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  • Crimen de la chofer de aplicación de viajes: reveladores detalles de la investigación

    Parana » El Once Digital

    Fecha: 31/08/2025 15:30

    Crimen de la chofer de aplicación. “Me mandé una ca…, me está buscando la Policía”, confesó Rodrigo “Piñón” López, de 24 años, a su primo, tras irrumpir en su casa de Virrey del Pino. El joven, a quien no veía desde hacía más de una década, se encontraba prófugo desde hacía más de 12 horas, acusado de asesinar a Rosa Candela Santa María, una joven de la misma edad que había aparecido muerta dentro de su auto Fiat Cronos, con un disparo en el rostro. El dueño de casa, sorprendido, le pidió que se fuera. En ese instante, llegó la Policía. Sin intentar escapar, López sacó un arma, fue al fondo del patio y se pegó un tiro en la cabeza. Conocía el destino que lo esperaba: una probable condena a prisión perpetua. Su huida había terminado, igual que su vida, con un disparo en la misma arma que, se presume, usó para matar a Candela. Horas antes, “Piñón” había publicado en Facebook mensajes negando su culpabilidad: “Todos dicen que fui yo el que mató a Candela. Era mi amiga, ¿piensan que yo voy a hacer eso? (...) Yo no tengo nada que ver”. Pero tres testigos aseguraron que lo vieron subir al auto de la víctima esa madrugada, y luego huir del lugar. Un encuentro pactado, una muerte y una caja de pistola La investigación determinó que Candela no estaba trabajando en un viaje de aplicación en ese momento. Uber informó que su último viaje fue el 22 de agosto y DiDi, que su última actividad fue el viernes a las 13.30. Esa noche, la joven salió con un celular distinto, le dijo a su amiga Soledad: “Ahí vengo”, y se dirigió a la esquina de Coronel Ramos y La Bastilla, en González Catán. Allí, Rodrigo López subió al auto por la puerta del acompañante. Poco después, Candela recibió un disparo en el rostro. En el piso del asiento se encontró una caja de una pistola Taurus calibre 9 mm, posiblemente la utilizada en el crimen. Las cámaras muestran que el sospechoso huyó a pie minutos después. La ubicación no era casual: el crimen ocurrió frente a la casa de López, utilizada como “aguantadero”, según fuentes del caso. La hipótesis inicial fue la de un robo, pero los investigadores se inclinan por una transacción fallida de armas de fuego. No se encontró droga, pero el entorno y los elementos hallados en la escena apuntan a un contexto delictivo, que involucra no solo a López, sino también a la propia víctima. Candela, las municiones y un vínculo oculto Rosa Candela Santa María tenía 24 años, vivía con su madre en González Catán y era la menor de cuatro hermanos. Había logrado comprar su auto apenas cuatro meses antes y trabajaba como chofer en Uber y DiDi. La noche del crimen, dejó el celular laboral, tomó un iPhone y salió. Nunca regresó. Tres testigos claves, entre ellos un vecino y un hombre en situación de calle, ayudaron a identificar a López. La Fiscalía de Homicidios del Departamento Judicial de La Matanza solicitó su detención, y fue entonces cuando el joven se suicidó tras esconderse en la casa de su primo. La relación entre víctima y victimario, en principio desconocida, se reveló con el correr de las horas. “Es una causa rara”, dijeron desde la investigación. Se supo que Candela y López se conocían, y que él ofrecía armas en redes sociales. La caja hallada en el auto —de una Taurus PT809E— coincidía con un arma publicada por él. Una red de venta de armas y una transacción letal Un testigo fue determinante: declaró que le compró municiones a Candela, específicamente dos cajas de balas calibre 9 milímetros por $140.000, el 28 de agosto. La operación fue pagada a través de una transferencia a la cuenta de Mercado Pago de la madre de la joven. Afirmó también que la había conocido a través de López, quien se presentaba como familiar de ella. Esto puso a Candela como partícipe de una red de comercio ilegal de armas y municiones, lo que modifica sustancialmente la interpretación del caso. La investigación continúa para determinar el rol exacto de cada parte, pero todo indica que el encuentro fue pactado, no un asalto al voleo. Rodrigo “Piñón” López, sin antecedentes penales pero vinculado al ambiente delictivo, terminó con su vida al saberse cercado. (Con información de Clarín)

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