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  • Del discurso épico a la caricatura política

    » Elterritorio

    Fecha: 31/08/2025 07:15

    El relato presidencial terminó convertido en un meme. Y no hay nada más corrosivo para la política argentina que pasar de la épica a la caricatura. domingo 31 de agosto de 2025 | 6:00hs. Javier Milei, presidente de la Nación. “Javier, vos sabés que están choreando. Sabés que tu hermana está choreando. No te podés hacer el boludo conmigo…”. Así arranca el primero de los audios filtrados de Diego Spagnuolo, hasta hace pocos días titular de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis). Tres líneas que valen más que cien editoriales opositoras. Porque son, ni más ni menos, el primer golpe certero al corazón del relato mileísta. Golpe que llega, además, en un momento incómodo: la economía de bolsillo —la que importa en serio— empieza a mostrar signos de derrumbe, y con ella la imagen presidencial se derrumba en encuestas con saldo rojo consolidado. Este golpe, a diferencia del que generó la crisis de Libra, no encuentra refugio en la promesa de un futuro mejor. Y para peor, pega donde más duele: en la bandera de la honestidad. Esa misma bandera que Milei agitó como estandarte para diferenciarse de “la casta” y para darles a sus votantes la ilusión de que, al menos esta vez, había alguien distinto. Pero los audios de Spagnuolo no se quedan en la anécdota: ponen bajo sospecha a Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem, los arquitectos políticos del presidente. Y cuando la sombra de la corrupción se posa sobre los más cercanos, el relato se resquebraja. La palabra que se repite cuando uno conversa con votantes de Milei es siempre la misma: decepción. Decepción porque la baja de la inflación todavía no se tradujo en alivio real. Decepción porque la desregulación, presentada como el paraíso de los que se ganan la vida a pulmón, trajo más problemas que soluciones. Pero sobre todo, decepción porque la honestidad que parecía blindar al presidente ahora aparece manchada por las acciones —o los silencios— de sus funcionarios. Lo llamativo es la respuesta oficial. Un gobierno que se mostró quirúrgico en la campaña y en los primeros meses de gestión, hoy se quedó sin palabras. Milei habló tres veces en público antes de mencionar siquiera los audios. El vocero presidencial optó por levantar conferencias y hasta su programa de streaming, como si el silencio pudiera borrar la crisis. Y en redes sociales, ese terreno que hasta ayer dominaban con soltura, las Fuerzas del Cielo directamente brillaron por su ausencia. Los pocos intentos de contrarrelato terminaron en burlas virales que ampliaron la herida. Así, el relato presidencial terminó convertido en un meme. Y no hay nada más corrosivo para la política argentina que pasar de la épica a la caricatura. La pregunta que queda flotando es si Milei podrá recomponer la relación con aquellos que lo votaron, al menos una vez, con la esperanza de ver algo distinto. Porque el 26 de octubre no sólo se juega una elección: se juega la credibilidad de un experimento político que prometía cambiarlo todo. Y que hoy, golpeado en el corazón de su propio discurso, empieza a tambalear como cualquier otro.

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