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» Diario Cordoba
Fecha: 03/09/2025 10:04
Este domingo será canonizado el chico millennial del que tanto se habla. Un chico alegre, de su siglo; no fue un bicho raro, ni un ratón de sacristía. Fue un muchacho italiano, aunque nacido en Londres, que ha revolucionado la espiritualidad de este siglo: se puede ser un adolescente normal y santo a la vez. El típico niño de la ESO al que a buen seguro acusaríamos de estar obsesionado con las pantallas. Nace en el año 1991 y fallece en Italia en 2006, solo quince años de vida arrebatada por una leucemia brutal que le llevó a ese cielo del que él tanto hablaba. Era un niño educado en la religión, que disfrutaba participando en la eucaristía y ayudando a los más necesitados. Cuentan que el día de su entierro sus padres se dieron cuenta de que, entre la multitud de personas desconocidas, muchas de ellas eran los indigentes a los que Carlo daba limosna a diario sin que nadie lo supiera. Sin duda lo que desató el movimiento para llevarlo a los altares fue su labor de catalogación de milagros eucarísticos a lo largo de todo el mundo. Estos milagros se producen durante el momento de la eucaristía en los que el pan y el vino se convierten a los ojos de todos en carne y sangre reales, hostias que caen al suelo dejando su huella en el suelo de mármol, u otros sucesos inexplicables que la Iglesia considera milagros. Pues este chico se dedicó a catalogarlos durante años para dar a conocer los lugares de estos milagros, sus protagonistas y cómo sucedieron. ¿Por qué se dedica a esto un niño de trece o catorce años? Carlo era un enamorado de la eucaristía, era su gasolina, la necesitaba para ir al cielo. Este domingo, en la Plaza de san Pedro, León XIV pronunciará las palabras que convertirán en santo a este chico italiano. Para llegar a ese día habrán pasado varios años en un largo proceso de investigación tratando de demostrar que, por su intercesión ante Dios, se han producido al menos dos milagros, uno para llegar a ser beato y otro para ser santo. Y así ha sido: la curación de un niño con una dolencia congénita de páncreas y de una niña que sufrió un accidente de bicicleta, en ambos casos desahuciados. «Todos nacemos originales, pero muchos mueren como fotocopias», decía. Su objetivo era alcanzar la pureza, la originalidad de ser uno mismo, con sus virtudes y sus defectos, como cualquier adolescente. La Iglesia ve en él un modelo de joven comprometido en lo social y con su fe. Su cuerpo incorrupto yace en Asís, Italia, vestido como un chico de su época: sudadera, vaqueros y zapatillas de deporte. Desde allí anima a los jóvenes a ser especiales, a dar su vida por algo grande, a ser originales siempre. *Profesor
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