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Parana » Analisis Litoral
Fecha: 25/08/2025 15:26
Lo ocurrido en Feliciano con Bahl y Michel es un claro ejemplo de cómo, en la política argentina, un simple traspié discursivo de un adversario puede ser aprovechado de manera descarada para obtener rédito electoral. En esta oportunidad, las declaraciones del candidato oficialista Joaquín Benegas Lynch sobre la posible privatización de Enersa y Salto Grande, que no cuentan con ningún plan formal ni estructurado detrás, fueron convertidas en un nuevo caballo de batalla por parte de los candidatos a legisladores nacionales de Fuerza Entre Ríos. Bahl y Michel, lejos de centrarse en cuestiones que realmente afectan la gestión energética provincial, optaron por convertir un error aislado en una amenaza inminente. Con esta táctica, lograron reunir a empresarios y trabajadores de Enersa, quienes, alimentados por la retórica del miedo, se posicionaron en contra de la privatización, aunque en los hechos no hay ninguna propuesta concreta que apunte en esa dirección. La jugada es tan predecible como cínica: inflar un comentario erróneo hasta transformarlo en un monstruo de proporciones épicas, convocar a sectores estratégicamente relevantes (en este caso, el empresariado local y los trabajadores del sector) y posicionarse como los “defensores” de lo público. Así, el verdadero debate sobre las necesidades del sistema energético se diluye en un mar de acusaciones y alarmas políticas vacías. Sin embargo, detrás de este movimiento no hay más que oportunismo barato. Bahl y Michel no ofrecen soluciones al sector energético, ni siquiera plantean una visión a largo plazo; se limitan a sacar provecho de la especulación y el temor, para luego presentarse como los protectores de los intereses populares frente a la amenaza de la privatización. Una maniobra que, aunque efectiva a corto plazo, no contribuye en lo más mínimo a un debate serio ni a la resolución de los problemas reales que enfrenta la provincia en materia energética. En definitiva, lo que estamos presenciando es una utilización explícita del error ajeno para cimentar una campaña electoral vacía, pero efectista. No se trata de construir ni de proponer: solo de aprovechar el momento. Una vez más, la política se convierte en un espectáculo de oportunismo, mientras los problemas reales se postergan.
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