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  • De la pista a la neurociencia, cómo la danza fortalece el cerebro y previene el deterioro cognitivo

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 02/09/2025 13:08

    La danza emerge como aliada inesperada para la salud cerebral y la prevención del deterioro cognitivo.- (Imagen ilustrativa Infobae) La danza no solo es una manifestación cultural y artística, sino también una práctica que cada vez más investigaciones vinculan con la salud del cerebro. Estudios recientes muestran que el movimiento acompañado de música puede generar cambios neuroplásticos, es decir, reorganizaciones en la estructura y la función cerebral, que se traducen en beneficios cognitivos, motores y emocionales. Estos hallazgos, incluso, están transformando la manera en que se conciben las terapias de rehabilitación y la prevención del deterioro asociado al envejecimiento. En ese tono, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido, en varios informes, el impacto de las artes en la salud pública, señalando que la danza, en particular, contribuye a mejorar la movilidad, la memoria y la calidad de vida en personas con enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, así como en adultos mayores sanos. Estas conclusiones se suman a la evidencia que posiciona a la actividad artística no solo como entretenimiento, sino como un recurso con potencial terapéutico y preventivo. Incluso, el interés global por este campo refleja un cambio de paradigma: lo que antes se consideraba un pasatiempo hoy se explora como una intervención clínica complementaria. Desde programas comunitarios hasta ensayos clínicos controlados, bailar se perfila como una herramienta que combina ejercicio físico, estimulación cognitiva y cohesión social, tres dimensiones clave para sostener la salud cerebral a lo largo de la vida. El movimiento rítmico activa regiones cerebrales clave para el aprendizaje y la regulación emocional..- (Imagen ilustrativa Infobae) El movimiento que protege la memoria La danza aparece en la literatura científica como un recurso eficaz para proteger la memoria en adultos mayores. Un estudio sistemático de 2025 afirma que “los programas de danza pueden contrarrestar la atrofia del hipocampo y mejorar las habilidades de memoria” en personas con riesgo de demencia. El hallazgo muestra, además, que el baile no solo estimula el cuerpo, sino que también genera adaptaciones cerebrales medibles. En ese tono, los investigadores comprobaron que la práctica sostenida de la danza no solo mejora la movilidad, sino que también induce cambios observables en el cerebro. La revisión sistemática publicada en Journal of Neurology, documenta que varios meses de entrenamiento con danza se asocian con “un aumento del volumen hipocampal y de la integridad de la materia blanca”. El hipocampo es una región esencial para consolidar recuerdos y orientar espacialmente, mientras que la materia blanca asegura la comunicación rápida entre diferentes áreas cerebrales. Al estimular estas estructuras mediante la combinación de ritmo, memoria de pasos y coordinación corporal, la danza parece fortalecer los circuitos que sostienen la memoria y el pensamiento complejo, ofreciendo un posible efecto protector frente al deterioro cognitivo asociado a la edad. En adultos mayores sin diagnóstico neurológico los efectos también resultan notorios. Un trabajo publicado en Frontiers in Aging Neuroscience describe que “las intervenciones de danza pueden inducir cambios neuroplásticos en participantes mayores sanos, con mejoras motoras y cognitivas”. El análisis vincula la actividad con una mayor activación de la corteza prefrontal y una mejor conectividad funcional en redes que sostienen la memoria y la atención. Estudios recientes muestran que bailar estimula la memoria y fortalece la plasticidad neuronal.- (Imagen Ilustrativa Infobae) Asimismo, la evidencia indica que el movimiento rítmico fortalece circuitos cerebrales que se debilitan con el paso del tiempo. De esta manera, la danza ofrece un medio accesible y culturalmente aceptado para preservar la memoria y retrasar el avance de trastornos neurodegenerativos. Aunque los estudios reclaman mayor homogeneidad metodológica, los resultados actuales confirman que el cerebro responde a la música y al movimiento con nuevas conexiones que sostienen la cognición. La danza, ¿medicina del movimiento? La evidencia científica reciente muestra que bailar no solo mejora la coordinación motora, sino que también provoca transformaciones profundas en el cerebro. La revisión sistemática publicada en Journal of Neurology subraya que las intervenciones con danza producen “cambios estructurales y funcionales en áreas críticas para la memoria, el lenguaje y el control motor”, no solo en pacientes con riesgo de demencia, sino en quienes atravesaron un accidente cerebrovascular. El impacto de la danza se extiende a distintas enfermedades neurodegenerativas, como ocurre en el caso del Parkinson, “un trastorno neurodegenerativo que afecta a más del 1% de las personas en todo el mundo y se manifiesta con síntomas motores como temblor, rigidez y bradicinesia, así como síntomas no motores como deterioro cognitivo y depresión”. La música y el ritmo actúan como señales externas que facilitan la reorganización del cerebro.- (Imagen ilustrativa Infobae) En el estudio publicado en Frontiers in Aging Neuroscience, destacan que la práctica regular activa “mecanismos neuroplásticos que mejoran la movilidad y la calidad de vida” en personas con Parkinson, al tiempo que señalan que estilos como el tango o el vals ofrecen beneficios únicos sobre la marcha y el equilibrio, al exigir pasos complejos y coordinación con la música. Las adaptaciones clínicas de la danza han probado ser eficaces en rehabilitación neurológica. El programa Adaptango, diseñado para pacientes con Parkinson, mostró “mejoras significativas en movilidad, equilibrio y resistencia” tras solo unas semanas de práctica, según un estudio publicado en 2024 en BMC Neuroscience. Este enfoque aprovecha la improvisación y la interacción social de la danza, que fortalecen el compromiso emocional y la adherencia al tratamiento, dos factores decisivos para sostener resultados positivos. “Las coreografías pueden bailarse en solitario, en pareja o en grupo”, destaca la investigación. Al tiempo que enumera que en el primer caso se “hace hincapié en el movimiento individual y se representa, por ejemplo, en el ballet, la danza contemporánea y la danza teatral”. La danza combina ejercicio físico, estimulación cognitiva y cohesión social en una sola actividad, mejorando varios aspectos de la salud física.- (Imagen Ilustrativa Infobae) “La danza en pareja implica movimientos coordinados entre dos personas, como en el tango, los bailes de salón o la salsa, donde son necesarias la sincronización y la respuesta mutua. Estos tipos de baile se basan en gran medida en la cognición social y las intenciones motrices compartidas”, continua el documento. Y completa: “Las danzas de grupo, como las danzas folclóricas tradicionales o las actuaciones sincronizadas, hacen hincapié en el movimiento colectivo y el vínculo social a través del ritmo y la sincronización compartidos”. “En todos los tipos de danza, los principios fundamentales del movimiento rigen la ejecución, incluidos el equilibrio, la transferencia de peso, el ritmo y la conciencia espacial”, resalta el trabajo. “La danza engloba esferas sociales, estéticas, físicas y cognitivas que la convierten en una forma de movimiento idónea para la investigación científica y, en particular, para los métodos neurocientíficos cognitivos”, señala la investigación. En tanto, en funciones menos evidentes, como los reflejos vestibulares que estabilizan la mirada durante los giros, la danza induce cambios mensurables. Un estudio publicado en Brain Sciences en marzo de 2025 observó que bailarinas con más de 15 años de experiencia desarrollan “una supresión más eficaz del reflejo vestíbulo-ocular” y una capacidad superior para controlar movimientos oculares en giros rápidos. Bailar no solo prolonga la vida: también mejora la calidad de cada día en la vejez.- (Imagen ilustrativa Infobae) Cuando el compás se vuelve salud cerebral Pese a lo que se podría pensar, lo cierto es que existen aún más beneficios neuronales al bailar, ya que los efectos de la danza no se limitan a mejorar el movimiento. Diversos estudios demuestran que también favorece procesos cognitivos como la atención, la memoria y las funciones ejecutivas. La revisión de BMC Neuroscience señaló que la danza constituye “un modelo para el aprendizaje y la memoria, la orientación visuoespacial y la integración sensoriomotora”, siendo que estos beneficios cognitivos explican por qué bailar se considera una estrategia de protección frente al deterioro cerebral. Los resultados más recientes confirman que la danza activa regiones cerebrales clave para la regulación emocional y el procesamiento social, siendo que bailar implica la activación de “redes de cognición social, empatía y recompensa” vinculadas al estriado ventral y la corteza orbitofrontal; áreas tradicionalmente relacionadas con la motivación y el placer, que parecen potenciarse con el movimiento rítmico. En personas mayores, la neuroplasticidad inducida por la danza se refleja en transformaciones medibles. El metaanálisis en Frontiers in Aging Neuroscience reporta que programas de seis meses generan “un aumento en la corteza cingulada anterior, el área motora suplementaria y el cuerpo calloso”, cambios estructurales que acompañan mejoras en memoria, atención y estado de ánimo, lo que sugiere un efecto protector frente al envejecimiento cerebral. El tango adaptado para Parkinson se consolida como una herramienta eficaz de rehabilitación. - (Imagen Ilustrativa Infobae) Los hallazgos también revelan que la música, al sincronizarse con el movimiento, actúa como señal externa que facilita la reorganización neuronal. El estudio publicado en Journal of Neurology destacó que la combinación de danza y música “promueve la integración sensorial, la coordinación motora, la modulación emocional y la consolidación de la memoria”. ¿Bailar en búsqueda de la longevidad? El interés científico en el baile como estrategia para envejecer de forma saludable ha crecido en los últimos años. En la revisión publicada en BMC Neuroscience se describe a la danza como “una forma de actividad física y social que favorece la plasticidad cerebral y protege frente al deterioro cognitivo asociado a la edad”, ya que combina ejercicio aeróbico, estimulación cognitiva y cohesión social, tres factores clave para la longevidad. Estudios de neuroimagen confirman que el entrenamiento en danza puede frenar el desgaste de la materia blanca, uno de los principales marcadores del envejecimiento cerebral. Al tiempo que investigaciones en adultos mayores reportan que “seis meses de baile se asociaron con una reducción de la pérdida en la sustancia blanca prefrontal y un aumento en la integridad del fórnix”, una estructura crucial para la memoria. Estos cambios se vinculan con mejoras en equilibrio, atención y memoria episódica. El impacto trasciende lo neurológico. El estudio publicado en Journal of Neurology señala que las intervenciones basadas en música y danza no solo modifican estructuras cerebrales, sino que también “mejoran la calidad de vida, el estado de ánimo y la motivación de los pacientes”, siendo que la adherencia a estos programas es alta, lo que sugiere que bailar podría ser una de las actividades más sostenibles para promover salud en la vejez.

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