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» El litoral Corrientes
Fecha: 14/09/2025 08:55
Los libros “Guitarra pueblera. Características del chamamé de Nino Ramirez” de José Víctor Piñeiro y “Sonido chamamecero. Cocomarola desde el violín” de Belén Arriola se presentaron la semana pasada. Estos trabajos son el resultado de investigaciones artísticas para la Universidad Nacional de Misiones en 2022, ahora editados por Eudene (Editorial de la Universidad Nacional del Nordeste). En este sentido destacamos el impecable cuidado del material con un buen diseño a cargo de Julia Caplan, la edición de los textos de Natalia Passicot y Milton Rosés que cuenta, como novedad, con un prolijo anillado de partituras que permite poner los volúmenes en atriles. La delimitación de los temas son precisos en cada caso y comparten una idea que estructura los recorridos: los dos parten de la emoción de tocar chamamé sabiendo que se trata de un saber ágrafo al que se llega por imitación, cargado de saberes populares. Desde allí avanzan hacia una instancia de reflexión y análisis musical. Escriben los arreglos y los ejecutan pero regresan a la emoción de poder tocar y disfrutar desde la espontaneidad constitutiva de la música popular. Estos trabajos se inscriben en una tradición de grandes textos sobre el género como “Ñurpi” de Porfirio Zappa, “El Romancero Guaraní" de Osvaldo Sosa Cordero, los imprescindibles libros de Enrique Piñeiro sobre todo “El chamamé. Música tradicional de Corrientes. (Génesis, desarrollo y evolución)”, “Tiempo de guitarras. Aporte teórico musical sobre la obra de Mateo Villalba” de Lucia Trotiño y los recientes trabajos de investigación de Juan Pedro Zubieta en solitario como “Mateo Villalba. La guitarra chamamecera”, “Roque Librado González Así es mi chamamé” o en colaboración con Marcia Muller “Acordeón. Con alma de chamamé” y con Rudi Flores y Lucia Troitiño en “Mbaracá”. Guitarra Pueblera “Desde niño, el chamamé de Nino- su forma de tocar la guitarra, su hablar guaraní, su forma de ser-me ha conmovido y llenado de esa sensación de revelación que el arte logra alcanzar en sus estados más potentes” dice Piñeiro en la introducción de su texto. La emoción llega porque capta la esencia del personaje que hace sonar su guitarra con un lenguaje propio, sin referencias creando un estilo particular, joyante y natural. El autor nos informa que encontraremos en el libro “una sistematización de conocimientos y llega a una categorización de recursos de Nino Ramírez que “emanan de la exploración del estilo del intérprete”. Algunas de las características a las que llega Piñeiro son, por ejemplo “la espontaneidad” que se produce por impulso del intérprete y carece de planificación en la ejecución. Además el autor sostiene que el arte de Nino Ramírez es un ejemplo de algo decolonial, es decir surgido de sin tener en cuenta los criterios de interpretación europeocentrista impuesto desde la llegada de los colonizadores a esta parte del mundo. Nino está al margen de los cánones impuestos y desarrolla su música de manera natural, aislado en su paisaje. Lo que escucha cuando toca Nino es algo original porque “resulta de la inventiva de su autor”, fuertemente vinculado a la danza que resulta de una experiencia en un ámbito rural. En la primera parte el trabajo establece una clasificación y descripción de los recursos de Ramírez donde analiza los recursos guitarrísticos del estilo de ejecución del chamamé a cargo del músico estudiado. En la segunda parte analiza el proceso de incorporación de los recursos a su propia forma de tocar en 4 piezas entre ellas: “La Colonia” de Cocomarola o “Motivo de los Esteros” del propio Piñeiro. La guitarra pueblera de Nino es para el autor “inabarcable” y tiene un “lenguaje singular y complejo”, pero con elementos simples que tiene huellas culturales guaraníticas y rurales”. Sonido chamamecero Arriola sostiene que resulta imposible pensar la música chamamecera sin Tránsito Cocomarola.“Cocomarola fue y es un prototipo fundamental en el constructo social y cultural de esta música”. El Taita es el creador de un estilo llamado “cocomarolero” nos dice. Sabemos que el violín está presente en la música barroca de las misiones y las investigaciones indican que del mismo modo que se produjo la dispersión de esos pueblos, los violines también viajaron y quedaron esparcidos en el territorio de Corrientes. Arriola cita el texto de Enrique Piñeiro “El violín en el chamamé” (2005) donde sostiene que la presencia del violín es anterior al acordeón y nombra hermosamente a los instrumentistas como “violineros”. La autora reconoce que el libro surge de la inquietud por encontrar una forma de tocar el violín “que suene a chamamé”. El trabajo establece que el eje del libro es la música de Cocomarola, analiza las características musicales del estilo, su estructura formal y sobre todo el vínculo con el baile. Para esto estudia y determina cuales son los pilares para la conformación de su sonoridad. Luego se pregunta:¿Cómo aproximarnos a un sonido chamamecero desde el violín? Y es aquí justamente donde aporta sus años de investigación ejecutando el instrumento. El estudio finaliza con lo que llama “Consideraciones finales” donde vemos la sensibilidad en el pensar de Arriola porque se pregunta sobre la relación entre música y saberes populares y la notación musical. Trae para eso el pensamiento de Augusto Cortázar que sostiene “el folklore no se transmite habitual y genuinamente por la escritura, los impresos, las formas mecánicas o institucionalizadas”. La autora sostiene que a los efectos de la enseñanza,transmisión y reflexión sobre los materiales sonoros populares, la escritura es una herramienta valiosa pero no deja de sostener que la mayor y mejor proximidad con el género y estilo fue y es siempre la “vivencia de la acción”. Arriola se planta en el final como una intelectual y nos deja un par de preguntas abiertas. ¿Para qué escribimos música? ¿Quién acude a una partitura para tocar chamamé? Se pueden incluir los elementos interpretativos que surgen de la espontaneidad y la subjetividad de cada ejecutante como, por ejemplo, los matices, el diálogo con el otro, el tipo de adorno, el tipo de dúo? ¿Se puede escribir esto en la partitura? Escribir y tocar La necesidad de expresar un saber preciso sobre el chamamé de Jose Victor y Belén los puso en el camino que va de la vivencia de tocar a un saber formalizado y escrito de algo que nació ágrafo. En ambos casos esta situación nunca deja de ser dilemática y puesta en primordial duda. Sabemos que la música es real pero invisible, escrita en un sistema de símbolos pero alada al fin. La música popular, además proviene de la tradición oral y anónima. El gran paso de los últimos años en los estudios del chamamé es que ahora podemos estudiar no sólo la historia del género sino sus partituras con estudios críticos. Este paso fue posible gracias a los aportes de los investigadores y trabajos etno musicológicos que nos dan una mirada reflexiva sobre el objeto del estudio. La escritura permite acortar distancias entre lo que tenemos a la mano y lo ausente. Ese acercamiento en el caso de Jose Victor y Belén se produce con discreción provinciana y cuidado porque saben que las cosas más profundas necesitan pocas y cuidadas palabras pero siempre una vivencia compartida.
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