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Rio Negro » Adn Rio Negro
Fecha: 04/09/2025 12:34
(ADN).- El vicegobernador Pedro Pesatti utilizó la expresión popular «pegar en el piso» para referirse a los «cagones» que hasta ahora vienen acompañando -por acción u omisión- las políticas del gobierno de Javier Milei, y que, según advierte se darán vuelta y harán leña del árbol caído, vaticinando la debacle presidencial. Pesatti utilizó sus redes sociales ayer, y generó un vendaval político. Horas antes, había publicado una nota de opinión («Proyecto político o proyecto de poder) donde marca la diferencia sustancial entre ambos conceptos: «La diferencia fundamental entre ambos radica en su relación con el poder y, de manera crucial, con el sistema judicial», subrayó. «Cagones» El vicegobernador escribió: «Vayamos preparándonos para ver a los cagones, a los especuladores, a los sinvergüenzas, a los políticos que carecen de la mínima convicción y que hasta ahora se hicieron los boludos, haciendo seguidismo con Milei, mirando para otro lado, apoyando -por acción o por omisión- el ajuste sobre los jubilados, el endeudamiento suicida, la ley bases y el DNU 70, cómo comenzarán a pegarle en el piso para despegarse de la destrucción que no fueron capaces de detener a tiempo o de frenar, hasta donde pudieran, para que la motosierra y el sadismo no llegaran tan lejos». «Reitero: pronto los veremos pegarle en el piso porque es propio de la naturaleza de esta clase de individuos», agregó. Y finalizó: «Le ruego a Dios que ilumine la conciencia de todos, para que sepamos distinguir entre unos y otros, y para que la crueldad de este tiempo no se repita indefinidamente, con distintas caras pero con la misma tragedia». Proyecto político o proyecto de poder En su nota de opinión, Pesatti advirtió que «los proyectos de poder y los proyectos políticos, aunque a menudo se confunden, representan dos lógicas de acción profundamente diferentes en el ámbito público». Repasó las diferencias entre ambos conceptos, cuestionando la acumulación de poder, la centralización en una figura, el populismo y el sometimiento de la justicia. Este último concepto hace ruido tras las declaraciones de ex intendentes, como Gustavo Gennuso, que critican el proceso de Techo Digno como una causa para «perseguir opositores». También la ex jefa comunal María Eugenia Martini y recientemente Aníbal Tortoriello, han criticado la vinculación del poder político al judicial. «La diferencia fundamental entre ambos radica en su relación con el poder y, de manera crucial, con el sistema judicial. En un proyecto de poder, la cooptación del Poder Judicial es una estrategia clave e ineludible. Para el líder o la facción que persigue el poder por sí mismo, la independencia judicial representa un obstáculo insalvable, ya que un Poder Judicial autónomo es capaz de investigar y juzgar actos de corrupción o abuso de autoridad», indica Pesatti. Y subraya: «Por lo tanto, el proyecto de poder busca sistemáticamente neutralizar esta capacidad, nombrando jueces afines, presionando a los magistrados o persiguiendo a aquellos que se muestran reacios a someterse al poder ejecutivo. La justicia se convierte así en una mera herramienta para perseguir opositores y blindar a los propios, despojándola de su función imparcial». Populismo En su texto, el vicegobernador también critica las miradas polarizantes en la política y se ubica en un sector intermedio, alejado de la grieta, resaltando los valores democráticos y republicanos. «La diferencia final entre ambos es abismal: mientras el proyecto de poder culmina en la dominación y en la subordinación de la ley al poder, el proyecto político se orienta hacia la gobernabilidad, la estabilidad y la representación auténtica, buscando, por el contrario, subordinar el poder a las normas». Y remarca: «El primero tiende al populismo, un fenómeno que puede adoptar cualquier ideología, pero que siempre exhibe un rasgo común: la reducción de la complejidad social al antagonismo amigo/enemigo. El proyecto político, en cambio, se aleja de este binarismo maniqueo y asume la tarea de construir puentes, de negociar los límites de lo posible e institucionalizar la diferencia, aceptando que la vida en sociedad es, por definición, un ejercicio de coexistencia entre intereses y visiones que no siempre coinciden».
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