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» Misionesopina
Fecha: 22/09/2025 02:54
En menos de dos años, el Mercado Central de Misiones cambió de piel. Donde antes se hablaba de hechos de violencia, aprietes y un clima enrarecido, hoy la conversación gira en torno a seguridad, inversiones, trabajo y familias que vuelven a caminar con tranquilidad los pasillos de madrugada. La transformación tiene nombres propios, decisiones políticas y obras concretas: una Unidad Operativa Policial con centro de monitoreo 911 funcionando las 24 horas, 28 cámaras de frío de última generación para los productores y una estación de servicio en obra que sumará logística, servicios y empleo. Al frente de ese viraje está Fernando Toledo, presidente del Mercado Central, un dirigente que combina gestión, cercanía y proyección política. “Pasamos de hablar de miedo a hablar de futuro. Hoy el Mercado Central es trabajo, seguridad y oportunidades.” La foto de la semana lo mostró junto al gobernador Hugo Passalacqua y al intendente Leonardo Stelatto, inaugurando la comisaría y habilitando el sistema de videovigilancia, mientras supervisaban el avance de la estación de servicio. No fue un acto aislado, sino el broche visible de una agenda que Toledo empuja desde el primer día: ordenar, cuidar, iluminar y abrir. “Esto es trabajo de y para los misioneros”, subrayó el Gobernador, en línea con la filosofía que guía a la conducción del Mercado: cada decisión, desde una luminaria hasta una cámara de frío, debe traducirse en más oportunidades para quienes producen, venden, compran o simplemente atraviesan el predio. El impacto de las cámaras frigoríficas —un reclamo histórico del sector— ya se siente en la economía real de los puestos. Productores que antes “regalaban” su mercadería si no lograban venderla en pocas horas, ahora la conservan para ofrecerla fresca al día siguiente; y quienes tenían tierra y espalda para producir un poco más, pero no dónde guardar, encuentran por fin una infraestructura que les permite planificar. “Las cámaras de frío son productividad pura y defensa del esfuerzo del productor.” La seguridad, por su parte, pasó de ser el problema a convertirse en la ventaja competitiva del lugar. La comisaría con monitoreo 911, el patrullaje permanente y la atención al vecino del barrio sacaron al Mercado de la zona gris y lo instalaron como un nodo comunitario. “Hoy el Mercado tiene otra cara: de la inseguridad pasamos a un lugar tranquilo y seguro, donde volvieron las familias.” Pero la “cercanía” que Toledo repite como bandera no se agota en fierros y ladrillos. También se expresa en políticas sociales: recuperación de alimentos para comedores, una escuelita de fútbol solidaria con más de 60 chicos, merienda saludable y acompañamiento nutricional. Y en la decisión de ir a buscar productores a sus chacras, subsidiar ingresos cuando hizo falta y construir con diálogo un vínculo de confianza con la Cámara de Operadores. Con esa trama de datos y gestos, el Mercado Central dejó de ser un problema para convertirse en modelo. Un modelo de gestión con los pies en el barro y horizonte político. Entrevista —Comisaría, cámaras de frío, estación de servicio: ¿qué significa este paquete de obras para el Mercado? —El miércoles tuvimos la visita del gobernador para poner en funciones al jefe de la nueva comisaría del Mercado Central. Es un logro histórico. Antes se hablaba de inseguridad; hoy hablamos de seguridad, y eso beneficia a operadores, empleados y vecinos de la zona. Marca un antes y un después: pasamos de los hechos de violencia a un lugar tranquilo y seguro para que también las familias vengan a comprar. —¿Se cerró una etapa oscura? —Sí, y costó. Durante dos años trabajamos para terminar con la inseguridad y ordenar. Dejamos de hablar de lo que oscurecía al Mercado para hablar de inversiones, empleo, mejor producción y más ganancia para los productores. La comisaría es el broche de oro de esa etapa: consolida un cambio cultural y operativo. Hoy el Mercado tiene otra cara. —¿Cómo definís al Mercado Central? ¿Cuál es la filosofía detrás? —Es un modelo de cercanía con la gente. Desde el primer día entendimos que el Mercado debe ser un espacio de contención, un ecosistema donde conviven todas las clases sociales. Nuestra mirada fue simple: que la gente esté un poco mejor. Recuperamos frutas y verduras que antes se desechaban y hoy terminan en la mesa de cientos de misioneros; ahora también carne. Eso es política social aplicada al territorio. —¿Cómo se traduce esa cercanía en números? —Cuando arrancamos había 16 productores; hoy son 43, todos misioneros. Cada puesto genera empleo directo e indirecto. La cercanía no es un eslogan: es caminar, escuchar e ir a la chacra a invitar al productor a vender acá. El resultado está a la vista: más oferta, mejores precios y más familias comprando. —Hablemos de las 28 cámaras de frío. ¿Qué cambia para el productor? —Todo. Si antes a las nueve de la mañana no vendías, tenías que malvender o volver con la mercadería. Hoy podés refrigerar, mantener frescura y vender al día siguiente. Eso reduce pérdidas y mejora ingresos. Además habilita a producir más: muchos tenían tierra y capacidad, pero no dónde guardar. —También hay un costado social fuerte: deportes, nutrición, acompañamiento a familias. —Claro. Tenemos la escuelita de fútbol solidaria con más de 60 chicos, con merienda saludable, profe y nutricionista. Muchos padres hoy no pueden pagar una cuota deportiva; el Mercado aporta para que sus hijos tengan actividad, contención y hábitos sanos. Es otra forma de estar cerca. —La estación de servicio en obra suma un capítulo logístico. ¿Qué esperan cuando abra? —Será Axion Energy, con acceso por colectora y servicios pensados para choferes, operadores y vecinos. Habrá restaurante, baños con ducha, áreas de descanso y playa para camiones. Es inversión privada en articulación con el Estado, que genera empleo y mejora logística. —Como dirigente, ¿qué te guía cada mañana? —Volver a conectar la política con la gente. Mirar a los ojos, escuchar e interpretar qué necesita cada actor del Mercado. La política es un puente para resolver problemas reales, y para que ese puente exista hay que caminar mucho. Cercanía y acción: ese es el norte. —¿Dónde te imaginás al Mercado Central en el corto plazo si esta agenda se sostiene? —Consolidado como polo logístico y social: más seguridad, más infraestructura, más productores y más familias. Un Mercado que abastece, cuida y organiza; que irradia buenas prácticas a ferias y mercados concentradores. —Si tuvieras que resumir el cambio en una frase… —Pasamos de hablar de miedo a hablar de futuro. Hoy el Mercado Central es trabajo, seguridad y oportunidades.
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