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  • Damián Falcone, del IAE: “La estabilidad cambiaria eleva el uso del dólar como moneda de pago”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 07/09/2025 02:38

    "La volatilidad actual en el sistema financiero y cambiario argentino está influenciada por múltiples factores, entre ellos el contexto preelectoral y las iniciativas legislativas de la oposición" Los fundamentos económicos muestran resultados mejores que hace un año: superávit fiscal, balance cambiario, empleo y salarios, actividad, y el índice de tipo de cambio multilateral supera en más de 20 puntos porcentuales el nivel heredado por el Gobierno. Sin embargo, la incertidumbre propia del proceso electoral en Argentina y algunos desequilibrios que persisten, alimentados por leyes recientes que obligaron al Poder Ejecutivo a vetar proyectos para no revertir el superávit fiscal, llevaron a políticas más restrictivas para absorber exceso de liquidez de pesos en el mercado monetario, y anunciar la presencia del Tesoro como vendedor y comprador de dólares, en la plaza cambiaria, generando entre muchos analistas más dudas que certezas. Ese cuadro, combinado con las presiones del presidente Donald Trump para que la Reserva Federal baje las tasas de interés, llevó a grandes inversores a comprar bonos del Tesoro americano, y de esa forma se amplió la brecha de rendimiento con los activos argentinos, esto es elevó el índice de riesgo país. Infobae entrevistó a Damián Falcone, profesor de Economía en la Escuela de Negocios de Universidad Austral (IAE Business School), especializado en Finanzas y Gestión del Riesgo y managing partner de la consultora UpSide Risks, para analice que la coyuntura y los riesgos financieros, empresariales y geopolíticos que observa. — En el contexto preelectoral, donde la oposición impulsa leyes clave que afectan el resultado fiscal y el clima político está especialmente agitado, ¿cree que este es el principal factor detrás de la reciente volatilidad en el sistema financiero y cambiario argentino? — La volatilidad actual en el sistema financiero y cambiario argentino está influenciada por múltiples factores, entre ellos el contexto preelectoral y las iniciativas legislativas de la oposición. La oposición ha promovido leyes que podrían alterar el equilibrio fiscal, generando incertidumbre entre los inversores. Sin embargo, esa no es la única causa. Ciertos desafíos del programa cambiario, como la dificultad para acumular reservas internacionales, también contribuyen a la inestabilidad general. “Ciertos desafíos del programa cambiario, como la dificultad para acumular reservas internacionales, también contribuyen a la inestabilidad general” Por supuesto, el programa económico tiene sus desafíos, pero debemos considerar el dramático punto de partida y los logros obtenidos en poco tiempo. El clima político preelectoral actúa como un amplificador, aunque no es el único determinante de la volatilidad. La discusión electoral en Argentina siempre impacta en la economía porque seguimos debatiendo aspectos fundamentales de la organización económica que en otros países ni se discuten. Seguimos plebiscitando un modelo de país en cada elección, lo cual no es propio de una economía madura y, por supuesto, genera incertidumbre. — Muchos economistas alertaron sobre la fragilidad de las “tres anclas” de la política económica argentina: la fiscal, la monetaria y la cambiaria. ¿Cuál es su diagnóstico sobre el estado actual de esos tres pilares? — El pilar fiscal muestra avances notables, como los superávits primarios y financieros, que son históricos para nuestro país. El ancla monetaria ha ganado solidez con la reducción de la emisión monetaria y la recapitalización del Banco Central. Aunque suele ser la parte más cuestionada, la política cambiaria ha sido exitosa al establecer un sistema de bandas móviles, algo inusual en la historia argentina. Los resultados son muy positivos y los logros, hasta el momento, importantes. "El pilar fiscal muestra avances notables, como los superávits primarios y financieros, que son históricos" Ahora bien, las políticas monetarias y cambiarias irán recibiendo ajustes lógicos conforme avance el programa y la realidad imponga restricciones. La reciente intervención del Tesoro en el mercado de cambios es un claro ejemplo. No debemos pensar en “anclas” rígidas e inamovibles atadas a la ortodoxia; el Gobierno ha demostrado convicción y también pragmatismo, sabiendo combinar ambas posturas. En resumen, considero que el aspecto fiscal es el más sólido, pero en los otros veremos ajustes. — En casi dos años de gestión, el Gobierno logró desacelerar la inflación, recapitalizar el Banco Central, acumular superávit fiscal y reducir la deuda pública. Sin embargo, ¿sigue Argentina siendo vista como un “defaulteador serial” por los grandes inversores internacionales? — Hay dos puntos clave. Por un lado, el Gobierno ha mostrado firmeza en el respeto de sus obligaciones, como se vio en la solución de los pasivos del BCRA sin modificar contratos. Sin embargo, el historial de incumplimientos de la Argentina es muy pesado y sigue gravitando. Por otro lado, seguimos sin un consenso social y político real sobre las reglas de juego que regirán las próximas décadas, incluyendo el cumplimiento incondicional de los contratos. “El Gobierno ha mostrado firmeza en el respeto de sus obligaciones, como se vio en la solución de los pasivos del BCRA sin modificar contratos” Además de los defaults, Argentina tiene más de doscientas demandas internacionales y es de los estados más denunciados en el Ciadi (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones). No comprendemos del todo las consecuencias de alterar unilateralmente las reglas. En el mundo, no cumplir las obligaciones es gravísimo y genera repercusiones de largo plazo. Nos falta entender qué mecanismos generan confianza y atraen inversiones. No solo tuvimos múltiples defaults, ¡sino que los hemos aplaudido! Es posible cambiar la percepción internacional, pero llevará tiempo, disciplina y grandes consensos internos. "En el mundo, no cumplir las obligaciones es gravísimo y genera repercusiones de largo plazo" — Las encuestas proyectan que el oficialismo podría reforzar su representación parlamentaria en octubre. ¿Ese resultado alcanzaría para devolver calma a los mercados? — Las elecciones, con mayor o menor éxito para el gobierno, pasarán, y el oficialismo seguramente saldrá favorecido en la representación parlamentaria, dada su debilidad actual. Solo puede mejorar. Esto traerá calma a los mercados en el mediano plazo. Aunque, en el corto plazo, todavía puede haber volatilidad importante, ya que el primer test, el del 7 de septiembre, es el más difícil para el gobierno. Una derrota importante ahí puede generar incertidumbre. No obstante, no creo que eso genere efectos de mediano plazo porque el programa tiene bases sólidas y para la elección nacional del 26 de octubre, las chances de un resultado favorable al gobierno son mayores. La configuración macroeconómica es muy diferente a experiencias previas, como las primarias de 2019, cuando las acciones argentinas perdieron la mitad de su valor. Hay recuerdos de aquello, pero la situación ahora es distinta. A nivel nacional, el oficialismo tendrá un resultado positivo. — Después del desarme de las LEFI de corto plazo, el Banco Central subió los encajes bancarios y fortaleció la absorción de liquidez. ¿Considera que estas medidas son transitorias o estructurales? — Las medidas de aumento de encajes y absorción de liquidez parecen orientadas a la coyuntura preelectoral para contener presiones cambiarias e inflacionarias, lo que sugiere que son transitorias. La intención es “secar” la plaza de pesos. Todos, y especialmente el BCRA y el Ministerio de Economía, sabemos el impacto negativo que esto tiene en la actividad. “La economía no puede funcionar con tasas de interés por arriba del 60% o 70% nominal anual. Es imprescindible continuar incrementando el crédito” La economía no puede funcionar con tasas de interés por arriba del 60% o 70% nominal anual. Es imprescindible continuar incrementando el crédito. No lo veo como estructural, sino coyuntural. Prima el pragmatismo sobre la ortodoxia. Los procesos electorales en nuestro país son extremadamente complejos. Es de esperar que, después de las elecciones, el mercado encuentre calma, aunque no se puede estar seguro del todo. — En julio se registró un récord histórico de compra de dólares por parte de los argentinos. ¿Eso indica atraso cambiario o refleja que el dólar se usa más como reserva y medio de pago para bienes grandes? — Lo analizaría desde una visión más amplia. Los procesos de estabilización inflacionaria suelen generar apreciación cambiaria; se vio en otros programas de América Latina. No es extraño lo que pasa en la Argentina. Además, el Gobierno no usó reservas para abastecer la compra de dólares: fueron los privados quienes vendieron. Es evidente que el uso del dólar se intensificó, tanto para turismo como para atesoramiento y pago de insumos industriales. La estabilidad cambiaria eleva el uso del dólar como moneda de pago: somos una economía bimonetaria, usamos pesos sólo para pequeños montos y operaciones de corto plazo; para todo lo demás, usamos y pensamos en dólares. Años de cepo generaron una visión distorsionada del mercado cambiario. "Usamos pesos sólo para pequeños montos y operaciones de corto plazo; para todo lo demás, usamos y pensamos en dólares. Años de cepo generaron una visión distorsionada del mercado cambiario" Vemos como problema que la gente viaje al exterior y gaste en dólares, pero el problema real nace de los desequilibrios fiscales y la escasez de dólares. En una economía abierta y con nuestro potencial exportador, los dólares no deberían ser un problema. Lo que genera restricciones es la política interna, no la gente ni su gasto. — ¿Qué peso tienen los factores de la coyuntura política nacional frente al impacto internacional, como la política de aranceles de Donald Trump y su influencia sobre la Reserva Federal, en la volatilidad de los activos argentinos? — La coyuntura política, con tensiones preelectorales y oposición a leyes fiscales, pesa mucho más en la volatilidad. Los factores internacionales, por supuesto, pueden incidir, pero los domésticos son mucho más determinantes. Es poco útil atribuir a la situación global la suerte de nuestra economía. Salvo fenómenos extremos -como pandemias, guerras o recesiones globales-, el impacto externo es similar para todos. Por ejemplo, los índices de México y Brasil subieron 22% y 17%, respectivamente, y el argentino bajó 21% este año. El índice de riesgo país argentino podría estar mucho más bajo si la agenda interna acompañara. Más allá del contexto global, nosotros debemos buscar las explicaciones puertas adentro. "El índice de riesgo país argentino podría estar mucho más bajo si la agenda interna acompañara. Más allá del contexto global, nosotros debemos buscar las explicaciones puertas adentro" — ¿Detecta amenazas geopolíticas globales que puedan comprometer el plan oficial de estabilización y crecimiento económico en Argentina? — Sí, existen amenazas geopolíticas globales que pueden golpear el plan económico, como la escalada de tensiones comerciales entre Estados Unidos y China que afecta los precios de las materias primas clave para la Argentina, o la volatilidad de los mercados energéticos por conflictos internacionales. El crecimiento global, proyectado por el FMI en 3%, es fundamental para el valor de nuestras exportaciones. Ningún país está blindado frente a eso. Por eso, si no se puede fijar el precio de las exportaciones, es clave diversificarlas para reducir riesgos. La oportunidad de diversificar exportaciones en energía, agro y minería fortalecería nuestra posición frente a la volatilidad global, que será la regla en los próximos años. Si logramos duplicar nuestras exportaciones la próxima década, nuestra posición mejora notablemente, pero eso requiere consensos sólidos y políticas de Estado. — En términos de política económica, ¿cuáles serían, en su opinión, las principales fortalezas y debilidades de la gestión de Luis Caputo como ministro de Economía? — Las fortalezas de la gestión de Luis Caputo incluyen la desaceleración de la inflación a niveles mensuales por debajo del 3%, la obtención de superávit fiscal y la recapitalización del Banco Central, lo que restauró credibilidad internacional. También fue muy novedoso y sorprendente el espacio de expansión derivado de la reducción del gasto público; nadie lo imaginaba. “Como debilidad, persiste la falta de reformas estructurales profundas que garanticen la sostenibilidad a largo plazo y todavía generan incertidumbre en los inversores” Como debilidad, persiste la falta de reformas estructurales profundas que garanticen la sostenibilidad a largo plazo y todavía generan incertidumbre en los inversores. Se habla mucho de las “tres anclas”, pero la Argentina también arrastra anclas negativas: un sistema impositivo deficiente, una justicia lenta y poco eficiente y un régimen previsional insostenible. Estas reformas no son tarea exclusiva del ministro de Economía, sino que requieren consensos parlamentarios que el gobierno aún no consiguió, pero están en agenda. — En su último informe del IAE advirtió sobre el impacto de los riesgos económicos en el modelo de negocios de las empresas. ¿Qué desafíos y oportunidades concretas enfrentan hoy las compañías locales y multinacionales? — El primer desafío es que la menor inflación exige operar con márgenes más bajos. La inflación, aunque negativa, permitía aumentar márgenes y escondía ineficiencias. Esto protegía a las empresas pero dañaba a los consumidores. Ahora, esa cobertura desapareció, y muchas compañías enfrentan dificultades. Deben adaptar sus procesos comerciales y operativos a la nueva realidad, lo que no es sencillo. Sin embargo, hay beneficios: los consumidores y otras empresas pueden acceder a insumos más baratos. El segundo gran desafío es operar en una economía más abierta, con menor burocracia y trabas arancelarias. Argentina es una de las economías más cerradas de Latinoamérica; en los últimos 20 años, la cantidad de empresas exportadoras se redujo a la mitad. Superar años de alta protección regulatoria es otro reto inmediato. — Para cerrar, ¿qué reflexión le deja a quienes siguen de cerca la economía argentina y proyectan el año próximo? — Primero, una mirada de perspectiva: las dificultades económicas siguen siendo importantes en todos los frentes. Hay mucho que hacer y los cambios duraderos requieren tiempo. La política argentina habitualmente suma desafíos y no soluciones, por eso es imprescindible sostener el rumbo. Si se mantiene la disciplina fiscal y se avanza en la normalización cambiaria y monetaria tras las elecciones, en 2026 la economía podría consolidar la recuperación. “Si se mantiene la disciplina fiscal y se avanza en la normalización cambiaria y monetaria tras las elecciones, en 2026 la economía podría consolidar la recuperación” La inflación seguirá bajando y la transmisión a precios de los movimientos del dólar ya disminuyó, lo cual es muy positivo. Un menor nivel de precios permitirá recuperar salarios reales y consumo, pero todo ocurrirá gradualmente. Para un crecimiento más sostenido, son necesarias reformas estructurales: impositiva, legal, previsional. Eso exige grandes consensos políticos. La actividad, que se moderó los últimos meses, requiere nuevos marcos regulatorios para estimular el crecimiento. Las perspectivas son positivas, pero los riesgos están latentes.

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