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  • El país, otra vez en la encrucijada

    Parana » 2 Florines

    Fecha: 09/09/2025 01:12

    Por Ubaldo Roberto Domingo / Contador Público Nacional Hace muchos años, que los actos eleccionarios en nuestra patria se deciden fundamentalmente por razones económicas. La población, asistió sin anestesia a una violenta devaluación en diciembre de 2023, el tipo de cambio fluctuó de $ 366 a $ 800 afectando todo el sistema económico y los precios relativos. Esta devaluación, fue la más alta desde la hiperinflación de la administración Alfonsín. Todo aquel esfuerzo, realizado fundamentalmente por los sectores de ingresos fijos, trabajadores asalariados y jubilados, se diluyó con el solo transcurso del tiempo. El brutal ajuste y el apretón monetario, otra vez, como antes, como ahora, no dio resultado por la falta de un programa de crecimiento y desarrollo que libere las fuerzas productivas. Esta política económica de financiamiento del receso y el ajuste, mediante endeudamiento interno y externo, que tiene como fundamento la elevación de las tasas de interés a niveles reales sin ninguna competencia en el mundo, estaba indefectiblemente destinada a desembocar no sólo en el colapso productivo, sino también el vaciamiento del sistema financiero, indiscutiblemente ligado por vasos comunicantes al empobrecimiento y quebranto progresivo y sistemático de las empresas productivas y el consumo privado. Este razonamiento lleva a recordar los sucesos ocurridos a partir de abril de 2018. En aquella oportunidad, como ahora, dirigían los destinos económicos funcionarios como Federico Sturzenegger, Luis Caputo, y sus equipos monetaristas. El primero, intentó contener el precio de la divisa y en una sola jornada vendió 1.471.70 millones de dólares sin ningún resultado. Ya en el mes de mayo 2018, se optó por solicitarle al FMI un “Stand – by”, por 50.000 millones de dólares en forma de cobertura a un mercado que ya no respondía a las señales que enviaba el gobierno, la credibilidad estaba muerta. En el transcurso de pocos días Sturzenegger incineró $ 13.000 millones y luego Caputo $ 14.000, sin lograr domar el dólar al alza, ni poder interrumpir una estampida. Todas estas alquimias financieras las hemos experimentado tantas veces como tantas veces hemos asistido al doloroso fracaso al final, porque se insiste en maquillar los efectos de la crisis y no solucionar sus causas. La perversidad del plan se encuentra en que debemos finalmente reconocer que las finanzas son dependientes del sistema productivo, y el agravio a la producción es evidente. Me pregunto a esta altura, y sería bueno que lo hagamos todos, qué hubiera ocurrido si se hubieran puesto todos estos recursos al servicio de la producción y el trabajo y no a la ruleta financiera. Lo que ocurrió en aquella oportunidad, lo que ocurre hoy, no se trata de fenómenos aislados y casuales, sino todo lo contrario, se trata de la expresión de una crisis que supera a quienes pretenden encubrirla. Lo que ocurre en la economía de nuestro país, todo lo dramático de la crisis tiene una constante, que no puede ser soslayada por más tiempo, y es actuar sobre la recuperación y bonanza de todos los emprendimientos productivos.

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