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  • La encrucijada de las pescaderías de Córdoba: el reto de adaptarse o morir

    » Diario Cordoba

    Fecha: 15/09/2025 12:08

    Hagan la prueba. Salgan a la calle y busquen una pescadería. Si están en una zona comercial y la encuentran, intenten buscar una segunda y casi seguro que será misión imposible. En 2023, apenas quedaban 59 pescaderías en la ciudad, la mitad que 10 años antes, y desde entonces, muchas han cerrado. Hace años que las pequeñas pescaderías de barrio empezaron a desaparecer. Ocurrió de forma silenciosa, con persianas que dejaron de subir cada mañana. No es algo exclusivo de Córdoba, sino una especie de virus que afecta a toda España, cuyos habitantes consumen el triple de carne que de pescado, unos 30 kilos de productos cárnicos por persona y año frente a los 10 kilos de productos del mar. La ingesta de pescado, pieza clave de la salud cardiovascular y cerebral por su aporte de Omega 3, proteínas, vitaminas y minerales ha caído un 30% en la última década y hay regiones como Galicia que han empezado a repartir bonos de descuento de 50 euros a las familias para incentivar la venta. Pablo Luna, en su pescadería de la avenida Guerrita, en el Zoco. / A. J. González Los cambios en los hábitos de consumo, la búsqueda de la comodidad, las familias de tamaño más reducido y la falta de interés por los oficios tradicionales han generado una tormenta perfecta que muchos pescaderos consideran el fin de una era. «Esto está muerto, cuando yo me jubile dentro de un año, mi pescadería se cierra, el traspaso ni me lo planteo y mis hijos no quieren saber nada de esto», explica Pablo Luna, cuyo negocio se encuentra en la avenida Guerrita, en el barrio del Zoco. «Yo ganaba muy bien en mis tiempos, llevo cuarenta años con pescadería y antes había colas en la puerta de mujeres que venían a comprar después de dejar a los niños en el colegio, pero ahora da para un sueldecito, cada vez se vende menos pescado, además, llega cada vez menos, vale muy caro y no compensa el sacrificio», añade. Los jóvenes optan por el fileteado Los pescaderos se levantan de martes a sábado a las tres y media de la mañana para acudir a Mercacórdoba a comprar la mercancía y a partir de ahí empieza una jornada que suele acabar a las dos o las tres de la tarde. «Eso ahora no lo quiere nadie, así que no hay relevo en las pescaderías, a los jóvenes esto no les interesa». Su mujer lo acompaña detrás del mostrador y asiente con la cabeza.«Nosotros sobrevivimos porque servimos pescado a un bar que tiene mucho tirón, no por la clientela de diario», añade, «a mí me quedan más años para jubilarme, pero yo no voy a seguir aquí, me buscaré otra cosa». Para ella, el problema no es que las mujeres se hayan incorporado al mercado laboral o que solo abran por las mañanas. «Yo he trabajado toda la vida, he tenido mis hijos y me he organizado para comprar y hacer la comida, el problema es no es ese», afirma, «muchos hemos probado a abrir por la tarde y no funciona». Para Pablo, la prueba está en Mercadona, «empezó con mucho y ya tiene muy poco y cositas arregladas en bandejitas porque la gente joven lo quiere todo preparado y fileteado aunque lo pague más caro». Pescadería de Antonio Poyato, en el mercado Los Olivos. / Araceli R. Arjona En Valdeolleros, la pescadería de referencia es la de Antonio Poyato en el mercado Los Olivos. Él empezó en el oficio con su padre, cuando era un niño, y lleva toda la vida como pescadero. De hecho, ha llegado a tener once pescaderías abiertas con 16 empleados y ahora tiene dos. «Hace tres años que cerré las demás», recuerda Antonio, «las cosas han cambiado mucho, ahora hay que darlo todo sin una espina, preparado y limpio, trabajas el doble para vender la mitad, antes no podías hacer eso porque había 30 personas esperando para llevarse lo suyo». Eso hace que «el pescado salga más caro porque se vende menos y se arregla más». Doradas, uno de los pescados más populares. / A J González. Según su compañero Miguel, que lleva también treinta años trabajando como pescadero, «la venta ha bajado por muchos motivos, primero porque la gente joven no sabe preparar el pescado ni tampoco cocinarlo, porque no han estado como otras generaciones anteriores en la cocina viendo a las madres prepararlo y cuando ellos se ponen a cocinar van a lo fácil, a cositas fileteadas y poco más». Para él, no es solo un problema de las pescaderías sino «un problema social porque no hay educación alimentaria». Y la cosa, augura, va a peor. «Estos jóvenes son los que están enseñando a comer a los niños de ahora y si ellos no quieren limpiar pescado ni encontrarse una espina, imagina los que vienen detrás», asevera. La prueba de que esto es así es que en los bares sí que se comen esos pescados tradicionales que no tienen salida en las pescaderías más que para un público de cierta edad. «La gente de ahora no quiere freír en casa calamares, bacaladillas o boquerones, que es lo que se vendía más antes, pero en los bares sí se los comen fritos, en vinagre o como se los pongan porque ya están preparados». Ahora, lo que está de moda es la lubina o la dorada en el horno, que es algo fácil, y el salmón: «La gente pide mucho salmón noruego en filetes en lugar de nuestras sardinas, por ejemplo, que son muy buenas para la salud, pero como huelen y tienen espinas...». Para Antonio y Miguel, no es un problema de tiempo, sino de mentalidad. «Nosotros estamos facilitando el trabajo y hay muchas personas que vienen después del trabajo para recoger el pescado ya preparado», comentan, «la alimentación en casa está cambiando mucho porque nadie quiere meterse en la cocina, es ahí donde todo el mundo se quiere ahorrar el tiempo para estar más en la calle». Sin relevo generacional Tampoco ellos ven relevo generacional. «Ahora todos quieren ser ministros, que les paguen muy bien sentados en un ordenador», afirma Miguel, «nadie quiere levantarse a las tres o las cuatro de la mañana para trabajar en esto, nosotros hemos tenido gente de prácticas y la mayoría no valen porque no quieren». Pablo López, propietario de las pescaderías Pablo, es el presidente de los pescaderos de Córdoba y coincide en parte con el diagnóstico de los anteriores. «Es cierto que ha caído el consumo porque la juventud no tiene tiempo ni ganas de preparar el pescado en casa», dice, «quieren comer sano y no se dan cuenta de que no hay nada más sano que el pescado». También cree que faltan jóvenes que apuesten por este oficio. «Yo tengo cuatro pescaderías y no cojo más porque no hay personal formado», asegura, «hace unos años se dio un curso y más del 70% de los que lo hicieron salieron trabajando en pescaderías o en los supermercados de Córdoba que venden pescado y que necesitan gente». La hostelería es otro cliente clave. «Nosotros somos mayoristas y vendemos a restaurantes, hay que llevarlo todo para adelante», indica. Pescadería de Pablo López en la calle Los Molinos 12 en Córdoba. / Manuel Murillo Pablo López, que empezó con 16 años junto a su padre, cree que las pescaderías tienen futuro. Él siempre lo tuvo claro. «Yo no quería estudiar y me atraía lo que hacía mi padre, el mundo del negociante». «Pero es como todo, hay que renovarse o morir, hay que ver lo que la gente demanda y adaptarse, no podemos quedarnos en lo que se ha hecho siempre si ahora no funciona, por eso todos estamos ofreciendo el pescado limpio y más productos elaborados como ensaladillas, boquerones en vinagre, mejillones... hay que moverse, invertir en el negocio y tener instalaciones actualizadas». En su opinión, hay pescaderos que «han vivido muy bien y que se resisten a adaptarse a los tiempos porque no es fácil». Para conseguirlo, hay que «ponérselo fácil al cliente, ofrecer más platos preparados, estar presente en las redes sociales para que te conozcan, servir a domicilio...». En ese intento de evolución, su firma ya ha iniciado una nueva línea dirigida a vender pescados listos para servir en la mesa. También advierte que «la vida del pescadero es sacrificada porque se madruga, pero ya no se mueven tantos kilos, la cosa ahora es más tranquila y va a tener más recorrido en la elaboración». Si Mahoma no va a la montaña, la montaña tendrá que ir a Mahoma. Suscríbete para seguir leyendo

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