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» Diario Cordoba
Fecha: 12/09/2025 08:48
Pasados los días patronales con sus pregones y procesiones, cada vez con menos campanitas ni caimanes, guardados los bañadores y chanclas que resistían las inercias veraniegas, estamos ya metidos en harina de nuevo. Echaron a andar el curso político, el judicial y el escolar con el bullicio de miles de chavales que llenan las aulas con su vitalidad contagiosa y una mirada luminosa y limpia que poco entiende de tantos avatares de los mayores. A decir verdad, avatares, cuitas y menesteres que muchos mayores tampoco comprendemos entre tensiones de alta y baja estopa y escándalos de toda índole, exhibidos por tierra, mar y aire, dentro y fuera de nuestras fronteras. Basta con mirar el genocidio de Gaza o el atropello de Ucrania, entre la treintena de conflictos mundiales vigentes, a la par que la presidenta Von der Leyen proclama que «Europa está en combate», nada menos que 80 años después. Tropelías de malos y de tontos, cometidas por trileros de todo pelaje mientras se escucha, sin disfraz ni sordina que lo calle, el llanto de los excluidos, el dolor de los olvidados, el latido de todos esos que no cuentan. Disculpen, pero no me habitúo al griterío permanente, al soniquete de las miserias, a la refriega sin argumentos, a la polarización que ha convertido un espacio de convivencia en una contumaz y absurda guerra de trincheras. La vida no es eso, y se cansa uno de cambiar de canal, tratando de localizar una sintonía que aporte rigor y serenidad, mesura y encuentro, ideas y pensamiento, creatividad y algo de humanidad. Será que pronto echo en falta el aire puro de la sierra o la brisa del mar frente a la polución de las ciudades, que cada vez prefiero más el silencio a los ruidos, la inteligencia emocional a la artificial, la certeza de las raíces a la impostura de la confusión, de las ideologías de hojalata y charanga, a las idolatrías de becerros de oro y becerros de barro. Llega uno a septiembre como al mes de las buenas intenciones. Con la alforja rebosante de propósitos nobles, con la mirada fijada en metas alcanzables y la agenda llena de mejoras personales y profesionales, con la mochila cargada de reservas para el camino. El mes de los reencuentros también debía serlo en la vida pública, con talantes nuevos y alianzas firmes, con proyectos ilusionantes y colectivos, de transformación de la sociedad, de enriquecimiento compartido, de futuros prometedores. Aunque me temo que gana el pulso el discurso más estridente, la manipulación masiva, el argumento menos contrastado, el prejuicio zafio y más rastrero. Una sociedad donde no interesan los análisis serios, ni los datos contrastados, ni los informes rigurosos, que no antepone la dignidad de la persona, es como una veleta a merced del viento, donde casi todo está perdido. Decía una expresión, atribuída al cisterciense francés Bernardo de Claraval, que «el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones». No basta con los propósitos, hay que ponerse en camino. Pese a todo y tanta tropelía, no vale con el tuit de las redes ni la tertulia de salón y café, hay que dar los primeros pasos, articular proyectos y discursos desde la coherencia personal, abrir velas y levantar el ancla, comprometerse y conquistar otros modos y maneras para que la vida sea como tiene que ser, aunque sea en el espacio corto de la rutina diaria, y septiembre se convierta en un puerto seguro del que partan nuestros sueños. No será mañana ni pasado, no depende de la coyuntura ni de las circunstancias. Es ahora. Septiembre es el momento, el tiempo de la siembra, no de la cizaña ni de cualquier semilla, sino de la mejor para que mañana tengamos buena cosecha. Ahí están como ejemplo y estímulo, entre tantos protagonistas anónimos de cada día, el cuerpo de bomberos de la Ciudad, el obispo de Bangassou Juan José Aguirre, el grupo musical Medina Azahara o la deportista Carmen Avilés, reconocidos ayer como medallas al mérito y de la ciudad de Córdoba, luces cuyas estelas nos sirven de camino. *Abogado y mediador
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