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» Elterritorio
Fecha: 11/09/2025 13:05
Rosanna Hein es directora de la Escuela 647 del paraje Tamanduá de Ruiz de Montoya y por la tarde da clases en la escuela satélite de la comunidad Tekoa Porá en Puerto Leoni jueves 11 de septiembre de 2025 | 6:00hs. Rossana (41) siempre quiso ser docente, desde su primer grado por la profunda admiración a su mae. // Foto: Esteban González Ser docente significa en varias ocasiones ser más que un maestro o maestra que se para frente a un aula. Es que es también alguien que asiste en situaciones diversas a sus alumnos y vocación de servicio es un don que muchos comparten. Los maestros son el primer eslabón en la educación de los niños y la docencia es la única profesión que es capaz de crear otras profesiones. Todo aquel que pasó por una escuela y después recibió algún título universitario o terciario si tiene la fortuna de reencontrarse con su educador en las calles, con gratitud dice “Usted fue mi maestro/a”. Hay docentes que dejan una huella imborrable, los que con gran vocación brindan sus conocimientos a los alumnos. En este Día del Maestro el trabajo de Rosanna Hein (41) es uno para destacar. Lleva 18 años en las aulas y en la actualidad es la directora de la Escuela 647 del Paraje Tamanduá, un predio educativo en una zona rural de Ruiz de Montoya. Radicada en Jardín América, todos los días viaja más de 20 kilómetros para dar clases. “Elegí la profesión porque siempre me gustó trabajar con niños”, dijo la jardinense en diálogo con El Territorio. Comprendió que ese era el camino que debía elegir ya desde la adolescencia en la escuela bíblica en la iglesia. Incluso recordó que al finalizar primer grado decía que quería ser docente por tener gran admiración por su ‘mae’ de ese momento. Además tenía la posibilidad de estudiar en su Jardín América natal, por ende, fue una decisión efectiva y acertada. “Enseñar en una escuela rural es un precioso desafío. Al tener plurigrados hay que organizar bien la planificación de la clase para poder trabajar todos a la vez”, especificó. El establecimiento se encuentra a 100 metros de la ruta provincial 7 en un camino terrado del Paraje Tamanduá. Son once alumnos los que asisten a clases en un curso, desde Nivel Inicial hasta 7º grado con un docente y también educación física. Además, la institución cuenta con un aula satélite en la comunidad Tekoa Porá en Puerto Leoni sobre la ruta provincial 7 en el turno tarde con Hein como maestra de 24 alumnos y un auxiliar docente indígena. La maestra consideró que trabajar en plurigrado posibilita que los chicos vayan aprendiendo unos de otros, los grados más pequeños escuchan la clase de los más grandes y entienden contenidos que aún no fueron abordados por ellos. Pero la dificultad más resonante que se presenta actualmente es la poca matrícula. “En la colonia viven menos familias y ya no son numerosas como antes. Además por razones de trabajo emigran al pueblo y otras ciudades”, sostuvo. Los estudiantes recorren una distancia de entre uno y cinco kilómetros para llegar a la escuela, pero la inasistencia no es un problema porque los padres en su mayoría tienen algún medio de transporte para llevarlos a clases. Se les brinda el servicio de desayuno por la mañana y a la tarde, en el aula satélite, la merienda. “Faltan horas especiales, que debido a la poca matrícula no poseen”, lamentó. “Ser docente implica ser todo a la vez, madre, psicóloga, enfermera, amiga, etcétera. Una de las grandes ventajas es que los alumnos son muchos años los mismos, por ende nos conocemos muy bien. A veces con sólo una mirada ya uno tiene el panorama de lo que están pasando de ambas partes. Son alumnos tranquilos, educados y muy carismáticos”, describió Hein. La profesional de la educación especificó que como desafío constante, fue y es dejar huellas en sus vidas. Que sean personas de bien con valores, comprometidos con ellos mismos, que puedan lograr sus metas y propósitos, acompañar su crecimiento personal y académico. Su deseo es seguir en su labor diaria brindando lo mejor como docente por el bienestar de los estudiantes y la institución que ya es su segundo hogar. Por último, destacó el apoyo incondicional de las familias comprometidas con el trabajo del docente y que siempre están al pendiente de las actividades planteadas. Acompañan el trabajo pedagógico generando así un gran fortalecimiento entre los maestros y los padres de los chicos que asisten a la escuela.
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