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» Diario Cordoba
Fecha: 24/08/2025 04:34
En Aguilar de la Frontera, centro territorial de los vinos Montilla-Moriles y tierra donde el sol madura la uva hasta alcanzar su plenitud, el nombre de José Carlos Albornoz Jiménez ya es sinónimo de pasión, precisión, elegancia y tradición. A sus 35 años, ejerce como capataz en la Cooperativa Vitivinícola Local, un puesto que exige no solo conocimiento técnico, sino un profundo respeto por el ciclo de la vid y la cultura del vino. En su lugar de trabajo, ha sido un motor imprescindible para el resurgimiento del proceso del vino en la cooperativa y contribuido a los numerosos reconocimientos y premios que han obtenido sus vinos, desde su incorporación como capataz. Pero la historia de José Carlos no se detiene entre lías y soleras. Hace unos años, casi por curiosidad, decidió formarse en el arte de la venencia —esa antigua herramienta de varilla y copa que extrae el vino directamente de la bota—. Lo que comenzó como una afición se convirtió en una extensión natural de su amor por el vino: hoy es un venenciador reconocido por la limpieza de sus trazos y la armonía con la que deja caer el fino o la manzanilla en la copa, sin que se pierda ni un matiz de su aroma. Además, con la elegancia de quien sabe reconocer la importancia del cuidado del vino desde su más remoto inicio. Para este joven de 35 años, ser venenciador es «un arte que va más allá de servir vino, es una forma de conectar con la tradición y la cultura». Su objetivo es «que cada trago sea una experiencia única, un homenaje a nuestra tierra». Reconoce que «la venencia es su pincel y el vino, su lienzo». Pero su actividad no se limita a la bodega, ya que desde hace dos años, algunos fines de semana, el capataz cambia botas por jamones y la venencia por el cuchillo jamonero. Como cortador de jamón profesional, se formó en la Granja de Josele, en Lucena, donde ofrecen un servicio de corte en directo que transforma cualquier celebración en una experiencia inolvidable, con cortadores profesionales que garantizan una presentación impecable y un deleite gastronómico. El corte perfecto De esta manera, José Carlos Albornoz Jiménez, como cortador profesional, despliega la misma meticulosidad y paciencia que en la crianza del vino. Para él, el corte perfecto es tan importante como un buen trasiego. «Cada loncha debe tener el grosor exacto, la grasa justa y la presentación que merece un producto de esta categoría», afirma con la serenidad de quien sabe que la tradición se honra con disciplina. «El corazón de un maestro cortador se revela en la excelencia de su corte», concluye. Su doble faceta ha hecho que sea requerido en ferias, presentaciones y eventos gastronómicos de toda Andalucía, donde ejerce de embajador del maridaje perfecto: un fino recién venenciado y una loncha de jamón ibérico recién cortada. Recientemente, ha participado en el Oficial World Record, en la ciudad de Jaén, la mayor concentración de cortadores profesionales de jamón del mundo, con 184 participantes, en un acto benéfico a favor de la asociación ALES, niños y niñas con cáncer. En un mundo donde la especialización extrema en cada oficio y profesión es la norma, el aguilarense José Carlos Albornoz Jiménez demuestra que se puede ser maestro en más de un arte, siempre que haya pasión, amor, respeto por el producto y la voluntad de perfeccionar cada gesto. Entre la quietud de las botas y el tajo firme sobre la tabla de jamón, su vida se escribe al compás de dos oficios que son, en realidad, dos maneras distintas de celebrar lo mejor de nuestra tierra. Suscríbete para seguir leyendo
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