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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 19/09/2025 05:00
Alexandra Peláez Botero, directora de educación de Proantioquia ProAntioquia acaba de publicar un informe de educación que ofrece una radiografía de los desafíos que atraviesa el sistema escolar del departamento y de toda Colombia. Más allá de los datos puntuales, el documento plantea la urgencia de recuperar aprendizajes, mejorar la equidad territorial y sostener la continuidad de los estudiantes. El informe no se limita a señalar carencias, sino que abre un horizonte de acciones posibles para fortalecer la escuela y su vínculo con las comunidades. Alexandra Peláez Botero conoce de primera mano ese escenario. Fue secretaria de Educación de Antioquia durante la pandemia y, desde entonces, ha seguido involucrada en proyectos que buscan tender puentes entre lo público y lo privado. Hoy, desde ProAntioquia, impulsa programas que ponen el acento en la ruralidad, los aprendizajes fundamentales, y acceso a educación postsecundaria. Su mirada combina la experiencia de gestión con el trabajo cotidiano en las organizaciones que acompañan a las escuelas. En diálogo con Ticmas, Peláez Botero se detiene en los principales hallazgos del informe y comparte su perspectiva sobre cómo avanzar en temas críticos: la enseñanza de matemáticas y lenguaje, la situación de las escuelas rurales, el papel de las madres en la trayectoria educativa de sus hijos y la necesidad de ampliar el acceso a la tecnología. Sus reflexiones invitan a pensar en intervenciones ajustadas a cada territorio y en alianzas capaces de sostener los cambios en el tiempo. —¿Podría comenzar con un estado de situación de la educación en Antioquia? —En términos generales, enfrentamos nuevos y grandes desafíos con respecto a la pérdida de aprendizajes fundamentales. Lo que no es un secreto ya que el Banco Mundial y el BID lo vienen diciendo después de la pandemia. —La mayoría de los niños de 10 años no pueden leer un texto simple, en países de bajos y medianos ingresos, según el Banco Mundial. —Así es. Ese es el dato del Banco Mundial para Latinoamérica. En Antioquia levantamos la línea de base con el Banco Mundial, la Gobernación de Antioquia, el apoyo de Empresarios por la Educación, y el índice nos muestra que, de diez, siete no saben leer. Hoy, con esa misma alianza, esperamos levantar los datos para matemáticas. El informe "El estado de la Educación 2025" de ProAntioquia —¿Cuánto le llevaría a Antioquia revertir esta tendencia? —Si abordáramos niño a niño en los 125 municipios del departamento, necesitaríamos cinco años para retomar la senda. Yo fui la secretaria de Educación en la pandemia en la Gobernación de Antioquia y, por eso, entendía la necesidad de este análisis. En la pandemia fuimos capaces de dar clases de español y de acompañar desde la literatura, el cuento, la poesía. Pero no fuimos capaces de acompañar en otras áreas. Hoy se refleja la pérdida de aprendizajes en lenguaje y mucho más profundamente en matemáticas. Esto no busca plantear un panorama pesimista, sino hacer un llamado a la acción entre el sector público y el sector privado para trabajar en aprendizajes fundamentales, en el análisis de datos —que cada nuevo programa empiece con levantamiento de evidencia—, en emparejar la educación rural y rural dispersa a niveles mucho mejores, y en la educación de adultos, que debe reconfigurarse no sólo para que el adulto sea funcional, sino porque tiene retribuciones importantes en el núcleo familiar. —De todos los políticos que he entrevistado —y han sido muchos, en toda Latinoamérica— usted es la primera que reconoce limitaciones en su gestión. ¿Cómo se asumen esas limitaciones y cómo se buscan puntos de mejora? —En el sector educativo es muy fácil hacer reformas: eso es esperanzador. Pero también es muy fácil devolverlas. Así como se avanza, en esa misma medida se retrocede. Por ejemplo, nosotros creamos el Centro de Innovación del Maestro, MOVA, en la alcaldía del doctor Aníbal Gaviria. Era un gran centro para que la didáctica, la metodología, la enseñanza y el aprendizaje en los maestros fuera otra cosa. Hoy el MOVA sigue en el tiempo, pero fue muy fácil que una mala administración, se devolviera con respecto a la metodología, hoy apenas se están retomando los orígenes. Sin embargo, Antioquia es un territorio resiliente que construye sobre lo construido, que, apuesta a la sinergia, que sigue apostando al sector, al futuro de los niños y las niñas. No perdemos de vista que todos debemos estar al servicio de los niños y las niñas —En una respuesta anterior hablaba de la articulación entre lo público y lo privado. En educación, sobre todo, hay que convencer mucho en la importancia de ese tipo de acuerdo. ¿Cuánta resistencia encuentra en esa idea? Y también: ¿qué beneficios ve en la conjunción? —El sector educativo es un sector muy normado, lo que hace que se tienda a perder creatividad porque primero hay que hacer lo que dice la norma. y luego buscar los espacios para hacer las innovaciones, sobre todo en la experiencia de aula donde se sigue pensando cómo mejorar los procesos de enseñanza, cómo hacer que los niños aprendan más, qué alternativas hay para que no deserten. "Para el gobierno nacional la educación no es una prioridad", dice Alexandra Peláez Botero —En un territorio como el de Colombia, muchas veces el Estado no consigue la capilaridad para cubrirlo enteramente. ¿Cómo se trabaja en esos lugares en donde el Estado no llega a hacer pie? —Voy a hablar de mi experiencia. Cuando quisimos retomar las clases después de la pandemia, encontramos 535 sedes sin agua potable. Entonces, a través de las Juntas de Acción Comunal, de las Fundaciones, de la empresa privada —en este caso, las universidades, con acompañamiento de los sindicatos de directivos docentes, del sindicato de maestros, fuimos encontrando las formas para llegar a las instituciones e instalar tanques de agua, con un diagnóstico realizado con la fundación EPM. Fue ofrecer una solución que nunca iba a ser solamente de la mano del Estado, sino que tenía que ser precisamente desde ese tejido social. Es la suma de los esfuerzos lo que finalmente hace que los resultados lleguen a los territorios. —Siguiendo por esta línea, el informe también aborda la ruralidad. ¿Podría caracterizar la situación de las escuelas rurales en Antioquia? —Antioquia tiene 2.500 escuelas monodocentes que, por supuesto, dependen de un solo maestro y de su metodología, de su actualización, de su dotación. Por eso desde ProAntioquia promovemos la Alianza por la Educación Rural del Departamento, en alianza con el sector privado se invierten 15.500 millones de pesos al año. Y entre los actores, la Gobernación de Antioquia es un actor principal, ya que son ellos quienes nos ayudan a instalar las post-primarias en el territorio. Hoy llegamos a veintisiete municipios del departamento. La alianza incluye educación para la primera infancia, remediación de aprendizajes fundamentales, estamos haciendo proyectos pedagógicos productivos y finalmente llevando a la universidad al campo. En el caso de Antioquia era mucho más costoefectivo llevar la universidad a las veredas que entregarle una beca al estudiante para que se desplazara a la ciudad sumando al desarraigo de la familia. —Estuve en un congreso de Bogotá y los invitados me decían que peleaban por sostener a los chicos en el aula porque, si no iban a la escuela, terminaban formando parte de las pandillas. ¿Esto también sucede en Antioquia? —Por supuesto que sucede. El Centro de Valor Público de EAFIT ha hecho estudios importantísimos con los estudiantes de las instituciones educativas y determina que condiciones los llevan a pertenecer o no a los combos, y ha propuesto estrategias de intervención en territorio para que los jóvenes del distrito tengan un proyecto de vida. El actual alcalde lo retomó en un proyecto que se llama “Parceritos”. Hay muchísimas organizaciones trabajando para que los jóvenes en Medellín y Antioquia tengan un proyecto de vida sostenible que no necesariamente deba ser el que “vendemos” como estándar. Es decir: no todos vamos a pasar el examen de la Universidad de Antioquia, no todos vamos a ser profesionales en cinco años. Hay un tejido social que se preocupa por ofrecer alternativas a los jóvenes en una serie de temas: salud mental, socioemocionales, socio-ocupacionales y en inserción a la educación post secundaria, cualquiera que sea la elección que tengan los jóvenes. —¿Cómo contemplan las distintas realidades del departamento? —No todos los municipios en Antioquia son iguales. Queremos que el modelo de intervención por conglomerados que proponemos se use de acuerdo con las características del territorio y logremos diseñar cada vez más productos y servicios a medida. En territorios urbanos es muy importante que nos enfoquemos en mitigar el trabajo juvenil informal, mientras que en los rurales necesitamos que la educación de adultos nos ayude a fortalecer las redes de apoyo comunitarias. Lo que decimos es que hay que retomar la educación de adultos porque una madre puede lograr que su hijo permanezca en la escuela. —Un dato del informe muestra que el nivel de estudios de la madre de alguna forma determina el trayecto de los hijos. ¿Cómo toman el fomento de los adultos, en ese sentido? ¿Derrama hacia los hijos? —Sí, precisamente en los estudios del informe comparamos a los estudiantes que se presentaron en las pruebas Saber 5 y Saber 11, y los que lograron permanecer en la trayectoria eran aquellos en donde la madre tenía mayor nivel de escolaridad. En Colombia pasan dos cosas: lo primero es que hemos perdido muchísimos hombres en la guerra, y lo segundo es que los hombres siguen siendo quienes desplazan ese costo de oportunidad al trabajo. Los niños se van a trabajar —sobre todo en temas de agricultura— y las niñas terminan haciendo trabajos de cuidado en el hogar. Por eso se está promoviendo retomar una nueva visión de la educación de adultos y de la educación de las madres. —Recién decía “intervención por conglomerados”. ¿Qué significa? —Antioquia tiene 125 municipios que al caracterizarse con indicadores, nos muestran 4 grandes grupos. Nosotros trajimos catorce indicadores para agrupar a los municipios de Antioquia por sus características comunes, para que, cuando las fundaciones y las empresas privadas vayan a hacer una intervención, miren las características del municipio y no hagan intervenciones homogéneas, sino de acuerdo con las condiciones de las regiones. —¿Podría dar un ejemplo? —Tenemos unos municipios que hemos llamado “Territorios de vida”, donde hay una alta proporción de docentes con posgrado, muy baja tasa de trabajo infantil, niveles bajos de pobreza monetaria y hacinamiento, y tienen muy buenos indicadores de calidad de vida. En esos “territorios de vida” queremos proponer, tanto al gobierno como a la empresa privada, que nos concentremos en las mejoras de calidad. Mientras que los municipios caracterizados como rurales en desarrollo tienen más trabajo infantil, y ese es un trabajo infantil que no se va a erradicar porque hace parte de la cultura. Más que desconocer el problema —por supuesto, no queremos que ningún niño trabaje—, miremos cuáles son las intervenciones que deberíamos hacer en esos territorios. Mientras en unos territorios podemos hablar de STEM e inteligencia artificial, en otros queremos pedirles a los privados y al Estado que nos concentremos en obras por impuestos, en reposición de la infraestructura, en establecimiento de restaurantes y cocinas, en los equipamientos, en instalación de agua, energía eléctrica. Hay municipios donde el rendimiento social sobre la inversión en educación no va a ser lo mismo, porque antes de hablar de lectura primero hay que cubrir necesidades básicas insatisfechas. —Hay algo particular del informe, que tiene que ver con la evaluación y la toma de decisiones. Dicen que hacer un análisis en el grado 11 es una pérdida de oportunidad. ¿Por qué? —Nosotros decimos que hay que retomar las mediciones censales en momentos claves del aprendizaje. Colombia tuvo mediciones en 3°, 5°, 9.º y 11°. Hoy solamente tenemos en grado 11. Entonces, hay una cantidad de sesgos. Sabemos que además las pruebas son muy costosas. Sabemos, que para el gobierno nacional la educación no es una prioridad así lo ha demostrado, y muestra de ello es la eliminación del subsidio a la tasa de interés de los créditos que otorga el ICETEX. Nosotros queremos decir: volvamos a un ejercicio en donde, desde el sector privado, desde los territorios, desde las regiones, retomemos las mediciones censales que nos puedan contar qué necesita el niño en cada grado para activar planes de mejoramiento diseñados in situ en los territorios. En ProAntioquia decimos “Por Colombia, desde las regiones”. —Le propongo volver al informe para hacer la última pregunta: ¿qué papel juegan la tecnología y la inteligencia artificial? —Nosotros comparamos a todos los niños que presentaron la prueba Saber 5 cuando era censal en 2014, 2015, 2016 y 2017, y lo comparamos con el grupo esperado en el 2020 cuando presentaron pruebas Saber 11. Es decir: yo estaba en 5º en el 2014 y en 2020 presenté Saber 11. Comparamos esos grupos para saber quiénes desertaban y qué pasaba en la mitad del camino. Vimos que los estudiantes sin acceso a tecnología enfrentan mayores riesgos de exclusión, incluso en las zonas rurales. Por eso queremos impulsar con el sector privado no perder lo que habíamos ganado en conexión, en formación de maestros, en formación en el aula apoyada por las TIC y en dotación, que no es un tema menor. Hay un gran proyecto de internet con equidad para mejorar la conexión, pero nuestros indicadores con respecto a la tencencia y uso de la tecnología siguen siendo muy regulares en los hogares. —¿Qué dispositivos tienen los chicos? —Si bien el 85% de los hogares tienen un celular, solo el 65% tienen Internet y solo el 35% tienen un computador, según los datos del DANE. No es lo mismo la apropiación de conocimiento que yo hago en un celular a si tengo un computador con internet. Nosotros no apoyamos celulares en el aula, pero sí apoyamos el acceso a formación mediada en las aulas. Ojalá todos los niños tuvieran más computadores porque el aprendizaje, el acercamiento y la mediación que se hace con el instrumento es supremamente diferente. La falta de equipos y de conexión definitivamente van a tener en un futuro cercano incidencia directa en la exclusión o no de un niño del sistema.
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