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Parana » El Once Digital
Fecha: 14/09/2025 15:30
Mario Robles, un entrerriano de 25 años oriundo de Villa Clara, Entre Ríos, fue uno de los argentinos deportados por el gobierno de Donald Trump. Fue detenido luego de intentar cruzar ilegalmente la frontera entre México y EE.UU. y trasladado a Buenos Aires contra su voluntad. "Le pedí al juez que me mandaran para México, pero decidieron mandarme acá", relató Robles en una entrevista con Página 12, realizada por la periodista Dolores Curia. El joven había emigrado en 2019 hacia México, impulsado por la crisis económica desatada durante el gobierno de Mauricio Macri. “Recuerdo haber vivido mi adolescencia en un país muy lejano a este, el dólar estaba a 18 pesos y con mil pesos alcanzaba para todo”, contó. En Guanajuato, donde residía, construyó una vida: consiguió empleo en una empresa de construcción, formó una familia y tuvo una hija. En busca de mejores oportunidades, y con el apoyo de su suegro, decidió intentar cruzar hacia Estados Unidos. Pagó más de siete mil dólares a un coyote, cruzó el Río Bravo a pie y fue capturado en San Antonio, Texas. “Casi lo logramos. Iba una persona conduciendo y éramos unos 7 escondidos en la caja de la camioneta. El auto se detuvo en el peaje de ingreso a San Antonio y aparecieron agentes antimigrantes. A mí finalmente me encontró un perro”. Detención, engrillamiento y deportación Tras su captura, Mario fue llevado a la temida "heladera", como se conoce al primer centro de detención para migrantes ilegales en EE.UU. “Es el lugar más difícil. Serán unos 8 metros por 8 metros para albergar durante días a unas 40 personas. Sin sillas, ni camas. Muy poca comida. Te tienen incomunicado. Dormís sentado, si lo lográs, y está helado”, relató. En ese sitio, dice, el trato era humillante, especialmente por parte de los agentes chicanos: “Son nacidos en EE.UU. pero hijos ellos mismos de mexicanos. Ellos son los que peor te tratan. Entre ellos hablan en español, pero si les llegás a pedir algo hacen de cuenta que no entienden español”. El traslado de vuelta fue igual de traumático. Mario fue deportado junto a otros argentinos en un vuelo no comercial que arribó a Ezeiza a las 3:20 de la madrugada del jueves. “Todavía me duele el cuerpo por las más de cuarenta horas que, como el resto de los deportados, tuve que permanecer engrillado. Los tuvieron encadenados a la altura de los tobillos, la cintura, los pectorales y las muñecas, como si se tratara de delincuentes de máxima peligrosidad”. Un regreso sin gloria, pero con dignidad Ya en el centro de detención antes del vuelo, Mario logró comunicarse con su familia: “Ya podés tener contacto con tu familia a través de una tablet. Te sentís un poco mejor. Te podés bañar. Teníamos una tele para ver las noticias. Tu familia debe depositar dinero a la gente del centro de detención, y ahí sí podías hablar con tu familia, algo que no sé si es legal o no”. Hoy está nuevamente en Entre Ríos, en la casa de su madre Natalia, quien lo recibió en el aeropuerto junto a su padrastro. Su esposa e hija permanecen en México, país donde Robles aún conserva la residencia. “México tiene toda esa violencia que ya sabemos. Sin embargo, en la ciudad donde estaba, Guanajuato, no se siente tanto y podía trabajar bien. Me alcanzaba incluso para enviar algo de dinero acá, a mi mamá y mi hermana”. (Con información de Página 12 y APF Digital)
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