24/08/2025 05:08
24/08/2025 05:07
24/08/2025 05:07
24/08/2025 05:07
24/08/2025 05:06
24/08/2025 05:02
24/08/2025 05:02
24/08/2025 05:02
24/08/2025 05:01
24/08/2025 05:01
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 24/08/2025 03:09
Guillermo Francella en Homo Argentum (Star Distribution) Sobre el tema del título hay que insistir porque en Argentina quienes implementaron en mayor o menor medida la justicia social han sido gobiernos observados de derecha o centro derecha. Y hoy la supuesta derecha que nos gobierna se desentiende irresponsablemente del asunto. Dejar esta bandera al progresismo es un error que se pagará muy caro. La derecha y la justicia social No forma parte de esta nota el abordaje histórico de los gobiernos que más actuaron a favor de la justicia social. Urquiza y la Constitución Nacional que le arrebató a la Provincia de Buenos Aires las rentas portuarias y las redistribuyó entre las provincias. Roca y su ley del Trabajo. Yrigoyen y sus livianas leyes sociales. El general Justo y la ley 11.729, entre otras, y finalmente Perón y su acción a favor de los trabajadores. Ninguno de estos presidentes puede ser señalado como progre, todo lo contrario, incluso Yrigoyen y Perón. En el caso del Peludo, en las elecciones de 1916 su opositor Lisandro de la Torre ya mostraba su veta progre, razón por la cual el conservadorismo de la Provincia de Buenos Aires en manos de Marcelino Ugarte conspiró contra De la Torre volcándose muchos de ellos a la fórmula de Yrigoyen. La Semana Trágica, La Patagonia y La Forestal evidenciaron dónde estaba parado Yrigoyen respecto de la izquierda. Perón en las elecciones de 1946 era el “coronel nazi-fascista”, esto es, la derecha, y lo enfrentó la izquierda de la Unión Democrática. La Revolución Libertadora contó con el apoyo de la izquierda (P.C. y P.S.) y el general Aramburu y el almirante Rojas entregaron la Universidad a la izquierda, dejándola en manos de José Luis Romero y del marxista Ismael Viñas, para culminar, merced a estos equívocos, en el desastre social que nos ha legado el progresismo-camporista-montoneril. Frente al fiasco del progresismo se ha levantado una derecha sin raíces, sin vínculos ni tradiciones criollas, que desconoce absolutamente nuestra historia y que tiene una ignorancia total de nuestro pasado. Todos los partidos u hombres que dejaron señas imperecederas guardaron una línea o un hilo que los vinculaba al pasado. Milei está en el aire. Su batalla cultural es un error de proporciones gigantescas, traída de otras latitudes sin procesarla en pentagrama nacional. Homo Argentum y la liviandad de las ideas Si esta película es considerada por ambos bandos del espectro ideológico-político un pucará a destruir o defender, sencillamente estamos en el horno. Empecemos por lo elemental: los críticos de cine. Leopoldo Torres Nilsson dijo de ellos hace muchos años: “No son ni buenos ni malos, son caros”. De manera que no vale la pena meternos en ese viscacheral. Para este artículo interesa la defensa que el Presidente ha hecho del film. Tiene razón en cuanto a la realización de la película. Va en la dirección de sus ideas antiestatales, del valor de la inversión privada y el riesgo empresario. La película aprovecha al máximo la propaganda comercial que de manera abierta y sin complejo aparece en distintos momentos del film. El cine es una industria y como tal debe generar ganancias y ofrecer trabajo. Bien. Milei y la liviandad intelectual Desconozco si Milei ha conversado con los guionistas del film. Pero aventura una opinión sobre el último sketch que entiendo es un disparate colosal. Primero corresponde observar que Cohn y Duprat no simpatizan con la vulgarmente denominada cultura woke. Esto no aparece de manera generalizada en Homo Argentum pero sí en Bellas Artes realizada en España y distribuida por Disney, que rajó espantada de la cultura woke que profesó hasta hace un tiempo. El mundillo del cine lo sabe y en general lo reprueba. Los actores, muy sensibles a los climas de época, aún no se han apartado del todes y miran a los guionistas de reojo. Aunque se diga “veinte años no es nada”, con el kirchnerismo ha sido una catástrofe. A Francella también lo fisgonean mal. Internas del foro artístico que discuten acerca de obras de autor o comerciales, otro sin sentido. Pero vamos al Presidente. Último sketch El Presidente habló de él en un discurso público realizado el 16 de agosto y la presentó en dos reuniones con funcionarios y diputados amigos. Estaba emocionado. “¡Son los valores que siempre hemos defendido!”, explosionó. Un emprendedor-empresario argentino (Francella) va a Sicilia en busca de la familia donde nació y vivió su abuelo. Se encuentra que los herederos de su antepasado son unos lumpenes-bandidos que intentan aprovecharse de su dinero. Lo roban, lo asedian, una mocosa le ofrece sexo cuando el visitante solicita pasar por el baño; bueno, no es necesario decir más. Tiene que huir. Se entiende. Francella, en declaraciones periodísticas, explicó el sketch de manera sencilla: es lo que se ve. ¿Qué entendió por su parte el Presidente? Que se trata de un alegato contra la justicia social. ¿Por qué? Porque la escena muestra a un grupo de vagos que procuran arrebatarle a los emprendedores y generadores de riqueza sus bienes. Aquí hay dos problemas: el primero, comprensión de texto; Milei entiende cualquiera. ¿Eso quisieron representar los guionistas? Según Francella, se trata de otra cosa. Segundo, ¿qué entiende el Presidente por justicia social? En la Argentina y desde siempre la justicia social fue para el que trabaja. Las leyes sociales fueron para los trabajadores. Perón —el demagogo y dictador (liberales dixit)— decía claramente: “existen dos clases de hombres, los que trabajan y los que viven de los que trabajan; nosotros estamos decididamente del lado de los que trabajan.” En el sketch quedaría, entonces, extremadamente claro de qué lado debiera estar el peronismo. Naturalmente, no el kirchnerismo que dilapidó y desaprovechó uno de los mejores ciclos económicos de nuestra historia.
Ver noticia original