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Gualeguaychu » Reporte2820
Fecha: 01/09/2025 17:35
Por Álvaro Gabás, analista económico y exministro de Producción de Entre Ríos. La política económica que lleva adelante el presidente de la Nación, Javier Milei se inscribe en una lógica de ajuste monetario profundo. Técnicamente, hablamos de una política monetaria contractiva, tanto en su dimensión primaria como secundaria. En términos simples: no hay emisión de dinero y se restringe severamente la liquidez del sistema financiero. Desde el plano primario, el Banco Central ha dejado de comprar activos, lo que implica que no hay expansión de la base monetaria. Esta decisión responde, a una decisión política, en parte, y por otra, la imposibilidad técnica de hacerlo. Los mercados dejaron de confiar en la estructura económica de Luis Caputo y Santiago Bausili. Pero con un agravante, dichas consecuencias van en contra de las directivas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que había sugerido la compra de activos como mecanismo de estabilización. Milei optó por lo contrario: un torniquete monetario. En el plano secundario, el Gobierno elevó el encaje legal al 53%, un récord histórico en Argentina. Este instrumento obliga a los bancos a inmovilizar más de la mitad de los depósitos, reduciendo drásticamente la oferta monetaria. El resultado inmediato: una suba de la tasa de interés que alcanzó el 90%, cuadruplicando la inflación anual estimada. ¿Por qué se aplica esta política? El objetivo es claro: evitar que los pesos circulantes se utilicen para comprar dólares. Al subir los encajes, los bancos retienen los pesos y la gente pierde capacidad de dolarización. Es una estrategia defensiva para contener la corrida cambiaria, en un contexto donde el dólar ya roza los 1.400 pesos. Sin embargo, esta política tiene efectos colaterales graves. El más evidente es el encarecimiento del crédito. Las PyMEs enfrentan tasas superiores al 130% si se suma el costo financiero total. En este escenario, ninguna empresa nacional puede apalancarse para invertir o crecer. El crédito productivo está virtualmente paralizado. Además, quienes tienen créditos a tasa variable —hipotecarios, personales, prendarios o incluso tarjetas de crédito— verán cómo sus cuotas se disparan. La morosidad bancaria será inevitable. Muchos argentinos que recurrían al crédito para cubrir gastos básicos, como alimentos, enfrentarán una carga financiera insostenible. Paradójicamente, esta política favorece al carry trade: inversores extranjeros que ingresan dólares, los convierten a pesos, los colocan en instrumentos financieros de corto plazo y luego se retiran con ganancias extraordinarias. Es un juego especulativo que nada tiene que ver con la economía real. La política monetaria prioriza la estabilidad cambiaria a costa del crédito, la inversión y el consumo. Es contractiva, excluyente y profundamente regresiva. Argentina necesita un modelo que combine disciplina fiscal con inclusión financiera. De lo contrario, el ajuste será social antes que monetario. Fuente: Economía y Política
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