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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 13/09/2025 06:33
Reunión de los BRICS en Río de Janeiro El 8 de septiembre tuvo lugar una nueva Cumbre de los Jefes de Estado de los BRICS, el grupo que desde 2001 reúne a las cuatro potencias emergentes de aquel momento: Brasil, Rusia, India y China. Una década después se sumó Sudáfrica en representación de su continente. Es un grupo con sistemas políticos diferentes que tiene más objetivos económicos que políticos y estratégicos, a diferencia de la OCS (Organización de Cooperación de Shanghai) que pone más prioridad en los objetivos económicos. Esta se reunió en los primeros días de septiembre en China para conmemorar el 80° aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial ante la potencia asiática. Analizadas las dos reuniones en conjunto -Xi y Putin han hablado así dos veces en menos de una semana, una presencialmente y otra de manera virtual- queda clara la intención de las potencias centrales de Oriente articuladas por Beijing de generar un grupo de poder e influencia para enfrentar a un Occidente débilmente unido en apoyo de Ucrania en la guerra con Rusia. Esta Cumbre de los BRICS se realizó en forma virtual por razones prácticas, dado que los líderes de Oriente no estaban en condiciones de realizar un nuevo viaje con tan poco tiempo disponible entre ambas cumbres. Lula ejerce este año la presidencia pro tempore del Grupo y de ahí que Brasil haya sido sede del encuentro virtual. A diferencia de Putin y Xi, Modi se hizo representar por su canciller. BRICS afirma representar el 26% del comercio global, el 40% del PBI y casi la mitad de la población del mundo. Pero está buscando ampliar su dimensión para articular un polo de poder de Oriente frente a Occidente, buscando más competir que confrontar. El Grupo inicial viene trabajando en una ampliación a través de lo que se denomina el BRICS+. Integran esta categoría Emiratos Árabes Unidos en el Golfo Pérsico, Egipto y Etiopía en África, Indonesia en el Océano Índico, e Irán en Medio Oriente. Arabia Saudita y Turquía han decidido no integrar esta categoría por ahora, mientras que Argentina la abandonó. Como tema concreto, el BRICS acordó coordinar su participación en la próxima Asamblea General de la ONU, en la Cumbre Climática COP-30 en Belém, Brasil, en noviembre de este año, y en la Cumbre del G20 en Sudáfrica de diciembre, a la cual Trump ya anticipó que no asistirá. La “guerra comercial” abierta por el presidente estadounidense fue un tema central. Lula describió a Trump como un “emperador” por su política arancelaria y denunció que los BRICS son sus “víctimas”. Caracterizó a las medidas estadounidenses de “injustificadas e ilegales” y describió las presiones de la Casa Blanca a favor de Jair Bolsonaro como una “caza de brujas”. China, que lleva adelante reuniones tensas con Estados Unidos por el comercio, expresó una posición similar frente a la actitud de Trump. Por su parte, el canciller indio, Subrhamanyam Jaishankar, sostuvo que “aumentar las barreras y complicar las transacciones no resolverá nada. Tampoco servirá vincular medidas comerciales con cuestiones no comerciales”. Desde Sudáfrica, el presidente Ramaphosa denunció que el entorno proteccionista derivado de decisiones unilaterales “plantea grandes dificultades y peligros para los países del Sur Global”. Lula también se refirió al despliegue militar estadounidense frente a Venezuela, recordando que América Latina y el Caribe es una “región de paz desde 1968, año en el que se firmó el Tratado de Tlatelolco”, que prohíbe el uso de armas nucleares en la región. Al mismo tiempo, China despliega una estrategia global multilateral, evitando las confrontaciones y jugando con el tiempo a su favor. La ansiedad está caracterizando la cultura occidental, mientras que la paciencia es un rasgo típicamente oriental, del cual China es un claro exponente. Con la conmemoración de la victoria sobre Japón, la potencia asiática despliega una “narrativa” que busca insertarse con la occidental, pero desde un rol propio y relevante. Tanto Estados Unidos como Europa, Rusia y China reivindican la “victoria antifascista” de la Segunda Guerra Mundial. Ésta en las primeras décadas de la posguerra estuvo centrada en las potencias occidentales, que asumieron el rol de vencedoras del eje constituido por Alemania, Japón e Italia. Luego Rusia comenzó a disputar este papel con un argumento central: que la cantidad de muertos que la Segunda Guerra había dejado para la URSS era muy superior a las sufridas por las potencias occidentales en conjunto. Es decir que los países del área soviética habían contribuido con más sangre en la victoria contra los nazis y sus aliados. Ahora China comienza a desplegar una tercera narrativa. Como en el caso soviético, se sostiene, con fundamento, que los muertos chinos en la guerra contra Japón más que duplican los sufridos por la Unión Soviética (lo que también debe entenderse por la dimensión de su población). Además, afirman que la guerra en China duró más de una década, a diferencia de la contienda mundial. La invasión japonesa a la región china de Manchuria comenzó en 1931. De acuerdo a ello, en la visión de Beijing la Segunda Guerra Mundial duró para China catorce años. Antes de la entrada de Estados Unidos en este conflicto global, a fines de 1941, el peso del esfuerzo de guerra contra Japón fue sostenido sólo por Beijing. En cuanto a la acción de China a nivel global en materia de inversión e infraestructura, avanza con las obras de la llamada “Iniciativa de la Franja y la Ruta”. En paralelo a la conmemoración de los 80° años de la rendición de Japón, China avanza con los preparativos por el 12° aniversario de la creación de la iniciativa. Hasta ahora, la Franja ha incorporado a ciento cincuenta países y treinta organizaciones internacionales. El análisis de los proyectos específicos en los distintos países y territorios permiten dimensionar también los esfuerzos bilaterales. Por ejemplo, en América Latina uno importante ha sido la renovación del metro del Distrito Federal, el centro urbano más grande de México; en Costa Rica se construyó el Estadio Nacional; en Brasil y Ecuador diversos proyectos de energía ya están en marcha; mientras que en el puerto uruguayo de Montevideo se está llevando adelante el dragado. El proyecto más importante en esta región en términos estratégicos es el “megapuerto” de Chancay en Perú, sobre el Pacífico: el 16 de mayo amarró en el mismo el mayor buque portacontenedores de China. Esta iniciativa representa la mayor conexión Atlántico-Pacífico en América del Sur y va desde la costa atlántica de Brasil hasta la peruana sobre el Pacífico. El puerto de Chancay es el primero de Sudamérica sobre la costa del Pacífico que puede recibir buques de la envergadura y capacidad señaladas. Mientras drones rusos violan el espacio aéreo polaco y las fuerzas israelíes avanzan en la ciudad de Gaza, Oriente despliega una estrategia de poder sin apuro ni ansiedad, pero efectiva.
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