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  • El día después del espaldarazo bonaerense a la gestión de Kicillof

    Parana » InfoParana

    Fecha: 09/09/2025 03:17

    Tras el bramido de las urnas en la vasta provincia de Buenos Aires, un eco resonó en los salones del poder: el peronismo, como un río crecido después de una tormenta de promesas y desencantos, se desbordó en los comicios. Carlos Bianco, ministro de Gobierno y confidente del gobernador, se alzó como un faro en la orilla para descifrar la marea. Con la voz sosegada de quien ha visto los designios del tiempo, desveló los secretos de un triunfo que nadie, ni siquiera los más agoreros, se atrevió a vaticinar con tanta claridad. El fantasma de una elección voto a voto, que había rondado los pasillos de la Casa de Gobierno, se disipó como una neblina al amanecer. El peronismo, con la fuerza ancestral de la memoria popular, le sacó más de trece puntos a la propuesta libertaria, un abismo insondable en la geografía política. La victoria no fue una casualidad del azar, sino un mapa tejido con los hilos de los municipios: de los 135, el peronismo se adueñó de 102, y en 6 de las 8 secciones electorales, sus banderas flamearon sin oposición, como si el viento mismo se hubiera rendido a su causa. En sus palabras, la victoria no fue solo un triunfo, sino un grito de la gente. Un clamor que se alzó contra la «crueldad» y la «miseria» que, según Bianco, se derraman desde el poder central. Las políticas de ajuste, los despidos que se cuentan como anécdotas en la televisión, los comercios que bajan sus persianas para siempre… todo eso fue, a ojos del ministro, el combustible de un pueblo que se cansó de los insultos y la arrogancia. La victoria, además, fue un refrendado a la gestión de Axel Kicillof. Como si la gente, en la intimidad del cuarto oscuro, hubiera dado un espaldarazo a un gobierno que, a pesar de las penurias, ha buscado tejer una red de contención. No fue una victoria del candidato, sino del «proyecto político», un aval para seguir navegando por el mismo rumbo, a pesar de las tempestades que se avecinan. Finalmente, Bianco, con la sabiduría del estratega que mira más allá del horizonte, sentenció que este triunfo no es el final de nada, sino el principio de un «renacer» del peronismo. Un movimiento que, para ser digno de su historia, debe ser «revolucionario» y «disruptivo», y no caer en la tentación de la «moderación» o el «centrismo». El peronismo, en el ideario de Bianco, debe ser un río caudaloso que no se detiene ante las orillas del conservadurismo. Y en esa promesa de futuro, reside el verdadero eco de esta victoria.

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