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Fecha: 17/09/2025 00:59
Celebración de hoy San Cornelio, Papa y San Cipriano, Obispo: Mártires San Cornelio y San Cipriano, valientes mártires defensores de la fe: Papa Cornelio y Cipriano Obispo, nos hagan experimentar los efectos de su protección Lecturas del día 1° Lectura: 1 Timoteo 3,1-13. Queridos hermanos, este dicho es digno de confianza: quien aspira al cargo de obispo desea una tarea noble. Por tanto, el obispo debe ser irreprochable, casado una sola vez, moderado, dueño de sí mismo, decente, hospitalario, capaz de enseñar, no borracho, no agresivo, sino amable, no pendenciero, no amante del dinero. Debe administrar bien su propia casa, manteniendo a sus hijos bajo control con perfecta dignidad; porque si un hombre no sabe administrar su propia casa, ¿cómo puede ocuparse de la Iglesia de Dios? No debe ser un converso reciente, para que no se envanezca e incurra en el castigo del Diablo. También debe tener una buena reputación entre los de fuera, para no caer en desgracia, la trampa del Diablo. Del mismo modo, los diáconos deben ser dignos, no engañosos, no adictos a la bebida, no codiciosos de ganancias sórdidas, aferrándose al misterio de la fe con la conciencia tranquila. Además, deben ser probados primero; luego, si no hay nada contra ellos, que sirvan como diáconos. Asimismo, las mujeres deben ser dignas, no calumniadoras, sino templadas y fieles en todo. Los diáconos solo pueden casarse una vez y deben administrar bien a sus hijos y sus hogares. Así, los que sirven bien como diáconos adquieren buena reputación y mucha confianza en su fe en Cristo Jesús. Salmo 101(100): Andaré con corazón irreprensible. (R) De misericordia y de juicio cantaré a ti, Señor, cantaré alabanzas. Perseveraré en el camino de la integridad; ¿cuándo vendrás a mí? /R. Andaré con corazón irreprensible dentro de mi casa; no pondré ante mis ojos ninguna cosa vil. /R. Al que calumnie a su prójimo en secreto, lo destruiré. Al hombre de ojos altivos y corazón hinchado no lo soportaré. /R. Mis ojos están puestos en los fieles de la tierra para que habiten conmigo. El que camina por el camino de la integridad estará a mi servicio. /R. Evangelio: Lucas 7,11-17. En aquellos días, Jesús se dirigía a una ciudad llamada Naín, y le acompañaban sus discípulos y una gran multitud. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a un hombre que había muerto, hijo único de su madre, que era viuda. La acompañaba una gran multitud de la ciudad. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Se adelantó y tocó el ataúd; al oír esto, los portadores se detuvieron, y él dijo: «¡Joven, a ti te digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. El miedo se apoderó de todos, y glorificaron a Dios, exclamando: «Un gran profeta se ha levantado en medio de nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». Esta noticia sobre él se difundió por toda Judea y en toda la región circundante. Palabra del Señor.
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