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  • La rebelión de los mandriles

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    Fecha: 09/09/2025 01:11

    Los resultados electorales vienen mostrando un porcentaje mayoritario que rechaza este modelo. Otros gobiernos cambiarían el rumbo. Milei no lo hará. En medio de una economía real que profundiza la crisis, un mercado financiero que transmite incertidumbre y la aparición de la corrupción gubernamental como una de las principales preocupaciones de la sociedad, el 66% de los bonaerenses le dio la espalda al Gobierno. Es el porcentaje que, según la mirada de Javier Milei, no formaría parte de “la gente de bien”. Serán mandriles, kukas, ratas, ñoños republicanos, liliputienses, zurdos h.d.p, enviados del Maligno o personas con baja capacidad intelectual, según las descalificaciones habituales del Presidente con quienes “no la ven”. Que este domingo fueron cinco millones de habitantes de la mayor provincia del país. Elecciones plebiscitarias El Gobierno viene planteando cada elección provincial como si se tratara de un plebiscito a favor o en contra del modelo libertario. Y tiene razón en presentarlo así: con un presidente como él es muy difícil mostrarse neutral o supeditar el voto a la situación específica de cada distrito. Como los Kirchner antes, Milei presenta la realidad en blanco y negro, se está con él o se está en su contra. En ese sentido, la lógica de elecciones plebiscitarias que plantea es absolutamente razonable. Lo cierto es que el último resultado plebiscitario a nivel nacional fue el de noviembre de 2023 y La Libertad Avanza había obtenido el 56% de los votos. Desde entonces, cualquier comparación con esa cifra quedó empalidecida. Es que en todas las elecciones “plebiscitarias” del año, LLA siempre obtuvo un porcentaje significativamente menor de votos que hace dos años. Hasta hoy, sumadas las bancas en juego en todos los distritos en donde hubo comicios, el oficialismo consiguió alrededor del 25% de las bancas. En mayo, en las elecciones porteñas, el vocero presidencial ganó con el 30%. En los pasados comicios en la provincia de Corrientes, el candidato de Milei salió cuarto, con apenas el 9,5% de los votos. En las elecciones de este domingo, los candidatos bonaerenses plebiscitados por el Presidente obtuvieron menos del 34% de los sufragios. Trece puntos por debajo del 47% conseguido por los malditos candidatos peronistas. La estrategia comunicacional del oficialismo (kirchnerismo o peronismo “Nunca más”), no dio resultado. La provincia no se pintó de violeta libertaria como prometió Milei y ese 34% quedó lejos de aquel 56% a nivel nacional del balotaje presidencial o del 51% que en 2023 hubieran sumado los candidatos de las fuerzas que hoy compiten unidas (LLA con Carolina Píparo y el macrismo con Néstor Grindetti). De esta forma, todos los resultados de las elecciones celebradas hasta el momento ponen en tela de juicio la afirmación del jefe de Estado de encabezar “el mejor Gobierno de la historia argentina”. Al menos, no es lo que la sociedad está sintiendo. El voto de la economía real La mayoría de los indicadores de la economía dan peor que los que había en 2023, durante “el peor gobierno de la historia argentina”, según cataloga Milei a la administración anterior. Los datos que se fueron conociendo en los últimos días confirman esta tendencia. Las estimaciones que releva el Banco Central muestran un nulo crecimiento de la actividad económica durante el segundo trimestre del año y pronostican una baja del 0,3% para el tercer trimestre. La misma fuente considera un crecimiento del PBI del 4% para todo el año, con la salvedad de que tres de esos cuatro puntos son considerados arrastre estadístico de los meses finales de 2024. La UIA acaba de advertir que entre el peor y el mejor gobierno de la historia argentina se perdieron unos 500 mil puestos de trabajo, que hay caídas del consumo de hasta el 20% y que el salario real se redujo 5,5% en relación a diciembre de 2023, el mes de mayor incertidumbre de aquel año. Las actuales tasas bancarias del 80% no pronostican que, en lo que queda de 2025, la actividad vaya a recuperarse. Ni el campo parece a salvo de la situación: en agosto, el patentamiento de la maquinaria agrícola se derrumbó un 45% con respecto a un año atrás. En la provincia de Buenos Aires, la semana pasada se conoció que, con una baja de 1,6%, agosto fue el tercer mes consecutivo de caída de la actividad económica. Economistas antes cercanos a los lineamientos del Gobierno, como Domingo Cavallo, Miguel Ángel Broda y Carlos Rodríguez, vienen marcando sus profundas diferencias con el rumbo del modelo. Promesas y realidades En esta votación plebiscitaria planteada por el Gobierno también jugó una incertidumbre financiera que en abril, con la salida parcial del cepo, no existía. En aquel entonces, Milei sostenía que el dólar bajaría a menos de $900 y Toto Caputo provocaba con su ya célebre “¡Comprá, no te la pierdas, campeón!”. El dólar ahora ronda los $1.400 y el Gobierno debió salir a vender US$ 450 millones para impedir que subiera más. Desde que Milei, Caputo y su equipo económico gritaban exultantes en el programa de Alejandro Fantino “¡el dólar flotaaaa, el dólar flotaaaa!”, pasó poco más de un mes. Y el dólar no flota, no libremente. En términos económicos, Milei asumió con algunas consignas claras: baja de la inflación, apertura de la economía y ajuste de las cuentas públicas hasta conseguir superávit fiscal. Se podría decir que, aun con las controversias que esto genera entre los especialistas, esos objetivos fueron cumplidos. Milei nunca prometió una revolución productiva y la realidad indica que lo que está en crisis es, justamente, la actividad productiva de la Argentina. Quizá exista alguna relación entre la forma en que esta administración consiguió bajar la inflación, ajustar las cuentas públicas y abrir la economía a los productos importados, y la crisis del consumo y el empleo que atraviesa el país. Los votos perdidos Quienes votaron a este Gobierno hace dos años y hoy ya no lo hacen son los que suponían que, si se cumplían las premisas libertarias del comienzo, su situación económica mejoraría; y eso no ocurrió. Entre los votos perdidos también se podrían sumar los de aquellos que no creían que aquel candidato que venía a acabar con “los vicios de la casta” terminaría sospechado en escandalosos casos de corrupción que lo rondan a él y a su hermana. Como el de las coimas en la compra de medicamentos para discapacitados, que convirtió a Karina Milei en un meme y en protagonista de cánticos humillantes en recitales y canchas de fútbol. A estos se agregarían, además, los sectores sociales para los cuales las violentas formas presidenciales dejaron de ser tolerables. Votantes que, aunque no sean peronistas, rechazan que el Presidente insulte permanentemente a su gobernador, a quienes no piensan como él, o trate de mandriles o ensobrados a los economistas y periodistas que esbocen la menor disidencia con el relato oficial. Los votos que hasta ahora el Gobierno viene perdiendo en todo el país implican una doble rebelión social. Por un lado, la de los afectados por la crisis social y económica. Por el otro, la de quienes rechazan un modelo de relacionamiento institucional basado en la agresión. Parte de esos votos se encuentran entre quienes este domingo votaron por las listas del gobernador Kicillof, o lo hicieron por las del peronismo no kirchneristas, o las del radicalismo, las del Frente de Izquierda o las del macrismo no subsumido por La Libertad Avanza. Ahora habrá que esperar a los resultados de las elecciones generales del 26 de octubre. Si se mantuviera la tendencia actual de rechazo al oficialismo, lo esperable en estos casos es que el Gobierno reconsidere sus postulados económicos e institucionales para encarrilar sus últimos dos años de gestión. Milei no va a cambiar Pero tratándose de Milei, parece muy difícil que eso vaya a ocurrir. Su extremismo ideológico, su deriva mesiánica y su pulsión autoritaria, lo hacen inmune frente a cualquier duda o contemplación. El mejor ejemplo de ello lo dio al reconocer la derrota bonaerense. Después de decir que este hecho le merecía una “profunda reflexión”, levantó la voz para afirmar que “el rumbo no se va a modificar, se va a redoblar”. Ratificó una por una todas las políticas que está llevando adelante y concluyó: “¡No se retrocede un milímetro!”. La sociedad puede cambiar su voto. Pero Milei no va a cambiar. Lamentablemente. Por Gustavo González-Perfil

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