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  • Los olores corporales pueden anticipar enfermedades como el Parkinson

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 25/08/2025 12:54

    Estudios recientes indican que los olores corporales pueden anticipar enfermedades (Imagen Ilustrativa Infobae) La relación entre los olores que desprende el cuerpo humano y el estado de salud no es una novedad. Sin embargo, ha cobrado relevancia por los avances en la investigación biomédica. El caso de Joy Milne, una enfermera jubilada escocesa, fue un catalizador clave en este terreno, al demostrar que ciertas enfermedades producen olores corporales específicos antes de que los métodos tradicionales puedan detectarlas. Su historia ha derivado en investigaciones multidisciplinarias y el desarrollo de tecnologías que prometen cambiar el diagnóstico temprano de diversas patologías. Según un artículo reciente de la BBC, Joy Milne comenzó a notar un olor almizclado diferente en su esposo antes de que le diagnosticaran la enfermedad de Parkinson, una dolencia neurodegenerativa progresiva conocida principalmente por afectar la movilidad. Fue años más tarde, al asistir a una reunión de pacientes en Escocia, cuando identificó el mismo olor característico en otras personas con Parkinson y estableció la conexión. Su habilidad, que se demostró en pruebas con camisetas usadas por pacientes y personas sanas, generó un interés inmediato en la comunidad científica. Milne identificó correctamente a todos los pacientes con Parkinson y, de forma asombrosa, señaló a un individuo que desarrolló síntomas meses después. Este hallazgo desafió el escepticismo inicial de investigadores como la química analítica Perdita Barran, quien lideró estudios posteriores tras observar los resultados irrefutables de Milne. La explicación de cómo las enfermedades alteran el olor corporal se encuentra en la bioquímica del metabolismo humano. El cuerpo, al procesar nutrientes y realizar funciones esenciales, produce compuestos orgánicos volátiles (COV) que se liberan por la piel, el aliento, la orina o el sudor. Cambios en las rutas metabólicas provocados por enfermedades, como una alteración en el transporte de lípidos en el Parkinson, generan firmas olfativas específicas. Por ejemplo, la acumulación de cetonas da lugar a un aliento con olor afrutado en personas con diabetes, mientras que la insuficiencia renal puede provocar un olor a amoníaco. Ciertas enfermedades hepáticas producen aliento con notas a azufre, y patologías infecciosas como la tuberculosis o la malaria también generan olores únicos, que pueden variar entre notas dulces, rancios o herbáceos. El caso de Joy Milne demuestra que los olores corporales pueden anticipar enfermedades como el Parkinson antes de los métodos tradicionales La sensibilidad olfativa extrema de algunas personas, conocida como hiperosmia, como en el caso de Milne, es inusual. Por esta razón, los científicos han recurrido durante décadas al sentido del olfato de los perros, animales capaces de detectar ciertas enfermedades gracias a un olfato hasta 100.000 veces más potente que el humano promedio. Diversos estudios han demostrado que perros entrenados pueden identificar cánceres de pulmón, mama, ovario, vejiga y próstata a partir de muestras de orina o aliento, con tasas de fiabilidad sorprendentemente altas. También han sido capaces de anticipar episodios epilépticos o hipoglucémicos y detectar enfermedades infecciosas, ampliando el rango de aplicación diagnóstica de los olores corporales en la medicina. No obstante, el uso de perros para diagnóstico tiene limitaciones logísticas y de entrenamiento. Frente a esto, la ciencia ha dado pasos importantes en el desarrollo de dispositivos y tecnología biomédica capaces de replicar o superar las capacidades olfativas animales y humanas. Algunas iniciativas actuales emplean cromatografía de gases y espectrometría de masas para identificar y cuantificar compuestos emitidos por la piel o fluidos corporales, avanzando hacia pruebas rápidas, no invasivas y de bajo costo. Empresas como RealNose.ai trabajan en narices electrónicas basadas en receptores olfativos humanos cultivados en laboratorio e inteligencia artificial para analizar patrones y distinguir patologías, como el cáncer de próstata, con una sensibilidad comparable o superior a la de los perros. Diversos estudios sostienen que los compuestos volátiles ligados a los procesos patológicos, como lípidos alterados y ácidos grasos de cadena larga, pueden servir como biomarcadores predictivos. En el caso del Parkinson, la investigación de Barran y otros científicos ha aislado hasta 30 compuestos claves entre los 25.000 habituales en la piel humana, posibilitando la creación de pruebas diagnósticas de fácil aplicación, incluso en fases iniciales donde los síntomas aún no se han manifestado claramente. Lo mismo ocurre con otras enfermedades: aldehídos específicos se han ligado al olor distintivo de la malaria en niños, lo que puede servir como base para cebos de control de mosquitos o nuevos diagnósticos. Los compuestos orgánicos volátiles emitidos por el cuerpo humano permiten identificar patologías como diabetes, insuficiencia renal y enfermedades hepáticas (Imagen Ilustrativa Infobae) Las implicaciones médicas de estos avances son notables. Integrar la detección olfativa en la práctica clínica podría permitir diagnósticos precoces, intervenciones más oportunas y una reducción de procedimientos invasivos. La posibilidad de realizar un sencillo frotis cutáneo, o análisis de orina o aliento, podría revolucionar los protocolos de cribado poblacional, especialmente en áreas con acceso limitado a tecnología avanzada. El papel de Joy Milne ha transcendido su capacidad individual: actualmente colabora en proyectos científicos trabajando en la validación de pruebas diagnósticas junto a Barran y su equipo. Su contribución ha hecho visible la relevancia de observar atentamente los cambios corporales, reafirmando la importancia de la percepción sensorial y la curiosidad personal en el proceso de salud-enfermedad.

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