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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/09/2025 18:54
Felipe Fort habló del rechazo que sufrió El estudio de Olga se llenó de un aire denso apenas Felipe Fort soltó la confesión: “Me dijeron que no”. A sus veintiún años, el heredero de la leyenda chocolatada sentado frente a Lizy Tagliani en el programa El fin del mundo, dibujó una sonrisa, aunque sus ojos traicionaron el golpe de la noticia. La gerencia de la emblemática fábrica de chocolates barrió su sueño de crear un bocadito Marroc gigante. ¿Cuántas veces imaginó el hijo de Ricardo Fort ese momento en que su capricho sería el próximo gran hito familiar? El estudio, durante un segundo, pareció enmudecer. Fue Toto Kirzner quien rompió el hechizo, casi suplicando: “¿No me lo podés armar solo para mí? Me lo armás solo para mí. Yo te lo pago, te lo juro. Quiero tener un Marroc gigante”. Felipe, siempre cercano, ofreció una alternativa tímida pero genuina: “Podemos hacer una receta en vivo haciendo un Marroc más grande”. Detrás del juego, la decepción era real. En ese instante, Fernanda Otero –esposa de Migue Granados–, tanteó el fondo de la cuestión: “Pero escuchame, Feli, ¿alguien te dijo ‘lo lamento, no’?”. La respuesta de Felipe, lapidaria y sin rodeos, dejó el aire suspendido: “Sí. Me dijeron que no”. Ricardo Fort junto con sus hijos en una antigua postal familiar Las carcajadas del público enmascararon el golpe, pero la amargura se instaló en el rostro del joven empresario. Esta negativa no es la primera para los Fort. Hace años, fue Thomas Fort, primo de Felipe, quien reveló que la cúpula de la empresa nunca aplaudió la idea de agrandar la mítica golosina. “No tiene mucha chance de salir. Es una idea que estuvo dando vueltas y sé que Felipe hizo un sondeo en las redes. Yo lo desarrollé e hice el packaging, pero alguien no quiso que saliera”, relató Thomas en un video junto a la tiktoker La chica del brunch. El Marroc gigante, ese sueño dulce y persuasivo, parece siempre toparse con la misma pared. Febrero de 2022, y el impulso de la juventud azotaba fuerte en la sala de juntas. El hijo del ‘Comandante’ fantaseó en público con su primera medida como accionista: triplicar el tamaño del Marroc. Y hasta en su cumpleaños número 21, la torta tuvo esa forma. Pero no se detenía ahí. Imaginaba que el chocolate con fragmentos poéticos también debía evolucionar, cambiar sus versos por las frases más populares de su padre: “Maiameee”, “¡Sacá la mano de ahí, carajo!”, “Mamá, cortaste toda la loooz”, “Te vas a quedar electrificada, loca”, “Yo no manejo el rating, yo manejo un Rolls Royce”, y “Basta chicos”. Todo, por ahora, quedó en la carpeta de proyectos vedados. Por el momento, nada será posible. Felipe Fort sueña con el cuerpo de su padre, peero reconoció que no tiene la constancia (Gentileza: Prensa Felipe Fort) La vida de Felipe Fort no cabe en una sola fábrica, ni en la negativa de una junta directiva. Desde el año pasado, él mismo lo contó: el otro futuro posible está en el mundo de bienes raíces. “Quiero captar inversionistas con intención de tener retornos óptimos, sumado a revalúos a mediano o corto plazo, siempre dentro del rubro de inversiones inmobiliarias”, escribió en sus redes. Estados Unidos, con sus mercados y lotes devoradores de expectativas, lo tienta desde la distancia. “La idea es que quienes tengan la intención de comprar e invertir inteligentemente en inmuebles o lotes en USA, puedan recurrir a mí”, prometió a sus seguidores. Ese reel sin pausa que es la vida de Felipe Fort contiene también instantes de pasarela y luces. Dijo que le gusta el modelaje y la actuación, y en ambos campos comenzó a dar sus primeros pasos. Pero por ahora, prefiere el viaje, la camaradería, el descubrimiento de lugares, el tiempo compartido con amigos. ¿Y el espejo de su padre? Ahí está la incógnita final: “Me encantaría, me falta un entrenador, un nutricionista y ganas, porque solo cuelgo una banda”. ¿Logrará Felipe el cuerpo de Ricardo Fort? ¿Podrá un día salirse con la suya y ver rodar por las líneas de producción un Marroc tamaño gigante? Por ahora, las puertas de la fábrica relucen con la dulzura de siempre, pero para Felipe, esa dulzura tiene un dejo de imposibilidad.
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