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  • ¿Lo peor ya pasó?

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 18/09/2025 21:39

    Por Gustavo Scarpetta (*) El presidente Javier Milei en cadena nacional dijo la frase “lo peor ya pasó”. Se lo notó más calmo que en otros discursos, apuntando a aquellas personas a las que todavía no les llegaron las mejoras que deberían impactar, como la baja de la inflación. Otro de los activos que comentó como positivos del plan fue la salida del cepo. Si la gente no llega a fin de mes, tampoco le serviría poder comprar dólares. Se observó un presidente más calmo, subiendo o prometiendo más presupuesto para cuatro grupos que estaban afectados: salud, universidad, discapacidad y jubilados. Además, estima una inflación aún más baja, de 14%. Tanto que se cumpla la frase de que lo peor ya pasó como que la inflación baje dependerá de muchos factores, algunos fuera del alcance directo del Gobierno. El 26 de octubre serán las elecciones nacionales. El ministro de Economía, Luis Caputo, en uno de sus programas de streaming favoritos dijo que el año próximo se esperaba baja del riesgo país y de la tasa de interés de la Reserva Federal, y -de esa manera- se refinanciará la enorme deuda que tiene vencimiento en 2026 y 2027, y que por ahora se viene pagando con reservas. Para el próximo año no hay reservas para pagar los vencimientos: o se refinancia o se vuelve a pedir al FMI o al Tesoro de EEUU mediante el apoyo de Trump. Después ¿quién paga? Una derrota electoral subiría el riesgo país -contradiciendo el pedido de Caputo- y también crecería la presión sobre el dólar. No podría gastarse más reservas para mantener el nivel de la divisa estadounidense y -por lo tanto- debería diseñar y buscar un nuevo esquema cambiario con un dólar más alto. ¿Cuánto? Con $1.600 se quedaría corto, probablemente entre $1.700 y $2.000, lo que subiría la recaudación vía retenciones y más exportaciones, y quitaría la presión sobre el dólar de las importaciones y viajes al exterior. En el Presupuesto, el Gobierno estimó un crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) de cinco por ciento una inflación de 10,1%, un dólar promedio de $1.423 y un superávit primario de 1,4% del PBI en 2026. En el corriente mes el dólar ya pisa esa línea. No es sólido un presupuesto basado en ese nivel del dólar, sin un nuevo esquema cambiario, que promueva las exportaciones y -por lo tanto- movilice las pymes y el empleo. El mercado interno por el mismo combo de medidas está debilitado, cursando un trimestre sin crecimiento. Si el Gobierno no piensa alimentarlo con más gasto, como mejores jubilaciones u obra pública, el crecimiento debería venir desde el sector externo. El Presupuesto está planteado con un dólar que es insostenible por el crecimiento de la demanda sobre él (importaciones, turismo y ahorro), sólo debilitada por unas súper tasas que ahogan la actividad económica. Esa caída de la actividad de los últimos meses impactó en la recaudación. Como le sucedió a Cavallo con De la Rúa, buscar el déficit cero sin actividad era una meta que se corría dos metros cada vez que el Gobierno avanzaba uno. El Gobierno desea una victoria -que antes del pasado día 7 se descontaba- pero ahora hay más dudas: que baje el riesgo país, facilite el acceso a refinanciamiento de los vencimientos futuros y luego caminen más tranquilos durante 2026. Inflación en baja y algo de crecimiento, aunque no llovería igual en todos los campos. Una derrota electoral del oficialismo o un resultado que no modifique el riesgo país actual pondrá a la economía en un escenario más preocupante aún. Una apuesta a mantener el esquema cambiario puede ser echar nafta al fuego. En este último escenario, lo peor aún no pasó. (*) Contador público y especialista en comercio exterior

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