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» La Capital
Fecha: 02/09/2025 10:12
La temporada alta del frío, cuando hay más salida de productos, este año no se notó. Alertan por la competencia clandestina y por el alto costo de las tarifas La venta en panaderías de Rosario registró una caída interanual de entre el 10% y el 15% . El descenso comenzó a notarse desde abril y mayo, meses donde tradicionalmente se fortalece el consumo por la llegada del invierno . El motivo principal es la pérdida de poder adquisitivo de los compradores. Desde el sector alertan por la competencia clandestina y por el alto costo de las tarifas. La alarma se encendió a nivel nacional luego de que el Centro de Panaderos de la provincia de Buenos Aires informara que, en los últimos 18 meses, cerraron 14.000 panaderías en el país y la venta de facturas se desplomó un 85%. En Rosario la situación no llega a esos extremos, pero la preocupación también está instalada. Jeremías Diab, presidente de la Asociación de Industriales Panaderos de Rosario, señaló que no hay cierres masivos, pero hay una crisis de consumo que se observa en los mostradores. “ Siempre cuando empieza el frío es nuestra temporada alta de ventas. Este año no se notó . En cuanto a los productos, lo primero que suprime el cliente son las cosas de más valor, como los postres, las masas finas y secas", ilustró. Esto ha generado en el rubro un cambio en la forma de trabajar. "La mayoría de los colegas vamos regulando la producción día a día para evitar pérdidas, porque lo que no tiene salida, se tira. Históricamente, se cocinaba a la noche y después hacía falta un refuerzo para reponer durante el día. Ahora no se hace más porque no se vende”, explicó. Aunque el precio promedio del kilo de pan ronda hoy entre 2.800 y 3.000 pesos, Diab destacó que no hubo incrementos desmedidos. “Este año tratamos de mantener los precios. El problema es que las tarifas subieron mucho, sobre todo la electricidad, que en la estructura de costos fijos ya representa un 10 o 15%. En verano, con el uso de aires y cámaras de frío, los gastos se duplican”, detalló. A esto se suma que los sueldos de los empleados también se ajustan mes a mes, lo que implica un aumento de costos mientras cae el consumo, teniendo como resultado una pérdida de rentabilidad. El dirigente reconoció que la compra de pan se sostiene, pero con cambios de hábito. “La gente hace tiempo que va con la misma plata de siempre y se lleva lo justo, en productos básicos. No compra cantidades grandes ni se da gustos personales. Tiene otras prioridades”, indicó. >>Leer más: Crisis económica: admiten que más clientes se interesan por el pan del día anterior Competencia clandestina En cuanto a cierres, Diab aseguró que en Rosario no se observa un escenario masivo de persianas bajas. Por el contrario, proliferaron emprendimientos de merienda y cafetería que elaboran productos de panadería en el mismo local. “Son conceptos nuevos, con mercadería más premium y costosa porque lleva manteca, que tiene buena salida y la gente lo paga. Llegaron primero a Buenos Aires y ahora están explotando acá”, explicó. Sin embargo, sí encendió una alerta sobre la informalidad del sector. “De las 3.000 panaderías que hay en Rosario, hay que sumarle otro 50% o 60% de comercios clandestinos. Son locales sin habilitación donde es todo trabajo en negro, que siempre existió pero hoy lo vemos con más fuerza por la crisis. En barrios es común encontrar comercios que producen y venden sin control, algo que en el centro está más regulado”, dijo. La Asociación denunció esta situación en julio ante el Ministerio de Trabajo provincial y la Municipalidad, quienes prometieron reforzar controles. “Es una competencia desleal y un peligro sanitario, porque venden sin controles bromatológicos. Elaboran pan, bizcochos y facturas básicas, que luego se comercializan en almacenes, granjas, supermercados de barrio y autoservicios chinos a precios irrisorios, de 800 a 1.200 pesos el kilo”, detalló. En este marco, y de cara a lo que viene, Diab se mostró cauto: “El Día de la Madre, Navidad y las fiestas de fin de año siempre son un respiro, pero después queda un desierto hasta abril. Habrá que achicar gastos y hacer lo posible para vender más. Soy optimista pero si la situación no se revierte, el próximo verano puede ser muy difícil para el sector”.
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