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  • Un artista del ring: el intocable Nicolino Locche

    Concordia » El Heraldo

    Fecha: 07/09/2025 00:22

    En 1980, el inolvidable y talentoso Chico Novarro compuso una excelsa canción que transcurría en un sábado cualquiera de Buenos aires. La llamó “Un sábado más”, con una referencia al artista del cuadrilátero, a pesar de que ya habían transcurrido cuatro años de su última pelea. Pero con un lugar preponderante en el podio de ídolos populares argentinos. Novarro cantaba: Un sábado más, un sábado más, sobre Buenos Aires sábado más. Y entre las bocinas de la procesión gritan los canillas: “crónica” y “razón” esquivando el pique de un auto recién lavado la quinta de clavo quiere enganchar. Total, esta noche, minga de yirar si hoy pelea Locche en el Luna Park. Si amigo lector, el personaje en cuestión es el intocable Nicolino Locche, un boxeador distinto, un torero cuyo capote de brega eran su cabeza y su cintura que lo ayudaban a esquivar los golpes lanzados por su oponente. Nicolino nació el 2 de septiembre de 1939 en Campo de los Andes, departamento de Tunuyán, en la provincia de Mendoza. Sus padres fueron Antonio Locche y Teresa de Locche, inmigrantes italianos. El boxeo apareció en su vida a los 8 años cuando su madre lo llevó al gimnasio de Paco Bermúdez, un hacedor de campeones argentinos y mundiales, que pregonaba en sus pupilos la depuración de sus movimientos, al mejorar el estilo y poniendo énfasis en la defensa. Don Paco vio en Locche un diamante en bruto, el cual debería ser entrenado y mejorado, haciendo de él un trabajo de orfebrería. A los 16 años debutó como boxeador amateur, peleando otras 121 veces más hasta que el 11 de diciembre de 1958, le llegó uno de los momentos más esperados por los púgiles, como es el salto al profesionalismo. Esa noche noqueó al sanjuanino Luis García en el segundo round. Tres años después, en un Luna Park que desbordaba de público venció al cordobés Jaime Ginés y se convirtió en el campeón argentino de los livianos. Ernesto Cherquis Bialo es un prestigioso periodista deportivo. Ocupa un lugar en el altar de los mejores comentaristas y observadores de boxeo de nuestro país, al cual podemos agregarle los nombres de Ulises Barrera, Ricardo Arias, el gordo García Blanco, Julio Ernesto Vila y Carlos Irusta. Cherquis en la década del 70 firmaba sus columnas en la revista El Gráfico con el seudónimo de Robinson. Siguió toda la carrera de Nicolino hasta su retiro, manteniendo una relación entrañable. Cherquis con su pluma exquisita escribió sobre el estilo boxístico de Locche, lo que sigue a continuación: “Locche fue distinto a todos los boxeadores que vi en mi vida. Le llamaban Intocable. Fue a raíz de un comentario en La Nación que escribió el periodista Eduardo Maschwitz, quien en un párrafo refirió: “El boxeador mendocino –año 1961 peleando contra Jaime Ginéareci– pareció intocable”. Tal acierto fue tomado por Piri García, quien en la revista El Gráfico en 1962 lo jugó en el título de su nota “El Intocable Nicolino Locche”. Y obviamente, si El Gráfico lo decía, sería “El Intocable” para siempre. No bailaba ni saltaba. Nicolino evitaba los golpes a menos de cincuenta centímetros del punto de partida de los puños de sus enfurecidos rivales. Para ello elegía un lugar del ring, preferentemente las sogas. Apoyaba allí su espalda para elastizar el espacio hacia atrás, movía el torso, quitaba la cabeza del radio comprometido hacia ambos laterales y tras “veinte golpes” del adversario, lo palanqueaba con sus puños o antebrazos hasta amarrarlo y provocar el clinch. Después, recién después y luego de la participación del árbitro, se desplazaba con tres pasos cortos y acelerados hacia atrás o hacia el costado en una actitud inequívocamente chaplinesca. Quien lo reflejó excelentemente en un documental fue el talentoso escritor, cineasta, pero fundamentalmente periodista Rodolfo Bracelli. El paralelo entre Chaplin con cámara ligera y Nicolino saliendo de un cuerpo a cuerpo resultan casi simétricos”. El 12 de diciembre de 1968 llegó el otro momento sublime en la vida de un boxeador, al tener la chance de pelear por el título mundial y ganarlo. Venció a Takeshi Fuji en Tokio, Japón. ? El gran Tito Lectoure recomendaba a boxeadores y amantes del deporte de los puños que vieran y revieran la misma, ya que la consideraba una obra de arte. Mantuvo el título mundial peso welter junior entre 1968 y 1972, realizando cinco defensas exitosas de su corona. Su larga carrera profesional fue formidable, acumuló 117 victorias, 4 derrotas y 14 empates en 135 combates. El reconocimiento internacional post-retiro, llegó en el año 1980, cuando la Fundación Konex le concedió, en la primera edición de los Premios Konex, el Diploma al Mérito como uno de los 5 mejores boxeadores de la historia. Luego, en 2003 fue incluido en el Salón de la Fama del Boxeo Internacional por su trayectoria y habilidad. Nicolino fue un sobresaliente púgil, con virtudes naturales y otras trabajadas por don Paco Bermúdez, pero no le gustaba mucho entrenar, teniendo una adicción que fue fatal con el paso de los años. Locche fumaba cigarrillos y podía llegar a consumir hasta dos atados por día, causándole una enfermedad pulmonar crónica que complicó su salud. El final de su vida, llegó el miércoles 7 de septiembre de 2005 a causa de un paro cardiaco en Las Heras, Mendoza. Nicolino fue cuestionado por su estilo defensivo que poco tenían que ver con los boxeadores clásicos. Finalmente, venció todos los prejuicios y críticas, llegando a ser un fenómeno popular, especialmente en el Luna Park, donde concurrían multitudes para verlo. Fue uno de los púgiles más taquilleros de todos los tiempos (otros fueron el mono Gatica, Horacio Saldaño o Bonavena), siendo una figura popular recordada con afecto y su legado se mantiene vigente por su estilo único e inigualable. Ads Ads

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