24/08/2025 23:07
24/08/2025 23:06
24/08/2025 23:05
24/08/2025 23:05
24/08/2025 23:04
24/08/2025 23:04
24/08/2025 23:03
24/08/2025 23:03
24/08/2025 23:02
24/08/2025 23:02
Crespo » Paralelo 32
Fecha: 24/08/2025 19:44
Crespo- En 1978 Alejandro “Jano” Bordi y su esposa Victoria Kappes, quien está a punto de cumplir 74 años, abrieron “Kiosco Jano”, en lo que hoy es calle Otto Sagemüller casi Avda. Belgrano, centro de Crespo. Con el paso del tiempo, el lugar se convirtió en una parada habitual para gente de la zona a la hora de buscar golosinas, galletitas, alguna bebida o un periódico, sabiendo que la experiencia de compra incluía, además, una inevitable charla sobre el clima o algún tema de interés del día. Muchos años trabajaron juntos, pero luego del fallecimiento de Jano en 2014, Victoria siguió en soledad. Fue casi medio siglo de esfuerzo y constancia para estar casi todos los días del año y a toda hora. 47 años después, Victoria decidió priorizar objetivos personales y cerrar el comercio. El sábado 26 de julio fue, por ejemplo, el último en el que vendió Paralelo 32. “Seguimos unos días más y será el 31 de julio el cierre definitivo. No fue fácil la decisión, una se acostumbra a esta rutina, pero lo venía analizando. La idea es aprovechar el tiempo para pasear, tomar mates con amigas o familiares, salir a caminar con mi perro o visitar a los nietos” dijo. Historia Recordó que “comenzamos prácticamente con nada, con el local que tenía solo una ventanita y una mesa. Conseguimos a los primeros proveedores que nos dieron bebidas, golosinas, galletitas a consignación, y después, con el tiempo, sumamos diarios y semanarios, empezando con la venta de Paralelo 32, Clarín, revistas. En el mejor momento llegamos a vender 200 ‘paralelos’, a cada rato tenía que ir a buscar más por la demanda. Ahora la gente no sé si lee menos, pero lo hace de otra manera”, reflexionó. Explicó que “Arrancábamos a las 6.30, pero nos levantábamos a las 6.00, preparando el mate, buscando biscochos calentitos en lo ‘Zandomeni’ y encendiendo la radio. Tomábamos mate en la puerta del kiosco hasta que él se iba a su trabajo comercial y seguía yo. Terminábamos a la noche, tarde, de lunes a lunes. Para la época esa forma de atención era novedosa, por encontrar algo que casi siempre estaba abierto. Te faltaba algo y era ‘andá a lo Jano’. Un poco la ‘fama’ se fue haciendo por eso, de a poco, porque en los primeros tiempos nos costó armar ‘clientela’. Muchos cruzaban, miraban, y finalmente paraban. Teníamos un poquito de todo, fueron austeros los comienzos. De a poco nos fuimos surtiendo. Siempre atendimos por ventanilla, no teníamos espacio en el local”. Sumó que, “En la atención nos íbamos turnando con ‘Jano’, que además trabajó en ‘Casa Hamdan’, Parrilla Dalila, el servicio gastronómico de Nito Zorzoli, muchas ‘changas’, siendo tiempos de andar mucho y descansar poco. Tuvimos nuestras hijas, Florencia y Alejandra, las criamos, llevamos a la escuela, el tiempo fue pasando y llegaron los nietos. Cuando Jano se jubiló decidimos dejar de abrir los domingos y estábamos hasta el sábado a la noche. Así fue hasta que falleció hace 11 años. Después quedé a cargo de todo. Me costó, pero le agarré la mano, comprando lo necesario, con asesoramiento de los viajantes, que fueron muy buenos. Sigo abriendo temprano, nunca dejé de madrugar, pero ya a la tardecita cierro”. “El kiosco demandó esfuerzo, estar de día y de noche, con frío o calor, buen tiempo o algún temporal. Siempre lo hicimos con alegría, tratando de brindar la mejor atención, no pensando solo en lo económico. Muchos años estaba pegado al kiosco el boliche ‘Pasaporte’. Vimos de todo, discusiones, peleas, arreglos, amigos, parejas, gente que venía y buscaba algo para comer o tomar antes y después del boliche. ‘Jano’ los hablaba a muchos, dándoles hasta algún consejo o un simple ‘andá a dormir’ cuando llegaba alguno que había tomado demás”, recordó. Agradecimientos A modo de balance, dijo que “Las pasamos a todas en términos económicos. El tiempo del 1 a 1, la hiperinflación, el 2001, los federales. Siempre fuimos prácticos. Comprábamos de acuerdo a lo que teníamos, nunca hicimos ‘locuras’, nos surtíamos con lo que podíamos. Es sentido común, comprás si tenés y no comprás si no tenés. Así nos manejamos con los viajantes, una ‘ley simple’ que siempre respetamos”. “Estoy agradecida con quienes nos acompañaron. Hay clientes que están desde el inicio, como Don Senger. Seguramente será de los últimos en venir. Llegó la primera vez para comprar Paralelo 32 y lo sigue haciendo hasta el día de hoy. Después empezó a buscar otros productos, principalmente sus pastillas de menta. Mis vecinos siempre me compraron también, fueron buenos. Ahora llega el momento de descansar. Estoy tranquila porque a mis clientes los seguiré encontrando en alguna calle o vereda, para seguir charlando, pero en otro lugar”.
Ver noticia original