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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/08/2025 02:45
Mi Cielo - Geronimo "MOMO" Benavidez Gerónimo Momo Benavides Marchesi es uno de los streamers más populares de los últimos años. Basta recorrer su Instagram (@gero.momo), donde actualmente registra 1,6 millones de seguidores, para comprobar su habilidad para llegar hasta figuras internacionales como Zidane, Ed Sheeran y Checo Pérez (y siguen las firmas y las selfies). Por no hablar, en los días de gloria del Mundial de Qatar, sus momentos junto a Messi y la Selección Argentina campeona del mundo en el mismísimo lugar de los hechos. Figura de las redes al fin, también acumula otra legión de seguidores en Twitch, YouTube y Twitter. Criado en Tolosa (La Plata), fanático de Platense, parte de su éxito se debe, además, a un buen mix de contenidos que van del entretenimiento puro a temas relacionados a la Historia Universal, otra de sus aficiones. Invitado a la entrevista lúdica de Mi Cielo, aquí los momentos más destacados de la charla: "En algún momento en mi vida yo me planteaba por qué tuve la vida jodida que tuve. Por qué me tocó vivir situaciones de mierda, por qué me tocó vivir traumas y ausencias..." Mariano: —Momo Benavides, tranquilo, no estás muerto. Estás en un lugar hermoso. Esto es como si fuera un espacio del Edén. Como si fuera un paréntesis atemporal, celestial. Acá vas a bajar con un upgrade existencial espectacular. Así que tranquilo... Momo: —Perfecto... Mariano: —Tuviste 24 trabajos y changas antes de pegarla como streamer. Tu stream en el Obelisco te hizo viral en 1854 países. Puteaste a los gritos 887.568 veces en tus stream. Cuando entres acá podrás cumplir un sueño frustrado de tu infancia, ¿cual sería? Momo: —Yo creo que si el de arriba es justo, lo voy a cumplir cuando me vaya: conocer a Maradona. Mariano: —Bueno, y el día que te toque entrar, ¿qué tema elegirías? Momo: —¡Uyyyyyyy, qué difícil!, yo creo que entraría con el de Rocky, “Ojo de Tigre”. Mariano: —¿Cuál sería ese gran paso que diste que te trajo hasta acá para ser hoy quien sos? Momo: —Yo creo que la gran decisión que tomé fue decidir dejar mi trabajo. Mariano: —¿Que era...? Momo: —Era asesor jurídico con mucho conocimiento de informática. Me dedicaba a indexar fallos, leía muchos fallos y los iba categorizando. Hasta que dije “tengo que dejar este laburo, tengo que dedicarme al stream”... Primero tengo que dedicarme a entretener y después quiero hacer el contenido que a mí me gusta. Mariano: —Ahí sí que te daba la confianza en vos a full, vos sabías que tenías llegada... Momo: —Confianza en mí siempre tuve, eso no puedo negarlo. Obviamente, mi contenido fue evolucionando y cambiando. A mí, la historia, ya me gustaba desde los 23, 24 años. Pero hablar de la Segunda Guerra Mundial, de Roma, de Grecia, de Historia Argentina de entrada... Primero tenés que ganarte a la gente y después contar la historia de una manera entretenida. Yo dije “nadie lo hace, lo voy a hacer”, y esa fue una gran apuesta. Mariano: —Muy bien, pasos para una buena decisión. Por cierto, ¿qué gran paso te faltaría dar? Momo: —Actor. Yo quiero actuar. Mariano: —Ah, mirá, esa no la tenía. Te gustan los desafíos, muy bien. Cuando entres vas a tener el on demand segundo a segundo desde que te gestaron. ¿Cuál es el primer momento al que le darías play? Momo: —Lo tengo muy claro: volvería a la casa de mis abuelos en Tolosa; mis abuelos tenían una parra de uva gigante con un banco de piedra en el medio y los domingos nos juntábamos a comer pasta. Esa casa la puedo caminar centímetro a centímetro... Mirá que viví un millón de cosas, ¿eh? Vi a la Selección argentina campeona en Qatar. Lo conocí a Messi en ese momento. Festejé con ellos. Estuve en la Antártida, estuve recorriendo el mundo, pero nada se compara con un domingo de esos. Mariano: —¿Qué verdad respecto a tu propia historia te gustaría conocer o revisar? Momo: —Marian, en algún momento en mi vida yo me planteaba por qué tuve la vida jodida que tuve. Por qué me tocó vivir en un barrio tan humilde. Por qué me tocó que me falten cosas. Por qué me tocó vivir situaciones de mierda, por qué me tocó vivir traumas y ausencias... Mariano: —Y hay algo que vos decís “acá voy a apretar play, quiero ver qué fue lo que desencadenó esto... Momo: —No me pregunto el por qué, simplemente acepto las cosas que me tocaron y digo “esto es por algo”. Pero cuando veo dónde estoy hoy, digo, “todo esto lo tenía que vivir, tenía que pasar”. La realidad es que nunca se me ocultó la verdad de nada. Tengo una historia jodida, pero siempre supe el por qué de esa historia jodida. Mariano: —Y yendo a algo bien tuyo, en el on demand de la Historia, de punta a punta, cuál es el primer botón que apretás para estar al lado, viendo cómo sucedió? Momo: —Creo que la crucifixión y el Renacimiento. Después el Arca de Noé... Y también, como soy muy fanático de la Segunda Guerra Mundial, los misterios alrededor de Hitler: ¿murió o no murió? ¿Vino o no vino a la Argentina? Y Malvinas. "Mis viejos se separaron tres veces, la última fue la definitiva. Una de las primeras veces que se separaron yo tenía diez u once años y mi mamá me escribió una carta: 'No se olviden que de este mundo solamente nos vamos a llevar lo que vamos a dar', decía". Mariano: ¿Qué de Malvinas? Momo: —Yo de Malvinas pondría las reuniones de estos hijos de puta cuando decían “Che, ¿qué hacemos? Porque la estamos perdiendo". Mariano: —¿Qué pregunta harías que nunca te animaste a hacer? Momo: —¿Al Jefe, decís? Mariano: —Sí. Momo: —Y preguntaría ¿por qué hay tanta maldad? Por qué hay más maldad que bondad en la Tierra. Y de ahí parte todo. Si hay tanta maldad, es justamente la razón de por qué hay tantos pobres también. Porque para que alguien sea pobre, alguien tiene que ser muy rico. Y hay gente que es asquerosamente rica que nunca la va a gastar. Mariano: —Y algo más de esta época, el individualismo del teléfono, por ejemplo... Momo: —Cien por cien, vos ves a los chicos como interactúan: están todos en una habitación mirando el teléfono... Yo no uso TikTok, por ejemplo. Y mirá que yo tengo que trabajar con esto, ¿eh? Para mí es la peor red social, y tengo mil maneras de argumentarlo. Mariano: —Dame una... Momo: —Se buscó la manera de entretener, entre muchas comillas, vaciando de contenido las cosas. Vos imaginate que hay una persona que crea un video de 20, 30 minutos en los cuales explica, cuenta, entretiene, para que TikTok saque 30 segundos de eso y puedan poner en juego 29 minutos de todo un video. Dónde está la calidad de hacer esto y cada 30 segundos ver algo distinto. No hay calidad, no puede haber calidad. Porque si yo te tengo que decir “ok, me voy a hacer un blog, no sé, a Luxemburgo, ¿cómo te muestro Luxemburgo en un minuto? Porque es ¡Ta ta ta ta ta ta ta ta! Porque se busca eso: el consumo, lo rápido, lo vacío de contenido; se busca cada vez escuchar menos, aprender menos. ¿Cómo vas a aprender en un minuto? Mariano: —Llega Momo al cielo y te preguntan “¿por qué estás acá?" ¿Qué le decís? Momo: —Siendo cien por cien honesto, creo que en la balanza fui más bueno que malo. Por mucho, por poco, no sé, pero estoy seguro de que estoy un poquitito más arriba. Y porque hice algo que... Mis viejos se separaron tres veces, la última fue la definitiva. Una de las primeras veces que se separaron yo tenía diez u once años y mi mamá me escribió una carta que todavía tengo guardada. Ahí trataba de explicarnos qué era lo que estaba pasando. Y ahí nos dijo “vivan la vida como si fuesen a morir mañana. Y no se olviden que de este mundo solamente nos vamos a llevar lo que vamos a dar”. Y a mí me quedó muy grabado eso. Y ahí uno entiende que la manera en que una persona es recordada nunca es por lo que tuvo, sino es por lo que hizo, por lo que dejó en el resto, bien o mal, ¿eh? Mariano: —Decías que tus padres se separaron tres veces, ¿cómo te marcó ese ida y vuelta? Porque debe ser una montaña rusa, ¿no? Momo: —Para el tipo de familia nuestra era jodido, porque mi familia era la familia tradicional de antes. La familia unida, ¿viste? Entonces era un gran fracaso... de mi papá, de mi mamá, de la familia. Para mis abuelos era como lo más grave del mundo lo que estaba pasando. Mariano: —¿Y para vos? Momo: —Y para mí era muy duro tener a mis padres separados porque no los veía nada. Yo estudiaba mucho, pasaba mucho tiempo en el colegio, y mi mamá, que era la que se había ido a la casa de mi abuela, no la veía tanto porque vivía muy lejos de mi casa. Y yo me sentía muy culpable; decía “estoy pasando más tiempo con mi papá, tengo que quedarme en lo a mi mamá; y decía “mi viejo está solo y mi mamá está llorando”. Y yo me iba y mi vieja se escondía para no despedirnos llorando. Y mi cabeza era una culpa constante: “yo estoy generando esto, yo me tengo que quedar con mi vieja”. Y después me pasó de decir “me tengo que quedar con mi viejo que está depresivo”. Y esa culpa no me lo olvido más. Como que yo me sentía que estaba eligiendo un bando a veces. Y yo digo “¡puta madre, yo no estoy tomando ningún bando, pero no me puedo partir!“ Mi hermano tenía cuatro, cinco años y yo le hablaba, le decía “escúchame, Jere, quédate vos con mamá” Mariano: —¡Claro, eran muy chiquitos! Momo: —Es que vos podés ser muy chiquito y no comprender de cosas de adultos, pero de los sentimientos vos comprendés. Y si vos ves a tu mamá de una manera y sabés qué le está generando ese malestar, que ya no te tiene todos los días, que te llevaba al colegio y ahora sólo te tiene dos veces por semana, ves la vida de otra manera: como destruida. Mariano: —Cuando bajes, imaginá que podés sacarle el dolor instantáneamente a una persona que vos elijas, ¿a quién elegirías? Momo: —A mi viejo. Mi vieja es una persona tan fuerte que no hay nada con lo que ella no pueda. Y ella está en un momento muy feliz de su vida. Mariano: —Pero tu viejo... Momo: —Mi viejo, como decía Dolina, tiene clavados un par de cuchillos oxidados que nunca los pudo sanar. Mirá que yo con mi viejo hoy no tengo relación... Mariano: —Bueno, evidentemente sí tenés relación, porque lo primero que te salió fue él... Momo: —Por lo que aprendí de mi mamá. La persona que me pidió que lo disculpe a mi papá fue mi mamá, ¡y ella fue la primer perjudicada! Eso habla del corazón de mi mamá. Y mi viejo... yo sé que los errores que cometió es porque él tiene algo -que arrastra desde chico- que nunca pudo sanar. Mariano: —Bueno imaginate esto: cuando bajes vas a poder traerte de arriba por dos horas a alguien, ¿a quién elegirías? ¿Y qué harías? Momo: —¡Que amarrete que sos, eh! ¡No podrían ser diez personas? "Confianza en mí siempre tuve. Obviamente, mi contenido fue evolucionando y cambiando. A mí, la historia, ya me gustaba desde los 23, 24 años. Pero hablar de la Segunda Guerra Mundial, de Roma, de Grecia, de Historia Argentina, yo dije 'nadie lo hace, lo voy a hacer', y esa fue una gran apuesta" Mariano: —No, diez no, una. Bajás dos horas y podés ponerte al día con algo... Momo: —Me siento injusto con algunos. Prefiero resignar mi sueño de conocer a Diego, ya habrá tiempo para eso. Pero si tuviera dos horas estaría con mi abuela Luisa. Me sentaría con mi abuela -se quiebra, llora- para que vea el tipo que soy. Mi abuela fue una persona muy sufrida. Vino con mi bisabuela de Polonia. Nunca tuvieron un mango. La abandonaron cuando era chiquita. Una persona que tuvo mil razones para ser mala gente. La vida le dio mil argumentos para que sea una hija de puta. Y la mina le puso el pecho y le puso la mejilla a un montón de gente toda su vida. ¡Así dejó la vida por mi abuelo! Se levantaba, le ponía las medias, le hacía la comida, criaba a sus nietos. ¡Lo que hizo esa mujer! Mariano: —Y claro, ahora, con esta posición, te gustaría que vea lo que lograste... Momo: —Y poder llevarla a mi casa, sentarla con mi mamá y decirle “abuela, tenemos dos horitas. ¿Te acordás de todo esto? ¿Dónde vivíamos, todo lo que costó? ¿Te acordás todo lo que vos te dedicaste con amor, con cariño? Bueno, sentite orgullosa porque nosotros pudimos. Y todo con esfuerzo y con trabajo, porque no había un carajo. Estamos haciendo lo que vos nos inculcaste con amor y sacrificio. ¡Y que a pesar de que la vida te da argumentos para ser un hijo de puta, no lo seas, loco! Mariano: —Hermoso. Gran final, Momo. Que baje la abuela Luisa y disfrutamos. Fotos: Jaime Olivos Producción texto: César Litvak
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