Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Del tiempo del odio al tiempo del diálogo

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 07/09/2025 05:02

    Imagen de San Carlo Acutis Para avanzar en la construcción de un pueblo en paz, justicia y fraternidad, el papa Francisco, en segundo término, enuncia el principio “la unidad es superior al conflicto” y afirma que es indispensable para construir la amistad social. Este principio gira en torno al tema de la “comunión en las diferencias” (papa Francisco, E.G. p. 221 y 228), porque, como él mismo afirma, “la vida es oposición y la oposición es fecunda” (papa Francisco, entrevista de A. Spadaro, 19/9/2013). Václav Havel, dramaturgo y político checoslovaco, presidente de la nueva república, señala que “…el final de cualquier odio colectivo es que jamás consume solo al odiado, sino siempre, y a la vez, al odiador…” y cita la fábula hindú del águila de un cuerpo y dos cabezas (que se odian), en su libro Sobre la política y el odio, pág. 36/37, Ed. Rialp. Papa Jorge Bergoglio y la “Revolución del diálogo” El papa Francisco indicó que nos toca transitar un tiempo conflictivo, donde resurge epidémicamente en nuestras sociedades el odio virtual y colectivo: polarización y exclusión como única forma posible de resolver los conflictos. (Homilía en el Consistorio, 19 de noviembre de 2016). Sabemos bien los argentinos que, en el orden político, la polarización y la exclusión nos conducen de una crisis a otra y a enfrentamientos que impiden la reflexión y el diálogo de ideas: peronismo-antiperonismo, liberales-antiliberales y la oposición de los sistemas de gobierno, como sucedió durante más de 40 años, desde 1955 hasta 1983. Las dos Argentinas. Ambas signadas por la corrupción, el odio, la indiferencia y las máscaras de las ideologías que separan e impiden un diálogo fructífero. Cada grupo y las recíprocas acusaciones y trampas mortales montadas desde los medios masivos con las “noticias” de cada día. “La historia (de este mundo) —dice Francisco— da muestras de estar volviendo atrás. Se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos. En varios países, una idea de la unidad del pueblo y de la nación, penetrada por diversas ideologías, crea nuevas formas de egoísmo y de pérdida del sentido social enmascaradas bajo una supuesta defensa de los intereses nacionales” (papa Francisco, Fratelli Tutti, parágrafos 10-11). En síntesis, sus enseñanzas convocan a la “Revolución del diálogo” por todos los medios de comunicación, los interpersonales y los virtuales. San Carlo Acutis y la revolución del diálogo social en redes “sin odio” “La identidad en las redes sociales —que hoy se impone por medio de los teléfonos y computadoras— se basa demasiadas veces en la contraposición frente al otro, frente al que no pertenece al grupo: este se define a partir de lo que divide en lugar de lo que une, dejando espacio a la sospecha y a la explosión de todo tipo de prejuicios (étnicos, sexuales, religiosos y otros)”, en todos los ámbitos de la comunicación, también en el político. Como recuerda Francisco: “El ser los unos de los otros es la motivación más profunda de la obligación de custodiar la verdad, que se revela precisamente en la comunión”. Por eso, cuando interactuamos en las redes sociales digamos: todos somos San Carlo Acutis. Busquemos la unidad que es fuente de verdad. Evitemos la tentación de la división y el conflicto. Pudiendo preservarse en el cuasi anonimato de las redes, el influencer Carlo Acutis transitó el mundo virtual en su corta vida con intensidad. Y como lo adelantáramos será canonizado este domingo por el papa León XIV. San Carlo asumió la misión de llevar el Evangelio a otros por las redes con un trabajo intenso de verdadera amistad social, sin involucrarse en el espíritu de competencia o el odio; iluminado por el Espíritu Santo dedicó su vida a ayudar a muchos con la fuerza de su fe. Ojalá sirva de ejemplo para todos los dirigentes sociales y políticos de nuestro país y del mundo. Un diálogo que no se alimente del culto al ego ni de la indiferencia, la ignorancia, el miedo o el rechazo del otro. De las comunidades digitales a la comunidad humana El diálogo personal —sea directo o no— pierde espacio frente al diálogo virtual y cada uno, ciudadano común o encumbrado dirigente, sustituye su presencia y contacto con el otro por su identidad en las redes sociales. Resulta asombroso ver cómo el presidente de una nación, por importante que sea, en pocas palabras resume definiciones que involucran a millones de personas en el planeta. Francisco observa que “la identidad en las redes sociales suele construirse en contraposición a quienes no pertenecen al grupo, lo que fomenta la división en lugar de la unidad. Esta dinámica abre espacio a la sospecha y a la proliferación de prejuicios de todo tipo —étnicos, sexuales, religiosos— y genera una cultura de exclusión. En contraste, el sentido profundo de ser parte de una comunidad implica custodiar la verdad, la cual se manifiesta en la comunión entre personas”. No hay buenos y malos, justos y pecadores “Puede generarse una tentación —decía Francisco— a la que hemos de prestar especial atención: el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; permítanme usar la expresión: en justos y pecadores”. Proseguía exponiendo una posible paradoja: “En el afán de querer liberarnos del enemigo exterior, podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar. Este pueblo —decía Francisco en su discurso ante el Congreso de EE.UU., el 24/09/2015— dice que no”. Este “no”, esta resistencia, es un “criterio de sanidad y ortodoxia cristiana” que consiste “no tanto en el modo de actuar como en el modo de resistir” (Stromata 1-2, 1988, pág. 7-22), remitiendo a Agustín, De pastoribus, Serm. 46, 13. La Iglesia como red de comunión El Papa describe la Iglesia “como una red que se teje a partir de la comunión eucarística. La unión entre las personas no se basa en la aprobación superficial (los ‘likes’), sino en la verdad y en el compromiso expresado a través del ‘amén’, por el cual cada persona se adhiere al Cuerpo de Cristo y acoge a quienes le rodean. Porque ‘Somos miembros los unos de los otros’ (Ef 4, 25)”, del Mensaje para la 53ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. El diálogo político como proceso de descubrimiento de la verdad En un mundo dividido y desgarrado, el papa Francisco dio a conocer la Encíclica Fratelli Tutti, iluminada por el espíritu de fraternidad y concordia, escrita y comunicada observando la geopolítica mundial y extendiendo el diseño de la Declaración de Abu Dabi de 2019 al mundo entero. En el núcleo central de esta encíclica, en todo el capítulo II, se diseña el modelo aplicable a las relaciones entre los hombres y que extiende a las relaciones entre pueblos y naciones. El papa Francisco toma como punto de partida la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10, 25-37). La polaridad en la política nacional En primer lugar, deberíamos saber que los polos pueden ser reales (como en el clásico ejemplo del pie izquierdo y el pie derecho que, en el proceso de equilibrio-desequilibrio, permiten el andar humano) o conceptuales. Los polos pueden repelerse o “abrazarse” (Unamuno), lo que puede suceder cuando son complementarios. Desde los albores de la independencia, los criollos se alinearon en un polo opuesto y en conflicto con el constituido por la burguesía porteña. El poder político en ambos casos justifica sus intereses opuestos con ideologías también opuestas. Nuestra historia es un ejemplo palpable de la coexistencia conflictiva de dos sistemas, ideologías, modelos y sentimientos opuestos (ver Víctor Sonego, Las dos Argentinas, Bs. As. 1983). Los modelos agrícola-ganadero y exportador se opusieron al modelo de producción y desarrollo industrial y del trabajo. Los polos opuestos contradictorios excluyen o permiten muy poco diálogo y escasa amistad social. En cambio, cuando hay complementariedad, existen mayores posibilidades de diálogo y de integración. De las verdades trascendentes, decía Juan Pablo II El papa Francisco (en 273 F.T.) recuerda un texto memorable de Centésimus annus de Juan Pablo II: «Si no existe una verdad trascendente, con cuya obediencia el hombre conquista su plena identidad, tampoco existe ningún principio seguro que garantice relaciones justas entre los hombres: los intereses de clase, grupo o nación los contraponen inevitablemente unos a otros. Si no se reconoce la verdad trascendente, triunfa la fuerza del poder, y cada uno tiende a utilizar hasta el extremo los medios de que dispone para imponer su propio interés o la propia opinión, sin respetar los derechos de los demás. [...] La raíz del totalitarismo moderno hay que verla, por tanto, en la negación de la dignidad trascendente de la persona humana, imagen visible de Dios invisible y, precisamente por esto, sujeto natural de derechos que nadie puede violar: ni el individuo, el grupo, la clase social, ni la nación o el Estado. No puede hacerlo tampoco la mayoría de un cuerpo social, poniéndose en contra de la minoría» [F.T. 262]. Desde el punto de vista axiológico es necesario considerar que la polaridad puede manifestarse como filosofía y fundamento de las ideas y sistemas políticos. De los valores se derivan las doctrinas morales y las demás determinaciones en la acción política. Por ejemplo, el Krausismo, teoría filosófica del siglo XIX de Oskar Kraus, para quien la axiología es el fundamento de la ética; funda la doctrina y da lugar a las reglas prácticas de conducta del partido radical (Alem e Yrigoyen). Así también la Doctrina justicialista encuentra su fundamento en la filosofía de Santo Tomás de Aquino y en la Doctrina Social de la Iglesia, Encíclica Rerum novarum del papa León XIII (véase La Comunidad Organizada, J.D. Perón). La polaridad entre el radicalismo y el peronismo no es ideal sino real, a diferencia de la polaridad de los fundamentos de esos partidos nacidos de distintas corrientes cristianas y el secularismo extremo de los partidos neoliberales, en muchos casos fuertemente influenciados por el ateísmo. Las oposiciones de estos y aquellos podían ser ideales o reales. La democracia es diálogo y no la tiranía de la mayoría El filósofo francés Emmanuel Mounier decía: “No es en las urnas (…) (ni en las redes sociales, agrega el suscripto) que se juega el destino de la persona, sino ante todo en cada uno de nosotros”. En nuestro espíritu. El representante del personalismo afirmaba también: “La democracia no es la tiranía de la mayoría… es el régimen de la mayoría, pero de la mayoría que ha tomado conciencia del interés general de la nación, y especialmente de las libertades minoritarias. De otro modo, la sedicente democracia no es sino un fascismo. Primariamente dañina para la democracia es la opresión ejercida por minorías invasivas, ruidosas y exhibicionistas, tal vez también de origen popular, que pretenden conseguir por la exaltación de la opinión pública lo que no podrían obtener con los votos”. El antídoto de las desviaciones de la política en la democracia no es otro que el diálogo, que pueda delimitar y discernir entre mayorías y minorías, sin violencia ni agravios, los legítimos intereses particulares y el bien común.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por