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  • Del glamour de New York a la simpleza de un pícnic con su perro: la transformación de Agustina Marzari y la búsqueda de vínculos sanos que le den paz

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 19/09/2025 04:44

    Agustina Marzari, también conocida por sus amigos como Guti o bajo el alias Im Queen A en el mundo digital, es una influencer y figura del mundo de la moda, nacida y criada en Córdoba. Pero actualmente te radicada en Buenos Aires. Se la reconoce por su trabajo como editora y creadora de contenido de moda y por colaboraciones con marcas y casas de lujo tanto en campañas como en desfiles. Además de su actividad en moda, es DJ y productora de contenidos multimedia. Publica sets y tracks en plataformas como SoundCloud y mantiene una presencia activa en redes. Su cuenta oficial de Instagram suma más de 100 mil seguidores, donde combina lifestyle, moda y wellness. En su perfil se presenta como “amante de los perros, entusiasta de la moda y el bienestar”. También ha trabajado con agencias, proyectos de prensa y branding en la escena local. Agustina Marzari, conocida como Im Queen A, es una influencer y creadora de contenido de moda con fuerte presencia en redes sociales Luli: — Mientras preparaba la entrevista me di cuenta que son muy pocas las notas que has dado y tenés un perfil tan increíble, con una comunidad tan fidelizada en tus redes sociales, que quiero que la gente te conozca un poco más... Agustina: — ¡Gracias!, Lu. En realidad cuando arranqué éramos muy pocas. Unas ocho blogueras, ponele. Para los que no tienen idea de quién soy: trabajo en moda hace mucho tiempo. Después, de repente, mi perfil, a medida que yo también crecí y cambié, fue modificándose un poco. Si bien sigo haciendo moda, empecé a hablar mucho de emociones y me fui para otras ramas. Pero éramos muy pocas las que arrancamos en ese momento. Y creé una comunidad fiel y me encanta. Siento que hoy es lo más importante para los que trabajamos en redes sociales y la comunidad es lo más lindo que uno puede lograr porque, más allá de la cantidad de seguidores que uno tenga, tener una comunidad que te siga en todos tus proyectos y te acompañe, es re lindo. Luli: — Es lo más difícil, también. Porque justo era el paso del blog a Instagram y TikTok todavía no era una opción. En tu caso tuviste la oportunidad de trabajar para Chanel y era muy difícil que lleguen esas marcas de lujo a blogueras argentinas. Agustina: — Lo que pasa es que también cuando yo entro al mercado... Primero no sabía ni lo que era un blog. Dos de las chicas que eran blogueras me dijeron: “Tenés que hacerte uno. Sí o sí tenés que tener un blog”. Yo no tenía idea, pero lo arranqué igual. Mi diferencial fue agarrar a mi mejor amigo, Juan Tape, que es mi fotógrafo, que lo amo y es increíble lo que hace, y dije: “Si yo lo voy a hacer, lo quiero hacer mega”. Entonces, agarré un fotógrafo profesional y buscaba locaciones... Obviamente las marcas empezaron a decir: “¡¿Quién es esta?!” Y siempre fui haciendo lo que a mí me gustaba y según mi estilo. No lo hacía por querer ser famosa. ¿Viste que ahora todo el mundo se viraliza porque scracha a alguien y esas cosas? Luli: — Ahora se busca viralización, antes se buscaba el contenido de calidad en redes sociales. Agustina: — Claro. Yo si no tengo nada para decir, no voy a salir a decir algo, ¿entendés? Yo quiero hablar cuando tengo un mensaje para dar, tengo algo para decir. Hablar por hablar o querer viralizarme o hacerme famosa por el simple hecho de ser famosa no me importa... Luli: — Sos oriunda de Córdoba y tu acento no te permite engañar (risas). Cuando llegaste a Buenos Aires, ¿te metiste derecho en la moda o transitaste otros caminos antes? Agustina: — Tengo mil vidas. Pero yo llegué a estudiar diseño de moda. Cuando me hicieron estudiar los componentes químicos de las telas, me di cuenta que no era lo mío porque una cosa es saber vestirte o que te divierta como combinar las cosas o saber llevarlo, etcétera. Y otra cosa es diseñarlo. Mis respetos a los diseñadores. Ahí empecé a estudiar canto, comedia musical, teatro… Luli: — Vinculado a lo artístico... Agustina: — Sí, me fui para otra rama. En realidad fue la excusa para poder quedarme en Buenos Aires, diciéndole a mis viejos que estaba haciendo algo más que salir de joda. Porque en ese momento era chica y quería quedarme. A los 23 o 24, cuando Instagram empezó a crecer, unas blogueras que conocí por unos amigos en común, me dijeron: “Tenés que hacerte un blog” y ahí arranqué. Y la verdad que mi crecimiento no fue paulatino, fue muy rápido. Luli: — Y cuando te llega la propuesta de marcas de lujo, ¿se te cruzó por la cabeza irte a vivir afuera? Agustina: — Sí. De hecho, viví en New York un tiempo porque entré a Next Management, es una agencia de modelos muy importante a nivel global, y me mudé allá. Ahí es donde empezó mi cambio. Crecí súper rápido y fui consiguiendo todo lo que yo creí que quería y que pensé que me iba a hacer feliz. Y en realidad, mientras más cosas conseguía, más vacía me sentía y más triste estaba. Y me di cuenta que mi felicidad estaba dependiendo de logros externos y que no estaban tan alineados con lo que yo realmente sentía internamente. Fue una experiencia increíble y lo pasé espectacular, pero me volví... Luli: — Fue el clic de decir: “Che, esto me copa. Pero no para hacerlo la razón de mi vida” Agustina: — Claro. Hay mucha competencia y me empezó a generar ansiedad. Al ser argentina, que estamos muy abajo en el mundo, nunca estás primera en las listas. Entonces, es como todo el tiempo esa ansiedad va pesando. Hice Fashion Week durante cinco años, iba a desfiles y todo, pero al principio también me pagaba los viajes yo, hice todo. Obviamente que fue super meritorio y cuando lo analizo, digo: “¡Qué bueno! Todo lo que quisiste conseguir, lo conseguiste”. Y era algo que yo me tenía que demostrar a mí. En el momento en que me di cuenta que era capaz de conseguir las cosas, fue donde frené un poco la bola y dije: “No tengo que demostrar más afuera”. Luli: — ¿Y ahí arrancaste otro camino? Agustina: — Sí, para adentro. Luli: — ¿Y cómo fue ese procesos? Porque de afuera parecía que lo tenías todo, pero internamente vos te sentías fatal. Agustina: — Creo que primero está bueno decir que en Instagram todos tenemos una vida ideal y que siempre estás mirando la del otro y crees que el jardín está mucho más verde que el tuyo. Pero nunca vemos los procesos internos de las personas porque muy pocas personas las que se abren para contarlo. Para mostrarme vulnerable y poder contar mis procesos internos me hizo sentir mucho más fuerte. Y desde mi lugar sentí que podía ayudar un montón de personas que estaban pasando lo mismo y no le podían poner en palabras. O que veían mi vida como un mundo ideal y que en realidad ese mundo es superfluo. Obviamente, me encanta viajar, tener cosas lindas y puedo acceder a comprármelo. Pero era como que vivía para eso y de repente digo: “Yo puedo comer en un buen restaurante o hacer un pícnic tirada en el piso y estoy feliz igual con mi perro”. Me pregunté: “¿Qué me llena?" Luli: — ¿Qué sentías, física y emocionalmente, que te llevaba a decir: “Acá hay algo que me está haciendo ruido”? Agustina: — Mi ansiedad era muy física y mental. Empecé a dormir mal, a tener pensamientos re negativos. Empezás a compararte con el otro, a sentir esta cosa así de... Luli: — Hiperventilación. Agustina: — Sí. Y me acuerdo que cuando me fui a vivir a New York, o mismo cuando me llamó Chanel, yo estaba de vacaciones y me llegó un mail que decía: “Estamos siguiéndote hace seis meses, vemos el trabajo que estás haciendo y queremos tener un call con vos”. Fue como: “¡Wow!”. Y todo muy rápido. Entonces, cuando todo te llega quizás tan rápido, es difícil mantener los pies sobre la tierra. Cuando vas a un evento y te ponen una alfombra roja… Siendo más chica también te marean un poco esas cosas. Por suerte, siempre tuve una familia que me mantuvo los pies en la tierra. Eso me ayudó un montón a mí. Pero me sentía muy angustiada. Luli: — ¿Hacés terapia? Agustina: — Sí, hago terapia desde que tengo 15 años y lo recomiendo ampliamente. Creo que el mejor laburo no remunerado es laburar en uno mismo para conocerte lo suficiente como para saber correrte de los lugares donde no querés estar. Sentí que todo ese ruido mental que estaba teniendo me estaba haciendo muy mal emocionalmente y yo soy re sensible. De hecho, soy persona PAS, (Persona Altamente Sensible)… Tengo hipersensibilidad. Entonces, estoy muy conectada conmigo para poder justamente manejar estas situaciones y decir: “Bueno, me corro sin culpa. No pasa nada si dejo de postear un mes”. Luli: — ¿Sentiste esa presión de tener que estar presente en redes porque te estaban observando? Agustina: — Sí, obvio. Porque de repente ibas al desfile y llegaba Chiara Ferragni. Y querés ser eso y no llegás porque tampoco vivís en Milán y no tenés esos contactos. Entonces, ¿cómo llego? Luli: — Es la zanahoria que siempre se va corriendo un poco más... Agustina: — Hay personas que sí pueden vivir de esa manera y que no las afecta o quizás no son conscientes que les afecta. A mí sí y no era la forma en la que yo quería vivir. Yo hoy quiero estar tranquila, tener equilibrio y paz. Siento que lo más lindo es poder estar tranquila. Agus se destaca por su trabajo con marcas de lujo, su experiencia internacional y su comunidad fiel en Instagram Luli: — ¿Y tenés un entorno que te acompaña en esto de profundizar el proceso de cambio interior? Agustina: — Hay personas que sí y hay personas que dicen: “Qué hincha pelotas que sos” (risas). Y está bárbaro. Lo re entiendo porque a veces, cuando me empiezo a replantear la vida, me pasa que me digo a mi misma: “¡Ay! Agustina que pesada, relájate”. Pero en parte es porque yo también quiero ser un mejor ser humano, poder dar una mejor versión para el afuera y vivir mejor. De hecho, no me arrepiento para nada de ser tan pesada conmigo en esta búsqueda de todo el tiempo querer estar mejor, porque realmente logré estar mejor. Logré estar en paz con un montón de cosas, pude sobrellevar duelos, muertes y un montón de cosas de una manera mucho más plantada y tranquila. Pude entender las cosas desde otro lugar. En ese sentido me gusta. Para mí es relindo poder filosofar con alguien sobre cualquier cosa y ver las distintas visiones ¿entendés? Y mi entorno es bastante como yo. Es un entorno profundo. Luli: — ¡Que bueno eso! Porque a veces no es tan fácil poder compartirlo con los que nos rodean. Agustina: — Yo tengo mucha suerte: todos los hombres que me rodean. Ell 90 por ciento de mis amigos son hombres, pero tienen su energía femenina súper desarrollada. Entonces, son personas con las que profundizo un montón, hablo de la vida y hacemos catarsis juntos. Luli: — Los amigos te bancan en ese mood. Pero una pareja, cuando alguien está haciendo un viaje tan profundo sobre sí mismo, no sé. Yo siento que no es tan fácil que te acompañe... Agustina: — No. Pero creo que depende de la etapa y de la permeabilidad de la persona. Yo tuve una pareja que era como súper esponja. Porque, vamos a hablar de este tema, a mí me gusta el colágeno, yo como más pendejos, o sea... (risas). Luli: — ¡Me encanta! Agustina: — Ya no está mi padre, así que lo puedo decir abiertamente: me como pendejos. Me gusta el colágeno, por eso parezco más joven de lo que soy, chicas. Es una buena receta. Luli: — Socialmente siento que se empezó a aceptar, y bendito el momento, que las mujeres salgan con tipos más pendex. Agustina: — Yo siempre salí con chicos más chicos. Excepto una vez, todos mis novios fueron más chicos que yo. Re maduros, igual. Luli: — ¿Por qué más jóvenes? Agustina: — Para mí los más grandes ya vienen con un chip que no se lo vas a poder cambiar. Son menos permeables a escuchar estas cosas que hablábamos recién. Son más cuadrados, ¿entendés? En cambio, los más chicos vienen como esponjitas y te escuchan, les gusta crecer, saber y se interesan. Observan mucho más, entonces pueden modificar sus cosas. Gordi, lo miramos en nosotras, a medida que te ponés más grande hay cosas que cuesta mucho más modificar porque ya las tenés hace un montón de tiempo. En cambio, cuando son más chicos… Tiene sus pro y sus contras, obviamente, como todo. Como estar con uno más grande. Pero a mí porque me gusta el baby face. Luli: — ¿Pero de qué edad? Agustina: — Lo que pasa es que yo tengo 36 años. Entonces, de 28 para arriba. Me encantaría que sea más de 30. Pero lo que atraigo… Luli: — Es una edad bisagra porque te mira el de 50 y el de 30, también. Pero vos al de 50 no lo mirás... Agustina: — No, no me tiran los grandes a mí. Te lo juro. Luli: — Pero, ¿dónde te cruzás con pibes de 30? ¿En el boliche? Agustina: — Ahora empecé a salir un poco más. Pero Instagram es un buen lugar. Obviamente que me encanta que alguien que me conoce me diga: “Che, tengo alguien para presentarte”. Eso es buenísimo. No es que salgo con randoms que no conozco. Ni en ped*. Pero si me presentan a alguien, o de repente en Instagram me tira un mensaje uno que digo: “Mirá qué interesante sujeto” y tengo amigos en común, pregunto... Luli: — ¿Estás castineando? Agustina: — No, no (risas). Pará. ¡No me quemés! (risas). Luli: — Pero es válido, estás soltera... Agustina: — No, pero a mí me pasa algo que aprendí hace poco. Se llama demisexual. Luli: — ¿Qué es eso? Agustina: — Yo pregunté lo mismo, gordi. Pero cuando me lo dijeron lo entendí. Tengo que sentir algo para poder llegar a otro plan con alguien, ¿entendés? Eso de castinear, de salir con uno, con otro y con otro, no me va. Prefiero estar en mi casa con mi perro Arturo. Como que no le voy a poner energía a eso. Además, la energía sexual es el mayor intercambio de energía que podés tener con alguien y la mujer recibe. Entonces, yo elijo a quien voy a dejar entrar a la casita (risas). No se la voy a dar a cualquiera. ¡Tu energía no va a entrar, querido! Si no es una energía pulcra... Luli: — ¿Y cómo filtrás la energía? Agustina: — Te das cuenta, Luli. Luli: — ¿Metés cuestionario cuando te estás conociendo? Agustina: — Sí, todos me miran como loca. Pero la primera pregunta que yo hago hoy en una cita es: “¿Cómo manejás la emocionalidad con el otro y qué hacés si el otro llora?” A mí con eso me estás dando información y yo no te voy a educar. No tengo ganas de esperar ese proceso en que evoluciones de primate a algo, ¿entendés? Luli: — Está perfecto. Es tener claro lo que querés y lo que no querés. Mis amigas solteras te dicen: “La vara está bajísima y el mercado está complejo”. ¿Coincidís con eso? Agustina: — Yo pensaba lo mismo, pero hay unicornios. Tenés que encontrarlos y te tienen que encontrar. Es como cuando... Luli: — Lográs un match. Luli: — Sí. Yo creo mucho en la energía. Pero también creo que cuando vos laburás para estar bien y estás plantada desde ese lugar, estás como en un lugar en el que podés elegir. No porque vos me elijas, yo me voy a quedar acá como un cachorrito porque vos me elegiste. Luli: — ¿En algún momento te tocó ese rol? Agustina: — Sí. Obvio. Siempre. Por eso mismo, lo laburé en terapia. Voy a ver si yo también te elijo. Si yo elijo la persona que sos, cómo me tratás, lo que quiero, lo que no, ¿entendés? Antes por tenía miedo a estar sola. Ahora no. Luli: — Y en algún momento se te cruzó por la cabeza… Yo, por ejemplo, cuando conocí a mi marido tenía 24 años y él tenía 42; y dije: “Si esto prospera, en 10 años yo voy a tener 34 y él va a tener 52”. ¿Cómo hiciste esa proyección vos? Agustina: — Creo que fue más por otro lado. Me pasó de empezar a escuchar amigas decir: “Che, ¿y si congeló óvulos? ¿Y si tengo hijos o no los tengo?”. Y yo dije: “¿Tendría que preguntarme lo mismo?” (risas). Qué se yo. No sé. Fue más por ese lado el planteo, porque en realidad hay etapas en la vida, pero hay para arriba y para abajo. Yo creo que eso depende mucho también de cómo te pese la mirada del afuera y tu ansiedad sobre el futuro. Luli: — ¿Y nunca te pesó salir con alguien más jovencito? Agustina: — No. O sea, hace poco sí empecé como: “¡Ay! Estoy grande”. Hasta que la terapeuta me bajó de un hondazo. Y Cher, Madonna y un montón de mujeres que también salen con pendejos. Entonces, digo: “¿Por qué no? ¡Claro que sí!" Uno elige al otro también y siento que me llegaron esas personas para vivir las experiencias que tuve que vivir, para aprender cómo quiero manejarme en otras relaciones, qué quiero y qué no quiero. También empezaron a surgir un montón de preguntas: “Che, ¿por qué busco pendejos o por qué me llegan? ¿Qué hay en el compromiso...?” "Quiero estar con alguien que me dé paz y me estoy reeducando para poder elegir desde un lugar super sano", confesó Agustina en diálogo con Luli Fernández Luli: — ¿Y encontraste alguna respuesta? Agustina: — Sí, pero no la voy a decir (risas). Igual lo estoy hablándolo en terapia. Pero ¿no te parece también que nunca nos cuestionamos que la foto familiar es re linda, pero en el background hay un montón de cosas que no se hablan y que todos como romantizamos? Para mí lo más importante es decir: “Che, me voy a sentar conmigo y me voy a preguntar qué quiero para mi vida, qué elijo”. No lo que piensa mi mamá, mi papá, cómo vi yo la pareja de ellos dos y si todos mis amigos casados, ¿yo me tengo que casar? Yo miro un montón de parejas y veo familias re felices, pero también veo familias que están juntas porque tienen que estar juntas y en realidad están tipo Mr. and Mrs. Smith. A algunos les sirve vivir separadas y a otros juntos. Hay muchas fotos que son ideales. Ahora, ¿qué es lo que realmente uno quiere? Es una pregunta que hay que hacerse y hay que bancarse la respuesta. Hay que buscar la respuesta y esperar que venga. En eso, también vas viviendo. Yo hoy, a mis 36, siento la libertad de poder elegir, hacer y deshacer mi vida como quiero. Puedo decir: “Me duele la uña, hoy me quedo en cama”. A veces me pregunto: “¿Tengo ganas de tener un hijo hoy con lo que implica? ¿Estoy para hacerme cargo de un otro?" y no sé si hoy tengo ganas. Pero ahí empieza el afuera a decir “Tenés 36 años, te corre la edad, ¿congelaste óvulos? Te conviene congelar”. Y no sé si tengo ganas o sí. No lo sé. Como que no sé si las preguntas me las hago yo o... Luli: — O te las hacés porque los otros te las están haciendo. ¿Y te hacías esas preguntas estando en pareja o no llegaste a ese momento? Agustina: — Sí, llegué a ese momento. Le pregunté a mi ex en su momento: “¿Vos querés ser papá?" Y cuando me dijo: “Sí, yo quiero”. Me quedé y dije: “¡Uy! Yo no sé”. Luli: — Porque lo primero que uno asocia es: salís con un pibe más jovencito, no va a tener ganas de tener un hijo… Agustina: — Pero hay pibes que sí. A mí me encantan los hombres que saben lo que quieren, más allá de la edad que tengan. Cuando te dicen: “Yo quiero esto, esto y esto”. Para mí no hay nada más sexi que alguien que sabe lo que quiere. Entonces, cuando alguien viene y me dice: “Quiero esto, esto y esto”. Yo me transformo en el acertijo. Luli: — ¿Te preguntás qué querés vos? Agustina: — Claro. O sea... No es tan fácil responderte esas cosas. Porque también hay muchas personas que quieren tener hijos para no quedarse solos. Yo no quiero tomar la decisión de traer a un hijo al mundo egoístamente para no estar sola. ¿Porque qué es estar sola? ¿Por qué voy a hacer responsable a otro ser humano de que yo me siento sola? Andá a terapia y resolvélo, querida. Luli: — Es súper profundo lo que decís y me parece que es, sin dudas, el punto de charla entre muchas mujeres de más de 30 o 35 años que quizás todavía no están en el mood de tener hijos y es una conversación recurrente. Agustina: — Es que yo no sé en qué momento cumplí 36, bolud*. Porque para mí…Yo soy transedad porque yo me percibo de menos. Luli: — Bueno, es el espíritu, es lo que decías antes. Ahí tenés la respuesta de por qué se te acercan más chicos... Agustina: — (Risas). Con respecto a una futura pareja lo que tengo claro es que no voy a estar con nadie que altere mi sistema nervioso. Si voy a elegir a alguien, va a ser para estar tranquila. Yo elegí durante mucho tiempo personas o vínculos que me generaban ansiedad. Entonces, aprendí a relacionarme desde ese lugar. Y aprendí que la ansiedad era como esa cosa de… Luli: — Las mariposas en la panza y el cortisol en la terraza. Agustina: — Exacto. Y que me costó un montón que me arreglen el cortisol (risas). Ahora, cuando estás con alguien que me da paz, lo linkeás al aburrimiento. Y en realidad está mal, porque que te den paz es lo que está bien. Yo quiero estar con alguien que a mí me dé paz. Entonces, me estoy reeducando para poder elegir desde un lugar super sano. Luli: — Si pudieses tomarte un mate con la Guty de hace 15 o 20 años atrás, ¿qué le dirías? Agustina: — Siento que en realidad no hay mucho que le diría más que darle un abrazo y contener en silencio porque todo lo que yo pasé en toda mi vida y parte del bullying o cosas que me han pasado en el colegio, me hicieron ser quien soy hoy, crecer y trabajar en mí. Entonces, no le querría spoilear las cosas. Querría que realmente pase lo que tenga que pasar y que llegue a donde está hoy. Entonces, solamente le daría un abrazo y le diría: “Tranquila”. Luli: — Todo va a estar bien. Agustina: — Es que siempre todo va a estar bien. Luli: — Y si viajáramos en el tiempo y pudieses volver a vivir un momento de tu vida, ¿cuál sería? Agustina: — Yo creo que mi infancia. Tuve una infancia re feliz, rodeada de animales, en el campo, sin tecnología. Tenía un corderito que quedó huérfano, entonces le dábamos la mamadera y giraba con los perros. Mi auto era un caballo, yo estaba todo el día para un lado y para el otro. Siento que tuve una infancia muy feliz y muy rodeada de naturaleza, que es donde hoy estoy volviendo. Es lo que me está llamando: estar mucho más en la naturaleza y rodeada de animales. Así que si pudiese volver a un momento, sería ese.

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