo cual significa que, aparentemente, se subordinaría al poder político del Estado, a través de Howard Lutnick, actual Secretario de Comercio y ex corredor de bolsa de Wall Street. Por otro lado, una parte de los empresarios industrialistas probablemente juzgan que la competencia con China se hace difícil en los términos de la absoluta libre competencia y busquen refugio en los nuevos conceptos de capitalismo nacional. O bien, que no sean preocupaciones por la seguridad nacional y sólo quieran aprovecharse de la nueva política, para “pescar en la pecera”. La reciente reunión de Trump con los grandes de la high tech revela la preocupación que existe en la competencia con China en cuanto al desarrollo de la superIA, ya que es altamente probable que ocurran grandes alteraciones dentro de la burbuja financiera creada en dicho sector, que no resistiría el actual crecimiento descontrolado por la competencia intra EEUU. Habrá que ponerle mucha atención a esto. En el particular momento de la competencia global por la IA y previendo que la tecnología es una fuente de problemas de la seguridad, es muy probable que los gobiernos seleccionen las empresas proveedoras para ciertos sectores claves y así reducir los riesgos de la ciberseguridad. Desde este punto de vista, hasta sería lógico adquirir participaciones en gigantes industriales, de servicios públicos, satelitales, cables submarinos ligados a Internet, casi como se ha hecho con la industria nuclear militar. O bien ejercer un control aún más riguroso de las exportaciones sensibles. Recientemente, Trump ha exigido a las tecnológicas Nvidia y Advanced Micro Devices que depositen en cuentas gubernamentales el 15% de sus ventas a China, a cambio de autorizarles a realizar esas transacciones. Todo suma para bajar el déficit fiscal, sin cargarle la cuenta al contribuyente común. Washington impuso a la japonesa Nippon Steel la cesión de una acción de oro de control, para permitirle comprar la gran productora de acero, US Steel. En las negociaciones arancelarias, el mandatario ha exigido a sus principales socios comerciales (UE, Japón, Corea del Sur) inversiones, dentro de EEUU, por un total de 1,5 billones de dólares. Los grandes cambios siempre originan fuertes ganancias y fuertes pérdidas. Hay grandes resistencias a las medidas de Trump, tanto en su intervencionismo como en su política de pacificación en Ucrania, contraria a los intereses del complejo militar industrial, sostenido desde la OTAN, o bien en las enmascaradas ansias desmedidas de los ultralibertarios de las empresas high tech, manifestadas abiertamente por Elon Musk. Cuando Trump asume el gobierno, señalamos que uno de sus principales problemas que tendría que enfrentar eran los intereses y el poder del “Deep State”. Las señales de antagonismo a Trump no se manifiestan por medio de debates filosóficos o ideológicos sobre las bondades del liberalismo, sino por acciones violentas, como las experimentadas por el mismo Trump, el 13 de julio de 2024 en Pensilvania, y ahora en Ohio contra el Charles Kirk, el activista conservador y seguidor de Trump. La historia de EEUU ha estado marcada por la violencia política durante generaciones, que se agudizan cuando hay problemas de pérdida de poder nacional, profundas divisiones internas y líderes que incitan a polarizaciones extremas. Los antagónicos intereses políticos y económicos en juego no hacen fácil la búsqueda de soluciones compartidas; por el contrario, ayudan a prolongar el estado de violencia.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por