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  • El turismo en la Era de la Inteligencia Artificial: desafíos y oportunidades para un sector en plena revolución

    » El vigia

    Fecha: 06/09/2025 12:50

    Desde el surgimiento de internet, pocas fuerzas han tenido la capacidad de transformar una industria con la velocidad y profundidad de la Inteligencia Artificial (IA). Si bien su impacto se siente en múltiples sectores, es en el turismo donde su llegada no es solo una novedad, sino una verdadera redefinición de la experiencia de viaje. Desde la planificación de un itinerario hasta el momento de regresar a casa, los algoritmos prometen optimizar cada paso, pero esta revolución también plantea preguntas cruciales que, desde el derecho y la legislación, no podemos ignorar. Turismo 4.0: ¿Está la IA lista para revolucionar tus viajes? La IA ha dejado de ser una simple herramienta para convertirse en el motor de la eficiencia operativa. Hoy, los sistemas inteligentes automatizan procesos repetitivos y de bajo valor agregado, como la gestión de reservas, la optimización de la cadena de suministro en hoteles y la predicción de la demanda de vuelos. Esto no solo reduce costos y errores humanos, sino que también libera a los profesionales del sector para que se concentren en lo que verdaderamente importa: la atención y la creación de experiencias memorables para los turistas. Pero donde la IA realmente brilla es en la personalización. Los algoritmos son capaces de analizar vastas cantidades de datos sobre tus preferencias de viaje, patrones de comportamiento e historial para crear recomendaciones de destinos, itinerarios y actividades que se sienten hechas a medida. Un motor de recomendación, por ejemplo, podría sugerirte un tranquilo hotel boutique en el norte de Argentina si tus búsquedas previas indican que buscás desconexión, o un recorrido detallado por la Recoleta y San Telmo si te interesa la historia y la arquitectura. Los chatbots y asistentes virtuales son otro claro ejemplo. Estos “agentes” digitales, disponibles las 24 horas, ofrecen soporte instantáneo, responden a consultas frecuentes y resuelven problemas en tiempo real. Esto eleva el estándar de servicio, haciendo que la ayuda esté siempre al alcance de la mano. La IA predictiva incluso anticipa y resuelve problemas proactivamente, como un retraso en un vuelo, minimizando el estrés del viajero y reforzando la lealtad a la marca. Los desafíos legales y éticos del turismo inteligente A pesar de todas las oportunidades, la irrupción de la IA en el turismo no está exenta de desafíos. Desde una perspectiva legal, el avance tecnológico va mucho más rápido que los marcos regulatorios, lo que genera una zona gris que debemos iluminar. La preocupación central recae en la gestión de la confianza y la protección de los datos personales. Los sistemas de IA requieren una enorme cantidad de información para funcionar. La recopilación, almacenamiento y análisis de los datos de los viajeros plantea una pregunta fundamental: ¿quién es el dueño de esta información y cómo se garantiza su privacidad? Si bien en Argentina contamos con leyes de defensa del consumidor que protegen los derechos de los usuarios, y una ley que protege los datos personales, es necesario adaptar estas normativas a un escenario donde la IA procesa información sensible a una escala masiva. La transparencia en el uso de datos y la capacidad del turista para controlar su propia información son imperativos. Otro punto crucial es la responsabilidad. ¿Qué sucede si la IA comete un error? Si un fallo en el algoritmo de reservas causa una cancelación de hotel o si una recomendación lleva a una experiencia perjudicial, ¿quién es el responsable legal? ¿La empresa de tecnología que desarrolló el algoritmo, la agencia de viajes que lo implementó o el prestador del servicio final? En nuestro sistema legal, la responsabilidad del prestador de servicios turísticos está alcanzado por la Ley de Defensa del Consumidor y el Código Civil y Comercial -por ser un contrato de consumo el contrato de servicios turísticos-, pero la IA podría mediar en ese contrato de forma tal que la línea de la responsabilidad se vuelva difusa. No podemos dejar al turista desprotegido ante un “agente” no humano. Es un tema que debe ser analizado por los expertos y eventualmente regulado normativamente. Además, debemos estar atentos a las prácticas abusivas. La IA podría usarse para implementar precios dinámicos de forma opaca, ofreciendo precios más altos a usuarios basándose en su ubicación o su historial de compras. Esto podría derivar en una falta de equidad en la relación de consumo. Proteger al viajero de estas posibles prácticas desleales exige que los mecanismos de control tradicionales evolucionen al ritmo de la sofisticación algorítmica. Para que esta revolución sea beneficiosa, debemos abordarla con una visión crítica y proactiva. La IA puede ayudar a democratizar el turismo, haciendo que los viajes sean más accesibles para personas con discapacidad o con presupuestos ajustados. Por eso, el éxito no dependerá solo de la inversión en tecnología, sino de nuestra capacidad para garantizar que, en el centro de toda esta revolución, siga estando la protección del turista. El futuro del turismo es sin duda digital, pero debe ser también, y ante todo, justo y seguro.

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