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» Misionesparatodos
Fecha: 17/09/2025 21:10
Javier Milei enfrenta una creciente crisis de confianza, con inflación desbocada y falta de diálogo con gobernadores. Su aislamiento político y la inacción en energía alimentan la desaprobación social. Recuperar la credibilidad exige resultados concretos, un desafío pendiente. Analista Politico .Consultor Especializado en Comunicación Institucional y Política, Doctorando en Comunicación (Universidad Catolica Argentina) ,Magister en Comunicación y Marketing Político en la Universidad del Salvador (USAL). Postgraduate Business and Management por la Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. profesor Protitular en UCA Universidad Catolica Argentina. Las elecciones en la provincia de Buenos Aires marcaron un punto de inflexión en la política argentina para Javier Milei. Sin embargo, en lugar de abrirse y buscar alianzas, el Gobierno eligió encerrarse: dejó afuera al PRO, insistió con la formación de un partido violeta y despreció al resto de la política con calificativos como “simios”, “brutos” e “incapaces”. Al mismo tiempo, sigue atrapado en el “triángulo de hierro o de hielo ”, una estructura que más que ordenar la gestión, la limita. El Presidente se pone a cargo de la política para negociar con los gobernadores, pero si el programa no funciona, el fusible es él. Si se coloca a la cabeza de todo y no hay resultados, el costo político lo paga Javier Milei. Esa es la lectura que hoy hacen incluso dentro del oficialismo. La relación con los gobernadores quedó en manos de Catalán, que este fin de semana recorrió varias provincias abriendo la billetera y empezando a pagar viejas deudas de enero y febrero. Sin embargo, los mandatarios provinciales siguen sin creerle: “Lo que promete el Gobierno no lo cumple”. A esto se suma otro problema: el propio Presidente es fóbico al diálogo y no recibe a nadie. Difícil pensar que, de golpe, vaya a cambiar antes de las elecciones. Los gobernadores llegan con predisposición, pero los acuerdos nunca se concretan. Milei insiste con su plan de no emisión y ajuste fiscal, pero la inflación acumulada ya roza el 20% en apenas ocho meses y la energía amenaza con colapsar en verano. ¿Un verano sin luz? Podría tolerarse con credibilidad, pero sin ella es imposible convencer a una sociedad cansada. El Ministerio de Energía, dominado por caprichos y carente de ideas, lleva dos años ignorando las advertencias de CAMMESA. En este contexto, Milei es el único sostén de credibilidad de su propio gobierno, y ese capital comienza a agotarse. Cuando un político pierde la confianza y rompe el contrato con la sociedad, todo se vuelve cuesta arriba. Milei arrancó con un apoyo transversal inédito, pero hoy lo ve resquebrajarse. Los datos lo confirman: La confianza en el Gobierno cayó un 13,6% en agosto de 2025, el nivel más bajo desde el inicio de la gestión (UTDT). La desaprobación trepó al 51,1%, mientras que el respaldo se redujo al 42,8%. Escándalos como los de $Libra y Discapacidad, con los audios de Spagnuolo, profundizaron la crisis reputacional y evidencian un quiebre en el contrato implícito entre Milei y la sociedad. El Presidente también dejó atrás la imagen de “rockstar” y outsider que generaba rating y asombro. Hoy aparece como un mandatario convencional, atrapado en sus propias decisiones y extravagancias, con una percepción pública en caída. Sus últimos discursos intentan transmitir control y temple, pero se leen como teatralizaciones de un poder que se le escapa. Mientras multiplica mensajes motivacionales y promesas de recuperación, las calles devuelven cacerolazos y rechazo. Hasta se olvidó ayer, o no estaba escrito, el "¡Viva la libertad, carajo!". En este escenario, Guillermo Francos terminó de desnudar la debilidad oficial: “No teníamos ni los cuadros técnicos ni los políticos adecuados”. Un sincericidio que expone la fragilidad del esquema. Más aún, reconoció que fue un error no haber incorporado cuadros del PRO. El Gobierno eligió el encierro, despreciando la experiencia política y técnica que podría haberle dado oxígeno. Mientras tanto, el Ministerio del Interior reparte ATN vencidos en febrero como si fueran caramelos, Milei insiste en blindar su hoja de ruta: ajuste, no emisión, veto a la reforma de los ATN y promesa de una inflación de un dígito en 2026. Pero la realidad es otra: los inversores miran con ansiedad la falta de caja para pagar bonos y sostener la obra pública; la inflación acumulada erosiona la credibilidad de los anuncios; y la amenaza de cortes de luz expone la inacción del Ministerio de Energía. La historia demuestra que la credibilidad, una vez perdida, rara vez se recupera en el mismo mandato. Solo líderes como Merkel o Mandela inclusive el mismísimo Eduardo Duhalde lograron recomponerla en circunstancias excepcionales, gracias a integridad, diálogo y medidas concretas de gestión. En general, la reconstrucción de la confianza política lleva años, a veces una década. No alcanza con discursos ni promesas: exige transformaciones profundas y sostenidas. El Presidente todavía tiene tiempo, pero debe entender que un gobierno no se sostiene solo con épica ni improvisación. La motosierra que prometió no sirve para apagar el fuego interno. La credibilidad, una vez en llamas, no se apaga con palabras, sino con resultados. "Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto." — Georg C. Lichtenberg Por Eduardo Reina-Perfil
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