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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 22/09/2025 04:56
Sara Jane Moore dijo en algunas entrevistas que no tenía problemas mentales cuando decidió apuntarle a la cabeza del presidente de Estados Unidos (Grosby) Un acto que apenas se extendió por segundos, pero que dejó una marca en la historia de Estados Unidos, tuvo lugar el 22 de septiembre de 1975. Aquel día, Sara Jane Moore, contadora y ama de casa de 45 años, protagonizó un fallido magnicidio que puso en jaque la seguridad presidencial y desencadenó interrogantes sobre sus motivaciones y conexiones para intentar matar al presidente del país más poderoso del mundo. La escena principal se desarrolló ante la entrada del Hotel Saint Francis en la ciudad de San Francisco. No se trató simplemente de un operativo aislado: el intento de Moore de asesinar al entonces presidente Gerald Ford se produjo en un contexto singular, apenas diecisiete días después de otro atentado fallido contra el mismo mandatario. El presidente de Estados Unidos, Gerald Ford, en la puerta del hotel donde segundos después le disparara Sara Jane Moore (Grosby) Cuando Gerald Ford, quien había asumido la presidencia tras la renuncia de Richard Nixon por el escándalo de Watergate, salió a la puerta del hotel, fue recibido por una multitud que incluía a seguidores y curiosos, entre quienes se camuflaba Moore. Vestida con pantalones color canela y chaqueta azul, la mujer sostenía en su cartera una pistola calibre 38. Aprovechando la confusión del momento, esperó su oportunidad y disparó desde unos doce metros de distancia. La bala pasó apenas por sobre la cabeza del presidente e impactó contra una pared. En medio del caos desencadenado por el estruendo del disparo, Moore intentó de nuevo accionar el arma. Esta vez fue Oliver Sipple, un exmarine y veterano de la guerra de Vietnam, quien sujetó su brazo, desviando el tiro y frustrando un desenlace mortal. El segundo disparo terminó hiriendo a John Ludwig, un taxista de 42 años, que sobrevivió tras recibir atención médica. La reacción de los agentes del Servicio Secreto fue inmediata. Sacaron a Ford de la escena, lo subieron a toda prisa a una limusina blindada y partieron rumbo al Air Force One para evacuarlo. Entre la confusión, Moore, al ser atrapada, expresó: “Si tenía la 44, no se me escapaba”, en referencia a que apenas un día antes, la policía le había confiscado una pistola calibre 44 junto con 113 balas. Obligada a adquirir a último momento la 38, un arma menos familiar, Moore utilizó esa mañana esta nueva pistola durante el atentado. El juez federal Samuel Conti señaló su sospecha de que, de haber tenido la calibre 44, “habría logrado su objetivo”, mientras que la 38, según sus palabras, “funcionó de manera defectuosa”. El primer balazo pasó cerca. El segundo fue evitado por un hombre que le impidió a Sara Jane Moore disparar con dirección a Gerald Ford La secuencia de acontecimientos no sólo alteró la rutina de un presidente acostumbrado a la tensión, sino que transformó por completo la vida de los tres protagonistas principales. El presidente Ford se convirtió en el único presidente estadounidense que enfrentó y sobrevivió a dos atentados fallidos en menos de un mes. Moore pasó, en segundos, de ama de casa a protagonista de una de las imágenes más recordadas de la década, y Sipple fue elevado a la condición de héroe nacional sin buscarlo. Moore fue detenida inmediatamente luego del fallido ataque y presentada ante la Justicia. Su abogado intentó persuadir al tribunal sobre problemas psiquiátricos de su defendida, pero la acusada lo rechazó, declarándose culpable del intento de asesinato. Durante la audiencia de sentencia declaró ante el juez y la prensa: “¿Si lamento haberlo intentado? Sí y no. Sí, porque logré poco, excepto desperdiciar el resto de mi vida. Y no, porque mi acto fue una expresión correcta de mi enojo”, según consignaron crónicas de la época. Fue condenada a cadena perpetua y remitida a la prisión federal de mujeres en Dublin, California, donde cumpliría una pena que, con una breve excepción, se extendería durante 32 años. La tapa del diario San Francisco Chronicle con la noticia del atentado y de la detención de Sara Jane Moore El móvil que impulsó a Moore no quedó del todo claro en las investigaciones y tampoco la Justicia logró esclarecer a fondo sus conexiones. El fiscal federal James L. Browning Jr. expuso en primera instancia que nada indicaba la participación de terceros, aunque no descartaba nexos con grupos de extrema izquierda. Días después surgirían versiones sobre un vínculo entre Moore y el Ejército Simbionés de Liberación, grupo revolucionario estadounidense conocido por secuestros, robos y asesinatos entre 1973 y 1975. Adicionalmente, se confirmó que Moore había trabajado como informante del FBI, actuando como infiltrada en la organización guerrillera. La red de relaciones que tejía la vida de Moore se volvió aún más compleja al saberse estos antecedentes, aunque ella misma proporcionó pocas explicaciones coherentes. En declaraciones judiciales posteriores, Moore relató la sucesión de sus acciones la mañana del atentado. Detalló cómo había salido de su vivienda en el Distrito Mission de San Francisco, cargando el arma en la cartera, y condujo hasta el lugar del acto presidencial “esperando que la detuvieran por exceso de velocidad”. Permaneció unos minutos en la puerta del hotel y observó salir a un hombre que creyó ser Ford, preparándose para disparar. Según dijo: “Diez minutos después, el presidente salió. Si se demoraba más, yo hubiera tenido que ir a buscar a mi hijo a la escuela”. Se refería a Frederick, de nueve años, el único de sus cuatro hijos que estaba bajo su custodia y quien fue remitido a protección luego del arresto de Moore. Sara Jane Moore tuvo cuatro hijos. Se reconectó con ellos luego de las más de tres décadas de detención por haber atentado contra el presidente de Estados Unidos Las semanas siguientes al intento de asesinato, las autoridades y los medios de comunicación profundizaron en el pasado de Moore. Se supo que no sólo había trabajado como contadora y ejercido empleos ocasionales, sino que además era una figura con un pasado familiar y profesional inestable: había afrontado cinco divorcios y arrastraba dificultades económicas con deudas de alquiler acumuladas. Nacida en Charleston, Virginia Occidental, y con estudios de enfermería y experiencia en el Cuerpo de Mujeres del Ejército, Moore enfrentaba una etapa de desempleo y precariedad. James L. Hewitt, su abogado, sostuvo que tras reiterados estudios psicológicos, el estado mental de Moore seguía siendo “turbio”. Su contexto ideológico se vio influenciado también por el caso de Patty Hearst, hija del magnate de medios William Randolph Hearst, que fue secuestrada y finalmente se incorporó, bajo el nombre de guerra Tania, al mismo Ejército Simbionés de Liberación. Moore, fascinada tras conocer el caso, se ofreció como contadora de la organización benefactora People In Need (PIN), creada precisamente a raíz del secuestro de Hearst. Sara Jane Moore fue condenada a perpetua pero salió luego de 30 años en prisión (Grosby) En una entrevista para el Los Angeles Times, Moore explicó: “Estaba fascinada, aprendiendo que había todo un movimiento de izquierda del que no sabía nada. Estaba insatisfecha con el mundo y empecé a pensar que la revolución socialista podía ser algo que lo cambiara”. Al cabo de poco tiempo, fue despedida de la entidad, lo que acentuó su distanciamiento de la realidad y su radicalización política. Una de las hipótesis levantadas por los investigadores fue que, para demostrar su lealtad a los revolucionarios, Moore optó por el atentado, aunque la información nunca se corroboró plenamente. Durante los días anteriores al hecho, Moore practicó tiro al blanco con la pistola calibre 44 que terminaría en manos de la policía, obligándola a realizar el atentado con un arma menos potente y menos familiar para ella. Según relató en una entrevista de 1982, tras un abrupto corte en las comunicaciones por parte del FBI, Moore llegó a convencerse de que el gobierno planeaba matarla y que, bajo esa paranoia, “pensé que matar al presidente podía desencadenar una revolución. Creo que en esa época yo funcionaba únicamente con adrenalina y sin pensar con claridad”. La tapa del diario Washington Post. El título principal informa sobre la detención de una mujer y resalta que Gerald Ford se había salvado por segunda vez (Grosby) El fracaso de Moore no solo salvó la vida de Gerald Ford, sino que catapultó a la fama involuntaria a Oliver Sipple, el exmarine que intervino en el momento justo. Sipple, interrogado por las fuerzas de seguridad y posteriormente liberado, fue abordado por la prensa y elevado a la categoría de “héroe nacional”. No obstante, Sipple manifestó: “Soy más bien cobarde. No sé por qué lo hice. No soy un héroe ni nada parecido”. Lo que Sipple no anticipó fue que, tres días después del incidente, su historia atravesaría un giro inesperado cuando el periodista Herb Caen del San Francisco Chronicle reveló que el exmarine era homosexual. Caen había recibido la información de activistas como Harvey Milk y el reverendo Ray Broshears, quienes deseaban visibilizar que un héroe podía ser gay en una sociedad que todavía condenaba la homosexualidad. El resultado fue el rechazo de la familia de Sipple, especialmente de su madre, y una presión pública sobre su vida que lo afectó profundamente; murió en 1989 a los 47 años. El proceso judicial llevó a Moore a la cárcel federal de mujeres de Dublin. En 1979, tras cumplir cuatro años de condena, logró fugarse, aunque fue recapturada pocos días después. Ella misma, en tono irónico, declaró: “De haber sabido que iban a encontrarme, en cambio de esconderme me iba a un bar a tomar algo y comer una hamburguesa”. Su vida penitenciaria continuó: trabajó en el programa UNICOR como contadora principal de internos, recibiendo una paga de un dólar con veinticinco centavos por hora. Finalmente, tras pasar 32 años recluida, Moore recuperó su libertad bajo el régimen de libertad condicional el 31 de diciembre de 2007, un año después de la muerte de Ford. En 2015 Sara Jane Moore fue entrevistada por CNN. La mujer que atentó contra Gerald Ford hace medio siglo, nació el 15 de febrero de 1930 (Captura de video) En el ocaso de su vida, Moore cambió su visión sobre el hecho: “Estoy muy contenta de no haber tenido éxito en 1975. Ahora sé que estaba equivocada al intentarlo”, expresó en una entrevista de 2009 con la cadena NBC, en contraste con sus declaraciones en el juicio inicial. Por su parte, Ford, en una entrevista brindada en 2004, sintetizó su impresión acerca de los atentados: “Supongo que las personas que intentan cometer este tipo de atentados son inusuales. Squeaky Fromme ciertamente estaba enajenada; Sara Jane Moore, también”. En esas declaraciones Ford no solo hablaba de Sara Jane Moore sino también de Lynette “Squeaky” Fromme, seguidora del Clan Manson que el 5 de septiembre de 1975 había intentado asesinar al presidente de Estados Unidos en Sacramento, Los Ángeles. La mujer corrió hasta él -que se dirigía a una reunión con el gobernador Jerry Brown-, gatilló su pistola y apenas escuchó un clic decepcionante antes de ser derribada por agentes del Servicio Secreto. Diecisiete días después, hace exactamente medio siglo Ford se salvaría de nuevo. En la segunda ocasión Sara Jane Moore, que en la actualidad tiene 95 años, fue la que falló al dispararle.
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