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» Diario Cordoba
Fecha: 12/09/2025 09:29
Un señor de la valía de Antonio Serrano acaba de jubilarse como jefe de la Policía Local de Córdoba tras casi veinte años en el cargo y treinta en el cuerpo que cuida de las vidas y hacienda de los vecinos de esta villa. Ustedes igual no lo saben, pero, si las cosas funcionan, es porque hay hombres y mujeres como Antonio operando en la sombra. Uniendo los puntos, suturando las brechas y estableciendo alianzas donde lo sencillo es borrarse porque se cobra lo mismo al final de mes. Con más paciencia, y de eso puedo dar fe, que el santo Job. Pueden contar con los dedos de una mano las intervenciones públicas del jefe, que es por quien se preguntaba en la sede de la avenida de los Custodios. Las entrevistas de despedida, el discurso anual del día del patrón y poco más forman parte del archivo disponible de uno de los puestos más relevantes del funcionariado municipal. Todo lo demás se queda en el confesionario. Antonio Serrano ha trabajado en un puesto altamente sensible con alcaldes de tres partidos políticos, cada uno de su padre y de su madre, cosa verdaderamente prodigiosa en estos tiempos que corren. No ocurre todos los días que alguien decida dejar el puesto, como hizo en 2008, mientras la Fiscalía investigaba el caso Torreblanca, en el que se acusó a unos agentes de modificar archivos de la Policía Local para la construcción de una parcela irregular. Solamente volvió al cargo -a lo que tenía perfecto derecho- cuando fue exonerado, tres años después, por sentencia firme. Existe en la política la tentación de poner a «uno de los nuestros» en este tipo de cargos, razón por la que nunca se cubren determinados huecos de la estructura como el de intendente principal, lo que incrementa el teórico margen de maniobra. Y es un error. Se trata de puestos basados en la capacitación técnica, que exigen que se le diga al electo lo que necesita escuchar, que no siempre es lo que quiere oír. Lo que era normal en otros tiempos, resulta ser una rareza desde que la independencia dejó de ser un valor. Ojalá la transición interna se haga con luces largas, consenso político y ánimo constructivo. El jefe Serrano cuelga la gorra de plato con una acreditada fama de persona prudente, discreta y eficaz al mando de casi medio millar de personas que llevan arma y placa, que es lo que pone picante al guiso. Al frente de un servicio público que no se puede permitir el lujo de fallar, porque cuando fracasa alguien resulta malherido. Y donde las extravagancias, las rarezas y las ocurrencias no deben encontrar el más mínimo resquicio. Hoy, lo que toca es dar las gracias por el servicio prestado y desear la mejor de las vidas a quien ha dedicado la suya al común. Jubilación viene de júbilo, jefe. Que sea para bien. *Periodista Suscríbete para seguir leyendo
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