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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 17/09/2025 16:33
Katja Alemann escribió una reflexión sobre la vejez en su cuenta de Facebook (Gustavo Gavotti) La reivindicación de la vejez y la experiencia personal se convierte en el eje central de la reflexión que Katja Alemann compartió en su perfil de Facebook. La actriz y performer, próxima a cumplir 68 años, expone con franqueza su visión sobre el paso del tiempo y el valor de la madurez, desafiando los prejuicios sociales. “Siempre cuando no están de acuerdo conmigo en las redes, me insultan diciéndome vieja. Vieja y a mucha honra. Pronto cumplo 68 años, voy para los 70. Todo un orgullo. Para mí cada día que pasa es un regalo. Espero poder llegar a muy vieja”, escribió Alemann en la red social, subrayando el orgullo que siente por cada año vivido. La artista cuestiona la tendencia a menospreciar la vejez, tanto en mujeres como en hombres, y advierte sobre lo inevitable del envejecimiento para quienes tengan la fortuna de vivir lo suficiente. “Qué manía esto de denostar el paso del tiempo, la vejez. Mujeres y hombres. Si tienen suerte y no se mueren antes, también les va a llegar”, expresó Katja Alemann en su publicación. En su testimonio, la intérprete describe la etapa actual de su vida como la más plena y satisfactoria. Relata cómo ha encontrado una libertad inédita al no estar condicionada por la necesidad de una pareja o la búsqueda constante de aprobación afectiva. “Esta es la época más feliz de mi vida. Atrás quedaron los sufrimientos amorosos, la necesidad de un otro. Chocha ando solari, sin nadie de testigo, y nadie que rompa los huevos con esto y lo otro. Quién me ha visto y quién me ve. La esclava del amor. En vilo por una llamada, un aseguro del cariño, la atención del amante. Por eso pienso que el amor es hormonal. Ahora que ya no me esclavizan las hormonas, encontré la libertad”, afirmó Alemann en su muro. La madurez, según la artista, aporta una templanza que transforma la manera de vincularse con los demás. Sostiene que, con el tiempo, las relaciones amorosas solo tienen sentido si responden a un deseo genuino y vital, lejos de carencias emocionales repetidas. “La edad tiene esa templanza. Ya no necesitás. Los posibles otros para entablar un juego amoroso, tienen que estar a la altura del deseo, ese deseo de fuerza, humor y aventuras, mucho más allá de carencias o huellas emocionales que se repiten como un trauma. Ya resolví esos menesteres. Ya volví a desandar las huellas y las anduve una y otra vez. Costó, pero me salí de ahí. Esa huella ya no está, quedó tapada por el viento de nuevas experiencias, más felices. Eso me lo dio la edad. Y el trabajo sobre mí misma, claro, porque puede pasar el tiempo y seguís siendo la misma boluda o el mismo bolude de siempre o peor, porque con el tiempo todo empeora, si no te dedicás a mejorar”, reflexionó. Katja Alemann, en Cemento La relación entre salud y emociones también ocupa un lugar relevante en su análisis. La actriz sostiene que las enfermedades pueden ser manifestaciones de conflictos internos no resueltos y que el proceso de comprensión personal resulta fundamental para la recuperación. “Pienso en la enfermedad. Creo que las enfermedades te hablan de lo que no querés escuchar. De tus emociones, tus angustias más profundas. Siempre que enfermé, hice ese proceso de comprensión de mí. A veces es muy difícil, puede llevar años. No entendés por qué. Y si no entendés, no le das en el clavo al problema, no te mejorás”, compartió Alemann en su publicación. A través de una anécdota personal, la artista ilustra cómo una dolencia física puede estar vinculada a emociones reprimidas. “El inconsciente es como la carta perdida de Poe, Edgar Alan. Está tan a la vista, que no lo ves. Cuando era pendeja me agarré una conjuntivitis que se me fue complicando cada vez más, tenía el ojo rojo punzó. Estábamos construyendo Cemento, y habíamos tenido este problema del techo, que se cayó por un mal cálculo de la empresa. Yo trabajaba en la novela Amo y Señor. Andaba con el mechón de pelo tapándome el ojo monstruo, imposible de maquillar. Y pensaba, qué es lo que no quiero ver, considerando el desastre de bancar todo con Cemento y el dinero que se esfumaba entre mis dedos. Pero no era esa la pregunta. Después de meses con el ojo en compota, de pronto me iluminé. Qué es lo que no quiero llorar. Esa era la pregunta correcta. Ahí me curé”, relató Katja Alemann. No obstante, la intérprete reconoce que existen situaciones en las que la enfermedad escapa al control consciente. “Pero, como me dijo un amigo hace poco, a veces el cuerpo se manda solo. No tenés el más mínimo control sobre la enfermedad. Eso me da miedo. El misterio de la vida y de la muerte”, confesó Alemann. Finalmente, la actriz reivindica la necesidad de revalorizar la ancianidad y el legado de la experiencia, por encima de los cambios físicos que acompañan el envejecimiento. Destaca la importancia de transmitir el conocimiento adquirido y celebrar la vida en todas sus etapas. “Creo que tendríamos que recuperar la ancianidad. Darle el enorme valor que tiene y que ha tenido en muchísimas culturas. Qué importa si la piel se cae, si las arrugas se profundizan, si la turgencia te abandona. Qué importa eso, si tenés la infinita gracia de llegar a vieja y podés pasar el legado de tu experiencia, irreverente y hermosa, bailando la vida”, concluyó Katja Alemann en su reflexión pública.
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