14/09/2025 09:15
14/09/2025 09:15
14/09/2025 09:14
14/09/2025 09:14
14/09/2025 09:14
14/09/2025 09:14
14/09/2025 09:13
14/09/2025 09:13
14/09/2025 09:13
14/09/2025 09:13
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 14/09/2025 07:14
Fernando Farré en 2017, días después de la condena a perpetua, cuando había sido trasladado a la Unidad Penal 48 de San Martín: ahora pasa sus días en la cárcel de Campana (Adrián Escandar) La vida del encerrado es rutinaria, no tiene matices. Lo despiertan a la misma hora, lo mandan a dormir a la misma hora, la comida siempre con el mismo sabor a nada, las visitas son un páramo para quien tiene la suerte de ser visitado. Y entonces, cuando llega un preso nuevo a la “ranchada”, el clima se altera, es una anomalía que sacude el bucolismo carcelario. Más, cuando al nuevo lo vieron en la tele y conocen su prontuario. Por eso Fernando Farré, otro preso tristemente célebre, lo primero que cuenta a Infobae es el chisme tumbero de la semana: el nuevo de su pabellón, el 6 de la Unidad Penal de Campana, es Claudio Contardi, empresario como él, condenado a 19 años por abuso sexual contra la actriz Julieta Prandi. “Lo pusieron en la celda de enfrente a la mía. Se lo ve tranquilo, lo recibió el padre Grassi. Rezaron”, resume telegráficamente vía WhatsApp. Los textos que intercambia con este medio transmiten lo mismo que desde hace 10 años “dicen” sus ojos: vacío sideral. Su mirada negra y la ausencia total de gestos cuando habla son compatibles con la forma de escribir en el chat, despojada de emoción o casi de cualquier atisbo de humanidad excepto cuando se trata de hablar de él mismo: son sus rasgos de narcisismo y psicopatía, de lo que se habló mucho en el juicio en su contra. Lo que le quedaba de humanidad, Fernando Farré lo perdió definitivamente el 21 de agosto de 2015 cuando asesinó a quien fuera su esposa, Claudia Schaefer, en la casa que alquilaban cuando aún eran pareja en el country Martindale de Pilar. El femicida Fernando Farré y su víctima, su exesposa Claudia Schaefer Aquel día era el acordado por las partes para sacar sus cosas después de haber firmado el divorcio. Estaban su propia madre y su abogado en la planta baja, y así y todo, él la tuvo a ella a solas en una habitación: la degolló y le descargó una tormenta salvaje de 66 puñaladas en todo el cuerpo. Cuando entró la Policía, Farré estaba sentado en la cama. Ya tenía la mirada negra, vacía. Su rostro estaba salpicado de sangre como una versión terrorífica de Jackson Pollock. Un agente le sacó una foto tirado boca abajo, esposado. Él miró a cámara. Con una fiereza pasiva que, aún hoy, da pavor. Farré estaba impasible y no dijo nada hasta que, según él y su estrategia de defensa, “despertó” en una comisaría sin saber lo que había pasado. En la jerga tumbera, a eso, lo llaman “borrado de cinta”. Con esa serenidad demencial se mantiene con vida en prisión Fernando Farré, condenado a prisión perpetua. Un hombre que vivía arriba de la primera clase de los aviones, entre Nueva York, París, Buenos Aires y Sao Paulo. Ganaba fortunas y se codeaba con gente de “clase” como él. Choluleaba fotos con David Bowie o Lady Gaga o Susana Giménez o Juliana Awada porque compartía sus territorios VIP. Postales de un pasado que parece mentira, ahora cuando mira al futuro desde la sombra de su celda. Salvo que algún juez le dé antes una domiciliaria, recién en 2050 podrá salir de allí. Faltan 25 años. Recorrió menos de un tercio del camino hacia la libertad. Si llega, tendrá 87. - Ni pienso en eso, ni en mí. Me motiva ver la garra que le ponen mis padres que ya tienen esa edad. Fernando Farré, retratado por la Policía instantes después del asesinato, ocurrido en agosto de 2015 - ¿Pero le gustaría recuperar la libertad o está bien en prisión? - Pienso en la libertad todos los días de mi vida. Pienso si algún día podremos contar la verdad y ayudar a que pare de morir gente. Si podremos exponer a quienes me traicionaron. Pienso si podré llevarle una flor a Claudia, y pedirle perdón a ella y pedirle perdón a mis hijos. Yo sé que ella sabe lo que realmente pasó, y que nos vamos a abrazar en el cielo. Creo que todas las noches sueño con ella. - ¿Qué sueña? - Las caminatas frente al mar. Sueño con los momentos felices y en familia. Sueño todas las noches. Y lo disfruto. Son recuerdos pasados y lindas situaciones en general. Pero cuando me despierto, ya al minuto hago un esfuerzo y me cuesta recordarlos. Farré no se comporta exactamente como si nada hubiera ocurrido, sino que se ubica ajeno a los hechos (muchas veces narrados con contradicciones evidentes), casi que se victimiza. Así como se muestra levemente arrepentido y confía en el perdón celestial de la madre de sus hijos, en la misma conversación dice que Schaefer lo humilló, que le provocó un pico de ansiedad, que estaba “sobremedicado”, que sufría de “sudoración nocturna”. - Comencemos por recordar que yo llegué a la cárcel estando enfermo del cuerpo y de la cabeza. Estaba medicado en tratamiento psiquiátrico. Sufría depresión, ataques de pánico, pensamientos suicidas. Un día me desperté en una unidad psiquiátrica, y no me daba cuenta de que estaba preso con Carlitos Nair Menem, Alan Schlenker (exjefe de la barrabrava de River) y el gendarme que entró a lo de Massa: los tres mediáticos. Sería muy fácil decirte que, desde el encarcelamiento, empeoró todo. Pero tuve altibajos. Y nunca estuve peor que en aquellos días que arruinaron nuestras vidas. Farré tuvo tres hijos con Schaefer: los chicos se quitaron su apellido y jamás los volvió a ver - ¿Piensa en aquellos días? ¿Se arrepiente? ¿Piensa en los tres hijos que tuvo con Claudia? - Pienso en mis hijos todos los días. Y me arrepiento de todo lo que puedo arrepentirme. Pero, si algo pudimos probar, es que yo no controlaba mis acciones. Cada noche, antes de dormir, recuerdo esa maldita mañana que nos arruinó la vida a todos. Repaso mi vida y los hechos nos fueron llevando a ese final de tragedia. Ni él ni sus abogados, ni en el juicio -llevado a cabo en 2017- ni posteriormente, pudieron probar que Farré no controlaba sus acciones, como insiste él. La estrategia siempre fue buscar la inimputabilidad por “locura” o por “emoción violenta”. El jurado popular lo encontró culpable. Los jueces le dieron perpetua. Pero Farré habla como si su versión se hubiera comprobado en el expediente. Ese es su refugio de fantasía. Las fiscales del juicio, Carolina Carballido Calatayud y Laura Zyseskind, trabajaron ocho años atrás para que el jurado entendiera cómo fueron los hechos y la violencia que ejercía Farré sobre Schaefer, incluso antes de asesinarla. “La mató a sangre fría”, fue la conclusión del alegato de las fiscales en aquel juicio llevado a cabo en San Isidro, y aseguraron en aquel cierre que “Farré se probó todas las máscaras de la violencia”. Sin embargo, el asesino -que alcanzó la cima profesional al ser un importante directivo de varias empresas multinacionales a lo largo de su carrera- lleva una década sin moverse un milímetro de su posición. Por momentos razona con cierta aparente sinceridad alrededor del delito que cometió y por otros parece que su mente naufraga en teorías conspirativas, como que su “locura” fue propiciada por Guillermo Moreno cuando era secretario de Comercio del gobierno de Cristina Kirchner, al cerrar importaciones que lo dejaron sin trabajo. Haber quedado desocupado, según su rara teoría simplificada, lo llevó a matar a Claudia. "Cada noche me paso pensando en qué momento se jodió mi vida", dice Farré, privado de su libertad en el penal de Campana (Archivo / Adrián Escandar) - Creo que todo comenzó en tiempos de Guillermo Moreno. Éramos una empresa que dependía de las importaciones. Nos trataban como criminales por importar legalmente perfumes. Matones gubernamentales armados. La empresa se derrumbaba, cerraron operaciones y me quedé sin trabajo. Y Claudia estaba de shopping. Ella seguía gastando como si fuese la mujer de un político. Me enfermé y me vi perdiendo todo lo que tenía. - Usted dice “me arrepiento de lo que puedo arrepentirme”. ¿A qué se refiere? - Sigo sorprendido de mi ansiedad por resolver mi impasse laboral y haber reaccionado como lo hice, de manera irracional. El miércoles 19 de agosto en (el edificio de) Libertador (donde vivía) Claudia y el abogado Quirno me sacaron en bolsas de residuos mis medias y mis corbatas y me dijeron que estaban apurados, cuando se suponía iba a ser una entrega de bienes racional y no una provocación. Mis hijos, mi mujer, mi casa, me quitaron todo. La última humillación: mis libros, mis relojes, mis cuadros, hasta la ropa interior me quitaron. Eso y más medicación fueron la tormenta perfecta que me llevaron a la locura. Cada noche me paso pensando en qué momento se jodió mi vida. - ¿Y en qué momento se jodió su vida? - Se jodió cuando la maté. Y estaba a horas de recibir una oferta de trabajo, de alquilar o comprarme un departamento y de asociarme en una distribuidora de cosméticos. A horas. Pero estaba sobremedicado y no soporté la humillación y me despertó la ira. Fue una emboscada, porque habían sacado desde mis relojes hasta el portarretrato de mi abuelo para humillarme y hacerme explotar. Fernando Farré junto a artista británico David Bowie cuando su vida era todo glamour y apariencias - ¿Llora cuando piensa lo que hizo? - Lloro poco. Lloré mucho la noche del juicio. Más que llorar, sigo sorprendido de todo lo que pasó y que pasó tan rápido. Lo rápido que pasa el tiempo, yo disfrutaba mucho estar con mis hijos cuando eran chicos y siempre quise lo mejor para ellos. - Sus hijos están bajo la tutela de su tía materna. Usted dice que sueña con Claudia. ¿Y con ellos? - Sí, obvio. Y pienso en cómo estarán. Pero sé que han recibido apoyo y son de buena madera como para afrontar los desafíos de una vida que empezó dura para ellos. - ¿Tiene relación con el afuera? ¿Lo visita alguien? - Poco. Mi familia (se refiere a sus padres y un hermano). Algún amigo o familiar que viven en el exterior. - ¿Y adentro, se hizo amigos? - No sé si decirte “amigos”. Tomo mate con mis compañeros de celda. Juego al ajedrez. Me llevo bien con un abogado que es hincha de San Lorenzo como yo. En la cárcel se sobrevive día a día. Acá se te pasan los días esperando que llegue la visita, recordando tu vida anterior, pensando en cómo terminaste acá. No pude seguir estudiando, leo poco, escribí un libro en pandemia. Veo TV, deportes en ESPN y noticias en RT. Según cuenta Farré, el libro que escribió (“de 200 páginas”) es su versión del asesinato. Algo de lo que sostiene en esta entrevista. Lo empezó a escribir preso en Bahía Blanca y lo terminó en Campana. “Es sobre mi vida y lo que recuerdo del hecho. Igual no le interesó a ninguna editorial. Pero no quiero perder la copia porque algún día quiero que le llegue a mis hijos”, dice. El femicida Fernando Farré, durante el juicio por jurados que lo condenó (Télam) En ese libro, Farré cuenta que se intentó suicidar un par de veces y cómo (según él) lo extorsionó otro preso célebre, Ignacio Pardo Paso, más conocido como “Naco Goldfinger”, el ex saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs. - Pasé momentos donde disfrutaba de las actividades religiosas de las que ahora no participo tanto. En este penal estoy tranquilo, pero ya no estoy para jugar al rugby, por ejemplo. Hice cursos de computación, de mantenimiento del hogar, panadería, peluquería y barbería. No estudio porque este es un penal más chico, sin infraestructura. Hay mala señal de internet y prefiero leer cuando tengo señal temas que me interesan, como macroeconomía. - ¿Ya que lee sobre eso, qué opina de la situación del país y del actual gobierno? - Voté a Milei porque me considero liberal y no conservador. Me desilusiona la falta de equipos de pragmatismo y la insensibilidad y los malos modales. - ¿Y su vida sentimental? ¿Tiene novia o novio? - Tuve una novia en el penal de San Martin. Fernando Farré y otro retrato de su vida anterior: junto a Susana Giménez Farré revela que salieron durante tres años. Que se conocieron en un grupo de Facebook de admiradores de Pedro Aznar. “Yo a Aznar lo había conocido personalmente una vez que coincidimos en el avión en un viaje a Boston. Y ella era fanática. Cuando me invitó a un recital en Adrogué, le dije que no podía porque estaba preso, y ahí empezó todo y se acordó de mí. Me conocía porque fue moza en un restaurante del Buenos Aires Design. Ella era separada, sin hijos y obvio menor que yo. Era de Lanús”. - ¿Y aceptó que usted estuviera preso por un femicidio? - Vino con mis padres en el auto, al principio. Nos enganchamos y me venía a visitar todos los sábados. Me preparaba pizza con albahaca. Quedó embarazada y los dos estábamos contentos. Un poco irresponsable. Mi psicóloga de Sanidad me daba forros. Me decía ‘vos ya sos padre’. Pero mi novia no. Y quería serlo. - ¿Y qué pasó? - Moraleja: perdió el embarazo y al poco tiempo nos separamos.
Ver noticia original