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» Clarin
Fecha: 16/09/2025 21:08
El economista Bernardo Kosacoff, quien fuera director de CEPAL-Naciones Unidas en Argentina desde 2002 hasta 2010, y dirigió varias investigaciones sobre las posibilidades del desarrollo económico en el país analiza con precisión cuáles fueron las distintas fases que travesó la industria local. Kosacoff es profesor de la UBA y la UTDT y autor de veinte libros y de más de cien artículos. -¿En qué punto de la historia arrancó la industria argentina? -Siempre hubo una discusión acerca de si la industria había comenzado con la crisis del ‘30, cuando empieza la sustitución de importaciones. Pero claramente hay dentro del modelo agroexportador un conjunto de impulsos con presencia industrial. En el final del siglo XIX hay un notable progreso en términos de calificación de los recursos humanos que llega inclusive a los niveles técnicos y universitarios, algo muy avanzado frente a lo que pasaba en los países en desarrollo. También hay un notable proceso migratorio, en el que vino mucha gente que ya tenía experiencia de oficios y aprendizajes industriales en los países europeos. -O sea que desde el arranque el Estado tuvo un rol central. -Así es, por educación y por políticas migratorias. Claramente fue toda la política educativa que pudimos ver desde Sarmiento en adelante y todo lo que fue la imposición de la escuela pública obligatoria y universal, que tuvo un rol notable en términos de la calificación del recurso humano. En cuanto a la migración, llegó básicamente desde los sectores pobres de Europa, pero que venían ya de largas décadas de aprendizaje desde la Revolución Industrial en adelante. El segundo elemento es claramente el eje de acumulación, que si bien pasaba por la Pampa Húmeda, ya tenía encadenamientos industriales. Acá vinieron los mejores frigoríficos del mundo y empezamos a tener plantas de última generación ubicadas en la frontera técnica internacional. Al mismo tiempo, ese sector agropecuario comenzó a tener demandas de maquinaria agrícola, de utensilios, de bolsas de arpillera, de desinfectantes, etcétera, y se fueron armando fábricas. Argentina tuvo un carácter pionero en la industrialización en América Latina. El eje agroexportador generó encadenamientos industriales: frigoríficos, molinos, textiles, químicos. También la red ferroviaria, con talleres que armaban locomotoras, los ingenios azucareros y las bodegas en Cuyo. -¿Qué pasó en la década del '30 cuando arranca la sustitución de importaciones? -Con la crisis cayó la demanda internacional de los productos que exportábamos y por eso hicimos los acuerdos del Pacto Roca-Runciman, para poder acceder al mercado de Gran Bretaña. Pero claramente los precios de nuestros productos de exportación cayeron a la mitad y con la mitad de las divisas no nos alcanzaba para seguir teniendo el nivel de importaciones que teníamos. Y al mismo tiempo, ya hacía varios años que el nivel de volúmenes físicos de la producción de la Pampa Húmeda estaba estancándose, con lo cual no podíamos reemplazar con cantidades la caída de precio. Heladeras Siam. Fundada en 1911; llegó a ser la fábrica más grande de Latinoamérica. -Fue más una cuestión de necesidad que de estrategia. -No había otra cosa para hacer y todo el mundo se organizó de esa forma. Y la Argentina era absolutamente compatible con la nueva organización internacional del trabajo, como lo fue también el modelo agroexportador. Juan Domingo Perón habla desde su despacho por LRA Radio Nacional en vivo (Foto: AGN) -¿Podría decirse que la industria ayudó a diseñar la estructura social de Argentina, primero con la inmigración y luego con el desarrollo de las periferias urbanas? -Claramente. La sustitución de importaciones tiene tres etapas: la primera arranca en el año 30 y llega hasta el peronismo. Y ahí está la gran sorpresa del dinamismo industrial. Son todos aquellos sectores orientados al mercado interno, donde la complejidad tecnológica no es muy sofisticada. Fundamentalmente se dio a partir de la expansión de la industria alimenticia, la textil, confecciones, materiales de la construcción, metalurgia liviana, etcétera. Y la industria empieza a tener un rol importante en términos de la creación de empleo. Ahí viene posteriormente la fuerte migración de las poblaciones rurales hacia los conurbanos y en particular hacia el Gran Buenos Aires. Esto tiene su máxima expresión con lo que fue la década del peronismo. -¿Cuándo llega la segunda fase? -La gran transformación se da cuando asumió el desarrollismo con Arturo Frondizi. Y son dos décadas que van desde el '58 hasta el '78, en donde no solamente el sector industrial sigue siendo la fuente de crecimiento de la economía argentina, sino que se da un notable proceso de transformación de la estructura productiva y de todo el ecosistema industrial. Con Frondizi está el fortalecimiento del Banco Industrial, la creación del INTI y del INTA. Es la época de oro de la industria, que incluye procesos críticos, como el derrocamiento de Frondizi y la crisis de principios de los años 60, pero que tiene una notable expansión. El presidente Arturo Frondizi. -¿Cuánto llegó a representar la industria en el PBI en esos momentos? -Cuando empezó la sustitución de importaciones representaba el 20% y terminó alrededor del 35%. Ahí aparece todo la metalmecánica y -fundamentalmente- la industria automotriz y los complejos químicos y petroquímicos, que son los que explican el dinamismo en la segunda fase de la sustitución de importaciones. La producción de la IKA Estanciera. -¿Cuáles fueron las medidas que tomó Frondizi para favorecer a la producción? -Fueron múltiples. El agente más dinámico fue la radicación de alrededor de 200 filiales de empresas extranjeras que no venían a adquirir empresas locales, sino que venían hacer greenfield, a instalar nuevas plantas en estos sectores dinámicos, como las plantas automotrices o de hilado sintético. Y fundamentalmente el fortalecimiento del financiamiento a través de toda la regulación del Banco Central. Había infinidad de medidas articuladas para profundizar el desarrollo industrial. Hay un importante impulso a partir de la inversión pública para generar las condiciones sistémicas para impulsar el proceso de industrialización. -¿También hubo cambios en la educación? ¿Se estimuló la creación de escuelas técnicas o las carreras universitarias? -Totalmente. Las carreras de ingeniería y metalmecánica tuvieron un impulso no solamente desde las políticas públicas, sino también inclusive impulsadas por el sector privado. La planta de la Ford en Pacheco ocupaba 10.000 personas y la escuela técnica Henry Ford tenía una clara asociación en términos de la formación de recursos humanos, no solamente para la planta automotriz, sino para los 600 proveedores. La industria automotriz fue el corazón y el motor del crecimiento en la segunda fase de la sustitución de importaciones. Y había un punto notablemente importante en esta etapa del '63 al '73. La industria crecía una tasa del 6 ó 7% por año. Era el sector donde más se invertía y generaba 2% de empleo adicional por año. No existían los contratos precarios ni la informalidad, por lo que la industria generó el periodo más claro de la movilidad social ascendente. Por decirlo en dos palabras: un padre pensaba que su hijo iba a vivir mejor que él. Y apareció un fenómeno notable. El chico entraba como aprendiz en la planta industrial y diez años después era un oficial, porque el proceso de aprendizaje se daba simultáneamente con la producción y el trabajo. Y poco a poco tenía su Fitito, su Citroen, iba al hotel del sindicato, a Córdoba, a Mar del Plata, se construía su casita en el típico barrio peronista. Y esto lo que generaba es un notable proceso de ascenso social y de movilidad social. -¿Cuándo empiezan a aplicarse medidas proteccionistas para la industria? -Desde los años 30 en adelante empiezan a existir múltiples regulaciones de todo tipo que van desde los accesos al financiamiento, las tarifas de los servicios públicos, esquemas de promoción y en donde fundamentalmente lo más importante fue la estructura arancelaria. Argentina durante la sustitución de importaciones tenía un nivel de protección promedio en torno del 100%, y variaban según los sectores entre el cero y el 400%. Y además de la protección arancelaria, existían restricciones a la importación y hasta sectores donde directamente estaba prohibido la importación de productos o tenía regulaciones muy específicas. -¿Hasta cuándo se mantuvo el proteccionismo? Apenas se inició la gestión de Martínez Hoz en 1976, se hizo la gran reforma arancelaria y ahí comienza el proceso de apertura de la economía. Pero hay que entender que hasta ahí todo el mundo estaba cerrado; Argentina no era un caso en particular. A finales de los años 60 Argentina arma el esquema de promoción de las exportaciones más sofisticado que había en el mundo. Las exportaciones industriales van a ser un factor importante ante el principal desequilibrio macro que tenía la Argentina, que era la incapacidad de generar las divisas suficientes para sostener el crecimiento económico. Pero el elemento más importante de estas estrategias exportadoras era que se ponía un nivel de competencia mayor a la industria. -¿Qué pasa cuando arranca la tercera fase de la sustitución de importaciones? -No hay una tercera fase, ahí viene el quiebre. Y viene un momento en el cual la Argentina se enfrenta a un cambio brutal en el mundo que nunca llegó a entender y todavía estamos transitando en ese proceso. Hay una pérdida de participación y esto será muy fuerte en toda la década del 80 y del 90, cuando se hizo la apertura económica. Y hay un proceso de recuperación después de la crisis del 2001 en donde hay una nueva etapa de desarrollo industrial importante entre el 2002 y el 2008, para llegar posteriormente al estancamiento que alcanza su mayor fuerza desde el 2011 en adelante. -¿Por qué se produjo ese estancamiento? -Argentina no encontró un modelo razonable en donde aprovechar los activos y superar las dificultades. Y por otra parte, a nivel internacional hubo un cambio brutal: pasamos de la lógica fordista a la lógica toyotista; de las empresas trasnacionales a las cadenas globales de valor. Y en ese escenario, la Argentina perdió total rumbo en el escenario internacional. Y lo que hubo fue el desarrollo de dos grandes sectores, el primero asociado a las plantas de insumos básicos y el segundo vinculados a los recursos naturales con la expansión de las plantas oleaginosas y de la producción asociado al mundo agropecuario. Y también la expansión de los recursos naturales en el área de pesca, de gas, el caso de forestal, etcétera. El resto del sector manufacturero se vio expuesto a una competencia feroz con la apertura económica en la década del 80, que tiene su segunda vuelta en la Convertibilidad. Esos sectores tuvieron una estructura defensiva que empezó en la década del 90 y que ahora se profundiza. Ya no podían trasladar los aumentos de costos vía precios porque estaba la competencia de los productos importados. Sin tener una estrategia de ubicarse en la frontera técnica internacional, generaron un pasaje de una manufactura muy integrada a procesos de maquila y ensamblado con fuertes contenidos de importaciones. Esto significó una expulsión del 40% de la mano de obra durante la Convertibilidad. En el período 2002-2008 se recuperó el empleo industrial, pero ahora estamos viviendo una situación dramática. Desde el 2011 la economía argentina cayó el 15%, la población creció el 15% y ya no se creó un empleo formal más en el país y tampoco dentro del sector manufacturero. -¿Hay chance de revertir eso? -La esperanza no hay que perderla. Ahora hay una revalorización del sector moderno que se potencia con todo este nuevo mundo de la energía, la minería y los recursos naturales. Es muy bueno tenerlos, nos van a generar divisas, pero para que impacte en el desarrollo tenemos que pasar de ser exportadores de materias primas y commodities industriales a productos de mayor calidad y que tengan un impacto mayor en la creación de empleo. Para generar esos productos es necesario desarrollar el mercado interno. La primera condición necesaria, obviamente, es romper la volatilidad y los desequilibrios macroeconómicos que no permiten tener horizontes. Y por eso es fundamental tener equilibrio fiscal, consistencia monetaria y eliminar la inflación. Pero esa es la condición necesaria y no suficiente para una estrategia de desarrollo. La Argentina tiene un diagnóstico equivocado pensando que la industria es parte del problema cuando la industria es parte de la solución. El entramado industrial es un elemento clave para el desarrollo de todo el sector de bioeconomía en la Argentina. -¿Qué tan relevante es el tipo de cambio para el desarrollo industrial? -Se necesitan buenos incentivos dentro de la política macroeconómica, pero fundamentalmente el tema central es un problema de competitividad, no de precio. El desarrollo está explicado por la capacidad de innovación y gasto en investigación, por los procesos de inversión, sin los cuales no hay actividad productiva, y por la calificación, calidad y disponibilidad de la mano de obra. La otra cuestión es que el desarrollo de la competitividad no depende solo de la macroeconomía y de lo que sucede al interior de la empresa, sino también de las cuestiones sistémicas. Se requiere tener una muy buena logística, buenos caminos, un sistema financiero eficiente que financie los procesos de inversión y tasas impositivas que sean adecuadas.
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