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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 13/09/2025 04:57
El RIGI abrió la puerta a una ola de proyectos de cobre que -de concretarse en simultáneo- implicarían inversiones superiores a los USD 25.000 millones en la próxima década (Foto: Reuters) Argentina se encuentra en la antesala de una transformación productiva que puede redefinir su inserción en la economía global. El RIGI abrió la puerta a una ola de proyectos de cobre que -de concretarse en simultáneo- implicarían inversiones superiores a los USD 25.000 millones en la próxima década. Una magnitud inédita para el país que exige un andamiaje institucional sólido y, fundamentalmente, el desarrollo de infraestructura productiva y social adecuada para acompañar este proceso. El desafío no es únicamente atraer capitales. La verdadera tensión aparecerá en la capacidad de construir -al mismo tiempo- varias minas de clase mundial. Esto obliga a pensar en dos planos: la comunicación y el desarrollo de proveedores. La minería argentina carga con una deuda comunicacional. Por años, el sector no logró transmitir con claridad su aporte a la economía real -generación de divisas, empleo calificado, cadenas de proveedores y financiamiento para las provincias-. El sector no logró transmitir con claridad su aporte a la economía real -generación de divisas, empleo calificado, cadenas de proveedores y financiamiento para las provincias En el caso del cobre, la escala es tan grande que el impacto se multiplica: cada proyecto implica miles de puestos de trabajo directos y decenas de miles indirectos, más una demanda de infraestructura -energía, rutas, logística, campamentos- que dinamiza otras industrias y potencia la región. Sin embargo, la percepción social suele quedar atrapada en una oposición binaria entre ‘minería sí’ o ‘minería no’, con debates dominados por temores ambientales y desconfianza hacia las empresas. Esa visión simplificada se traduce en un freno selectivo según la provincia: mientras algunas jurisdicciones avanzan con marcos regulatorios claros y proyectos en construcción, otras mantienen prohibiciones o vetos que bloquean el desarrollo -aun contando con recursos probados-. La percepción social suele quedar atrapada en una oposición binaria entre ‘minería sí’ o ‘minería no’, con debates dominados por temores ambientales y desconfianza hacia las empresas (Foto: Reuters) El riesgo es que la discusión pública se concentre en el corto plazo de las obras y pierda de vista la oportunidad estratégica: sin cobre no hay transición energética global, y Argentina dispone de los recursos que el mundo necesita. Aquí no alcanza con difundir beneficios en abstracto -es imprescindible un acercamiento comunicacional efectivo, que reconozca las distintas realidades provinciales y construya confianza a partir de información verificable, transparencia y diálogo temprano con las comunidades-. ¿Estamos preparados para la magnitud del desafío? El mayor riesgo operativo de la próxima etapa no es la falta de proyectos ni de financiamiento, sino la simultaneidad. Si varios emprendimientos de cobre avanzan en paralelo, la presión sobre proveedores, mano de obra e infraestructura será inédita –y es allí donde se juega la verdadera capacidad del país de transformar potencial geológico en desarrollo económico sostenido–. El déficit de proveedores es evidente. Chile y Perú ofrecen la comparación más cercana El déficit de proveedores es evidente. Chile y Perú ofrecen la comparación más cercana. En Chile, la minería representa alrededor del 10% del PBI y sustenta un ecosistema de más de 4.500 empresas proveedoras, de las cuales 700 exportan servicios y tecnología minera. En Perú, el entramado alcanza unas 3.000 compañías, con 250 exportadoras activas. En Argentina, en cambio, apenas superan las 1.000 firmas vinculadas al sector, en su mayoría pymes con baja productividad, escaso nivel de certificación y limitada proyección internacional. La brecha es clara: un solo proyecto de cobre puede demandar más de 100.000 toneladas anuales de insumos químicos, flotas de transporte especializado, plantas de energía dedicadas y miles de trabajadores calificados. Un solo proyecto de cobre puede demandar más de 100.000 toneladas anuales de insumos químicos, flotas de transporte especializado, plantas de energía dedicadas y miles de trabajadores (Foto Reuters) El dilema no es sustituir importaciones de manera voluntarista, sino garantizar que existan proveedores capaces de responder a esa escala -entendiendo que el nearshoring disminuye el riesgo de abastecimiento-. Por lo tanto, ¿por qué las empresas no buscarían desarrollar proveedores cercanos? El espejismo del compre local Presentado como una herramienta de desarrollo, el compre local termina operando como un freno. Si la oferta no alcanza, fijar porcentajes rígidos encarece los proyectos, los demora y los expone a perder competitividad frente a otros países que compiten por los mismos capitales. Presentado como una herramienta de desarrollo, el compre local termina operando como un freno Fuente: Abeceb consultores Australia ofrece un contraste contundente: allí se abandonó hace décadas la lógica de cupos y se apostó a la consolidación de clusters METS (Mining Equipment, Technology and Services), que hoy exportan más de USD 12.000 millones anuales en servicios y tecnología minera. El problema en Argentina no es dónde se ubica el proveedor, sino si existe. Lo relevante es que haya empresas capaces de cumplir estándares globales de precio, calidad, seguridad y sustentabilidad. Esa densidad industrial no surge por decreto, sino de la presión de la demanda y de políticas públicas que reduzcan las barreras para invertir, financiarse, capacitarse y escalar. Lo relevante es que haya empresas capaces de cumplir estándares globales de precio, calidad, seguridad y sustentabilidad La simultaneidad puede ser cuello de botella o palanca de desarrollo. Chile demostró que fueron justamente los grandes proyectos de los años noventa –Escondida, Collahuasi, Los Pelambres– los que impulsaron la consolidación de proveedores competitivos a nivel internacional. En Argentina, el interrogante es si se repetirá esa historia o si la falta de previsión hará que los proyectos se apoyen en importaciones permanentes, dejando pasar la oportunidad de crear un ecosistema propio. El RIGI puso a la Argentina en el radar de los grandes capitales. Pero para convertir ese potencial en realidad, habrá que resolver tres cuestiones centrales: ampliar la escala de proveedores competitivos, reemplazar el localismo defensivo por una regulación inteligente basada en estándares y certificaciones, y diseñar un acercamiento comunicacional efectivo que permita construir confianza con la sociedad. La minería de cobre tiene condiciones para convertirse en el nuevo complejo exportador argentino, con un peso en divisas equiparable al que tuvo la soja en las últimas dos décadas -USD 19.000 millones anuales promedio-. La minería de cobre tiene condiciones para convertirse en el nuevo complejo exportador argentino Fuente: Abeceb consultores La discusión de fondo no es minera, es de política industrial y de gobernanza: Las provincias deberán asumir un rol más activo -no como fiscalizadoras de porcentajes sino como facilitadoras de capacidades-. Las empresas , por su parte, tendrán que invertir en comunicación transparente y en programas de desarrollo de proveedores que vayan más allá de la coyuntura de un proyecto. Y el Estado nacional deberá definir reglas claras que den previsibilidad a largo plazo. Si la simultaneidad de proyectos se convierte en oportunidad y no en obstáculo, Argentina habrá dado un paso decisivo hacia una nueva etapa de desarrollo. La autora es directora de Operaciones de Abeceb, consultores
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