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Concordia » Lt15 Concordia
Fecha: 24/08/2025 23:11
Los Etchevehere enfrentarán un juicio por fraude en El Diario. El caso marca un quiebre en la historia de una familia símbolo del poder. Durante décadas, el apellido Etchevehere fue sinónimo de poder en Entre Ríos. Desde la conducción de la Sociedad Rural hasta la dirección de medios de comunicación, la familia construyó una trama de influencia económica, política y cultural que parecía inalterable. Hoy, ese mismo nombre está asociado a un proceso judicial que puede culminar con una condena penal por administración fraudulenta. Los Etchevehere, camino al banquillo La Cámara de Casación Penal de la provincia dejó en firme el procesamiento de Luis Miguel, Arturo Sebastián y Juan Diego Etchevehere, junto con su madre, Leonor Barbero Marcial de Etchevehere, y los empresarios Walter y Viviana Grenón. El delito imputado es concreto: vaciamiento de Sociedad Anónima Entre Ríos (SAER), la histórica editora de El Diario de Paraná, un medio fundado en 1914 que formó parte del entramado cultural de la capital entrerriana. La decisión judicial no es un hecho aislado. Se inscribe en una secuencia que comenzó en diciembre de 2022, cuando el juez de garantías entendió que había pruebas suficientes para procesar a los acusados. Luego, en mayo de 2024, la Cámara de Apelaciones ratificó esa resolución. Finalmente, en mayo de 2025, la Cámara de Casación reafirmó el procesamiento y, tres meses después, rechazó los recursos extraordinarios de las defensas. Ese itinerario expone la solidez de la acusación: tres tribunales distintos coincidieron en que las maniobras de los Etchevehere y los Grenón despojaron a la empresa de su patrimonio y la empujaron a la ruina. Las defensas intentaron todo tipo de estrategias –prescripción, nulidades, invocación del principio de ne bis in ídem–, pero ninguno de esos recursos logró quebrar la línea argumental de la Justicia. La destrucción de El Diario El impacto excede lo estrictamente judicial. El derrumbe de El Diario no solo significó el deterioro de un medio centenario, sino también la pérdida de un espacio que había sido referencia de la prensa regional. La acusación sostiene que los imputados desviaron activos hacia fines propios, generaron deudas imposibles de afrontar y dejaron a la empresa sin capacidad de sostener su rol informativo. En paralelo, trabajadores y acreedores quedaron en el camino, afectados por la insolvencia. El caso desnuda, además, la fragilidad de los discursos que durante años envolvieron a la familia. La retórica de “tradición y prestigio” contrasta hoy con la repetición de palabras como fraude, vaciamiento y responsabilidad penal en cada resolución judicial. La misma familia que solía exhibir influencia política y capacidad de lobby en la provincia, se ve ahora enfrentada a un proceso que puede derivar en condena. La trascendencia es doble: por un lado, el precedente jurídico que marcará el juicio oral; por otro, el mensaje simbólico que envía la Justicia en un territorio donde el poder económico suele moverse con márgenes de impunidad. La pregunta ya no es si habrá juicio, sino cuándo se sentarán los Etchevehere en el banquillo. El poder de un apellido La dimensión política del caso no puede soslayarse. En octubre de 2017, el entonces presidente Mauricio Macri designó a Luis Miguel Etchevehere como ministro de Agroindustria de la Nación, cargo que ocupó tras haber sido titular de la Sociedad Rural Argentina. Su llegada al gabinete fue celebrada por sectores empresariales y criticada por movimientos sociales y sindicales, que lo señalaban como un símbolo del agro concentrado. En paralelo, su hermano Juan Diego Etchevehere fue delegado del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) en Entre Ríos, también durante la gestión de Cambiemos Estas designaciones reforzaron la idea de que el apellido mantenía intacta su gravitación en el escenario nacional y provincial. Sin embargo, el tiempo y los procesos judiciales modificaron radicalmente esa percepción. El contraste entre el ascenso político-institucional de los Etchevehere en la era Macri y la situación actual, marcada por imputaciones penales, expresa con crudeza el declive de un linaje que parecía blindado contra la adversidad. El juicio oral se anuncia como un escenario de enorme exposición pública. Allí no solo se discutirán los balances y movimientos contables de SAER, sino también el rol que cada uno de los acusados tuvo en el vaciamiento. Los trabajadores despedidos, los acreedores impagos y la comunidad periodística esperan que se escuchen testimonios que reconstruyan cómo un medio centenario fue reducido a la mínima expresión. El apellido que durante décadas simbolizó ascendencia sobre la vida política y económica entrerriana carga ahora con un estigma judicial inédito. El proceso será, además, una instancia para debatir la relación entre poder económico, medios de comunicación y política. Lo que está en juego excede a una familia: se trata de discutir qué márgenes de responsabilidad deben tener quienes, desde posiciones de privilegio, administran empresas que cumplen un rol social clave. La historia de los Etchevehere está en un punto de inflexión. De ser sinónimo de poder y de influencia en los salones del agro y los medios, a convertirse en protagonistas de un expediente judicial que marcará un antes y un después en la provincia. El desenlace todavía está abierto, pero lo que ya cambió es la percepción pública: aquel apellido que se presentaba como garante de tradición y prestigio es hoy, para muchos entrerrianos, sinónimo de fraude y vaciamiento. Fuente: Uno Entre Ríos
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