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  • Rody Bertol estrena “Stéfano”: un clásico que, en su poderosa paráfrasis sobre el fracaso, volvió a latir en el presente

    » El Ciudadano

    Fecha: 26/08/2025 05:00

    Miguel Passarini Hace unos días, el director y maestro del teatro rosarino Rody Bertol, hizo circular entre sus amigos, allegados y colegas, un reel en el que explica brevemente por qué decidió volver a habitar, junto a un destacado equipo de actores y actrices, el universo del grotesco criollo. Acaso porque Armando Discépolo, su creador, supo antes que nadie que el destino de la argentina sería grotesco para siempre y que en el grotesco, por eso mismo que se ríe, también se llora (nada más argentino). Pero sobre todo, porque en una de las piezas clave de la trilogía del grotesco criollo, Stéfano, hay un hallazgo, un descubrimiento, el de un joven que empezaba a convertirse en artista. “Una tarde de marzo de 1977 bajé por aquellos escalones para llegar a un sótano. Un cartelito decía: «Taller de Teatro Arteón». Había un escenario y sentí que ése, exactamente ése, era el lugar que había estado buscando tanto. Bajé por aquellos escalones y me quedé allí, jugando en mi infancia, en la amistad, en la ilusión, en el deseo, en el vínculo, en el amor; en definitiva en el teatro”, se le escucha decir a Bertol en ese reel con el que anticipa el nuevo estreno y evoca su arribo a la sala de Arteón que funcionaba en esos años en Laprida al 500. Y aclara: “La obra que ustedes ahora verán es un recuerdo lejano, un abismo de inconsciencia donde sólo la luz de los sueños y la ficción pueden llegar”. Volver a bajar la escalera En aquellos años de juventud, Rody Bertol encontró en Arteón, el espacio de creación escénica y audiovisual surgido hace 60 años, entre más, por iniciativa del gran maestro Néstor Zapata, un lugar de pertenencia, la posibilidad de abordar la invención y el misterio que supone el teatro. Un tiempo antes, Arteón había estrenado una memorable versión de Stéfano en plena dictadura cívico-militar, con un verdadero seleccionado de actores y actrices locales. En ese contexto creativo y de resistencia cultural, Bertol aprendió, entre otras cosas, a pensar en textos, en personajes y a crear con la luz –su gran fascinación en la escena– climas oníricos que dialogan con lo cinematográfico, que en gran medida definieron su impronta de creador, junto con esos otros diálogos y lecturas que entabló a partir de la psicología, su otra profesión. Como volviendo a bajar por aquella escalera, Rody Bertol estrenará su versión de Stéfano, de Armando Discépolo, el 5 de septiembre en La Orilla Infinita. La obra, junto con Mateo (estrenada por Bertol en 2002) y El Organito, todas del mismo autor, integran la llamada Trilogía del Grotesco Criollo. El protagonista es un músico egresado del conservatorio de Nápoles que llega a la Argentina, como muchos inmigrantes de principios del siglo XX, con la ilusión de “hacer la América”. Su deseo es escribir una gran ópera, brillar, pero nada de eso ocurre. Sobrevivir en aquellos años de miseria, casi como en éstos, un siglo después, se vuelve una proeza cotidiana. “La búsqueda del ideal, la vocación artística y los conflictos familiares son algunos de los temas que, entre lo trágico y lo cómico, se exponen de manera descarnada en esta obra referente de nuestro grotesco”, plantea el director al frente de un elenco que integran Cristian Marchesi, Claudio Danterre, Estela Argüello, Patricia Pareja, Diego Bollero, María Florencia Echeverría, Ignacio Almeyda y Marcelo Lamberti, con luces de Niche Almeyda, asesoramiento de vestuario de Lorena Salvaggio y asistencia de dirección de Guillermo Calluso. Confiar en el tiempo “(Ingmar) Bergman dice que si uno no hace las obras que desea hacer, en el tiempo, van quedando guardadas en un lejano y difuso rincón del alma y allí están para que a lo mejor algún día uno las pueda ir a buscar, las pueda encontrar y finalmente las pueda hacer. Y siempre tuve la intuición de que en algún momento, finalmente, iba a hacer esta obra”, contó Bertol acerca de la concreción de un deseo latente en medio de una profusa producción de obras de los últimos años gestadas a partir de su propia dramaturgia. “En realidad, amagué algunas veces, pero bueno, no fueron más amagues, hasta que llegó este momento en el que me encontré con dos cuestiones centrales que me permiten hacer Stéfano. Por un lado está el hecho de poder contar con el equipo y el elenco que yo siempre pensé que tenía que tener para hacer esta obra como a mí me gustaba hacerla. Y por otro lado, siento que éste es el momento histórico, están dadas las circunstancias históricas que no son otras que las que estamos viviendo como país, donde esta idea de fracaso que plantea Discépolo vuelve a cobrar fuerza”, sumó el creador. Reencontrarse en el recuerdo Pero hay un antecedente en el proceso que llevó a Bertol a retomar la idea de versionar Stéfano y que tiene que ver con lo movilizante que resulta para todos los ex Arteón los 60 años que cumple el grupo en este 2025. “Lo primero fue reencontrarme en el recuerdo conmigo mismo bajando las escaleras para llegar a un sótano donde funcionaba Arteón, el mítico Teatro Arteón, y encontrarme allí no sólo con un lugar de formación teatral, sino con un lugar de formación de cuadro político y con un maestro excepcional, como ha sido para mí Néstor Zapata, un maestro en todos los aspectos. Siento que en ese arribo a Arteón me encontré con un lugar de formación, de estudio, pero al mismo tiempo en una instancia de acercamiento a lo político-cultural, acercándome a la posibilidad de construir un proyecto que aporte a la gente. Y creo que fueron años muy difíciles los que pasé durante la dictadura cívico-militar, pero también tuve la posibilidad de ser muy feliz en ese taller del Teatro Arteón”, evocó. El dramaturgo “necesario” Respecto de determinados acercamientos que los artistas realizan con obras y autores, donde influyen variables ligadas a los contextos, el paso de los años y a la experiencia de vida personal y artística, Rody planteó: “Griselda Gambaro tiene una frase que le escuché decir en algún momento, pero no la había entendido en su real profundidad. Y creo que ahora la entiendo con más precisión. Ella dijo: «Armando Discépolo es nuestro dramaturgo necesario». Y no sólo había dicho antes que era «un maravilloso poeta, un gran autor», sino que dijo que era «necesario». Esa palabra no la percibí, quizás no la entendí en su momento, y creo que ahora me doy cuenta de lo que quiso decir, porque este país vive un tiempo realmente grotesco. A mí, por la edad que tengo, más o menos, me han tocado todas: dictadura, vuelta de la democracia, 89, 2001 y las podemos seguir contando, pero hay que empezar a contar ésta que es la peor de todas”. Y profundizó: “Siento que es la peor época de los últimos años por cómo nace, por cómo está configurada y por lo complejo y difícil que va a ser cambiarla. Por eso sostengo que estamos viviendo tiempos grotescos. Me pasa que prendo el televisor y al rato siempre tengo la misma sensación cuando veo hablar a la gente del gobierno: tengo la sensación de estar viviendo una pesadilla; siento que esto no puede ser real. Y bueno, luego me «despierto» y veo que sí, que puede ser, que es real, que estamos viviendo en este grotesco insoportable”. En el mismo sentido, el creador, que repartió su producción a lo largo de más de tres décadas entre obras clásicas de autores argentinos y extranjeros sumando una larga lista de materiales propios y experiencias que desafiaron las tradiciones y convenciones del teatro a nivel de puesta en escena, valoró el equipo que formó para este proyecto: “Quiero destacar que tuve la enorme posibilidad de encontrarme con el elenco que realmente quería armar. Son grandes actores y actrices y todos los cañones están apuntados hacia ellos, acá la mirada está puesta en la actuación. El protagonista, Stéfano, es Cristian Marchesi, para mí uno de los mejores actores de su generación en Rosario; es un actor que ha crecido y madurado, y ha llegado el momento en el que pueda hacer un personaje de estas características. Pero son todos notables, con algunos había trabajado y con otro no. Por ejemplo: había trabajado con Claudio Danterre (Don Alfonso), de gran formación, entrega y talento. Y también el encuentro por primera vez con una actriz de un tono dramático y de una gran ductilidad y mucho talento como es Patricia Pareja, que hace Margarita”. Y sumó: “Todo el equipo está a la altura, con escenas muy precisas donde, más allá del talento, hay una enorme entrega como pasa con la madre que hace Estela Argüello, con la que trabajé recientemente en Crepuscular; Marcelo Lamberti (Radames), con quien también vuelvo a trabajar después de muchos años y es un actor que desparrama ocurrencias, ingenio y siempre sorprende. Una actriz como María Florencio Echeverría, también de Crepuscular, que está notable en Ñeca; es la actriz justa para ese personaje. Diego Bollero, otro gran actor con el que ya habíamos trabajado y hace un Pastore excepcional, donde demuestra que no han sido en vano sus recorridos y todos sus años de formación. Y otra sorpresa es Ignacio Niche Almeida, alguien que viene trabajando con nosotros (en Rosario Imagina) desde hace tiempo, y un actor que tiene la capacidad de tomar un personaje muy difícil como es Esteban, alter ego de Discépolo en la obra, y lograr una muy bella composición. De un personaje muy difícil hace algo muy emotivo. Todos ellos son lo mejor de la obra y cuento con la colaboración de Guillermo Calluso en la asistencia, con quien también me reencontré hace un tiempo y alguien con una mirada muy interesante, con grandes aportes a la puesta y a la dramaturgia por su gran capacidad de observación”. Vivir en un grotesco Sobre el final de la charla, Bertol volvió al principio: “Hay algo en la obra en diálogo con el presente que, como el protagonista es un músico que ve frustrado sus sueños, sus deseos, nos toca más de cerca a los artistas. Pero sobre todo a nosotros nos duele mucho más lo que está pasando en el país. Cuando uno escucha, lee o ve Stéfano, el gran clásico del teatro argentino, es insoslayable pensar que nos está hablando del fracaso. Y siento que Argentina es un país que viene padeciendo una sucesión de fracasos desde de su nacimiento; constantemente hemos fracasado, independientemente de algunos momentos mejores o peores. Más allá de eso, nosotros como artistas, hacemos lo que nos sale, y en lo personal, con eso voy tirando, tratando de no saber demasiado qué es eso que me sale. Después el tiempo es el que me devuelve una lectura, me depura eso que me sale y me lo devuelve un poco más claro, en esta idea de volver a Discépolo para, de algún modo, poder decirle a él: «Mire maestro lo que estamos pasando, estamos viviendo en un grotesco”. Para agendar Stéfano, clásico de Armando Discépolo, bajo la dirección de Rody Bertol, tendrá su estreno oficial el viernes 5 de septiembre, a partir de las 21, en la sala La Orilla Infinita (Colón 2148), donde seguirá en cartel los restantes viernes del mes en el mismo horario. Las entradas anticipadas con descuento se venden ACA.

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