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Concordia » El Heraldo
Fecha: 11/09/2025 15:11
El Banco JPMorgan había planteado días antes dos escenarios hipotéticos: uno consistía en una módica victoria del peronismo sobre La Libertad Avanza, no mayor a 5 puntos porcentuales. En tal caso, la presión sobre el tipo de cambio y las tasas de interés se estimaba que tenderían a moderase, retomándose entonces el proceso de recuperación económica. El otro escenario alertaba de que, la diferencia sobre LLA fuese mayor, y en tal caso, afirmaba el conocido banco de inversión, el tipo de cambio se dispararía y la situación financiera sufriría una desmejora. La realidad fue mucho peor: los votantes bonaerenses dieron una ventaja de 13 puntos al peronismo por sobre el partido del presidente Javier Milei. Ads Podría decirse que, la provincia más poblada de la Argentina, acorde a su adicción histórica al peronismo, adicción reafirmada nuevamente este domingo, tiene todo el pasado por delante. O al menos el correspondiente hasta 1946, año en que se decidió sepultar lo poco que restaba del modelo de economía abierta, para acelerar la instauración del estatismo nacionalista. La reacción de los mercados el lunes posterior a la votación fue, como era de esperar, catastrófica: las acciones argentinas cayeron hasta 24%, con particular impacto negativo en el sector bancario (Galicia, Macro, BBVA), riesgo país pasando los 1100 puntos, y caídas en bonos de más del 10%. La situación resulta algo confusa si consideramos que, hasta hace muy poco, disfrutábamos de publicaciones dónde se nos informaba de mejoras en variables económicas tales como pobreza y nivel de actividad. La proyección de crecimiento de la CEPAL para nuestro país se ubicaba en 5%, el mayor crecimiento proyectado de la región luego de Guyana. La Universidad de Palermo anunciaba un crecimiento del consumo de 0,7% mensual en julio y de 13,9% interanual, la pobreza, por su parte, marcaba un descenso hasta el 31,7% en el primer trimestre. Y si bien la victoria electoral puede atribuirse al poderoso aparato clientelar peronista, no cabe obviar el amplio descontento en ascenso ante un desmejoramiento reciente en el nivel de actividad y en otras variables relacionadas. ¿Qué provocó esta reversión del virtuoso proceso de recuperación que se venía observando? Deberíamos considerar al menos dos cuestiones: Por un lado, el desarme de las llamadas “LEFIs”, y por otro el ataque sistemático del Congreso al pilar económico de la gestión Milei: el superávit fiscal. Analicemos: La cancelación de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFIs), poseídas por entidades financieras, inyectó unos 10 billones de pesos al mercado. Preocupado por la abrupta baja en las tasas de interés que provocó dicha expansión monetaria y por el efecto que esto podría generar en el tipo de cambio y la inflación, el gobierno decidió subir encajes bancarios y tasas de interés a niveles extraordinariamente elevados. En el caso de los encajes la cifra se disparó por encima del 50%, las tasas de interés por su parte llegaron a triplicar la inflación esperada. La prioridad del gobierno era clara: atacar con artillería pesada la inflación, a costa de una recesión transitoria. En paralelo, el Congreso se dedicó a aprobar leyes de incremento en el gasto a niveles que comprometían el mantenimiento del superávit fiscal: aumentos de jubilaciones y en prestaciones por discapacidad, entre otras que, al relacionarse con causas sensibles, dejaban al gobierno nacional en una posición incómoda ante la necesidad de vetar tales deficitarias propuestas en apariencia bien intencionadas. La irresponsabilidad fiscal del Congreso, disfrazada de genuina preocupación por los más necesitados, aumentó la percepción de que el modelo económico del gobierno libertario, apoyado en el superávit fiscal, podría tambalear, y con ello la inflación y la desconfianza generalizada se reinstalarían. Así, el mercado exigió tasas cada vez mayores para mantener las posiciones en pesos. Nótese algo muy peculiar: en la previa electoral, en lugar de inyectar dinero y estimular temporalmente la economía a costa de una mayor inflación futura, el gobierno prefirió defender el superávit, y la contención del nivel de precios. Lo contrario a lo que dicta el manual del político cínico y oportunista. La contracción de la actividad, que debía ser transitoria luego de pasado el riesgo electoral, ahora luce con final incierto ante los resultados en Buenos Aires. Esto último no necesariamente implica que el plan económico del gobierno libertario esté terminado, simplemente que el camino resulta ahora algo más empinado y tortuoso. El presidente Milei y sus funcionarios deberán replantear estrategias y hacer las autocríticas pertinentes, pero, corresponde a los votantes argentinos ponerse de acuerdo de una vez en qué tipo de país quieren. Porque, así como se vota una cosa, a los 2 años se vota otra totalmente distinta. Ante estos vaivenes los mercados financieros reaccionan en primer lugar, pero luego las consecuencias se trasladan a la economía productiva, y entonces las sufrimos brutalmente todos los argentinos que soñamos al fin salir adelante en base a nuestro mérito, talento y esfuerzo. Ads
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